En Michoacán se experimenta el creciente reclutamiento de niñas, niños y adolescentes por parte de grupos del crimen organizado, y su vinculación con un alza en el sicariato juvenil. Así lo describe la analista y autora del libro Los hijos de la violencia y el narco en Michoacán, Lorena Cortés Villaseñor, coordinadora de la Mesa Ciudadana de Seguridad y Justicia de Morelia, en una entrevista en Aristegui Noticias, realizada a raíz del asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo Rodríguez.
“En Michoacán, como en otros territorios del país, (los niños y adolescentes) son carne de cañón para estos grupos del crimen organizado (...) El reclutamiento abarca edades desde 11 años a los 27 años de edad”, indicó la especialista.
En este sentido, señaló que existen campos de entrenamiento para este sector de la población, en los cuales incluso hacen uso de motosierras para desmembrar cuerpos y lanzarlos a las barrancas de los cerros de Uruapan.
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Estos testimonios permiten vislumbrar una situación que va mucho más allá de los esfuerzos policiales tradicionales: se trata de un andamiaje criminal que aprovecha la vulnerabilidad de menores para ocuparlos en tareas de halconeo, venta de narcóticos, transporte de armas o incluso homicidios.
Reclutamiento infantil y juvenil: modus operandi y factores de riesgo
Según la investigación de Cortés Villaseñor, el reclutamiento se produce en escenarios de alta vulnerabilidad social:
- Menores que habitan en entornos precarios, sin sistema de protección o con empleo informal (por ejemplo, limpiar parabrisas bajo el puente) son captados como “halcones”.
- Existen zonas específicas de alto riesgo: la frontera de Michoacán con Guanajuato, con el Estado de México, con Colima, y con Jalisco.
Agregó que, el hecho de que un menor de 17 años haya sido identificado como el autor material del homicidio del alcalde Manzo evidencia la gravedad de este fenómeno.
El alza del sicariato y su vínculo con los menores reclutados
El uso de menores no se limita a tareas auxiliares; según la analista, estos menores pueden ascender en la estructura delictiva hasta la comisión de homicidios por encargo.
La lógica criminal pone a los menores en alto riesgo de morir, desaparecer o quedar impunes. En este sentido, la especialista reiteró que el homicidio del alcalde Carlos Manzo se convierte en un símbolo de la “tragedia del mundo criminal”. Las menores barreras de ingreso a esta edad a los grupos deluctivos convierten a este grupo poblacional en un blanco preferente para el crimen organizado.
bv