Cuando desaparece un hijo, atrás quedan las celebraciones, en particular, la del 10 de mayo. Las mamás que celebraban esa fecha con la familia se convierten en madres buscadoras, tienen el valor y la fortaleza de seguir con el dolor de la pérdida y muy a pesar de las circunstancias; se olvidan de los días, del tiempo, para centrarse en encontrar a los suyos.
Las madres buscadoras se han agrupado en varias entidades del país para buscar a sus hijos, no saben dónde están, no saben si están vivos o sin vida, el único objetivo que tienen es encontrar a su hijo o hija. Ante el poco o nulo apoyo de las autoridades ellas se convierten en detectives, médicas forenses, hacen búsquedas de campo, protestas y más.
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A base de sus propios recursos y en compañía de otras personas realizan jornadas para excavar la tierra y ver si allí tienen suerte de encontrar a sus hijos o incluso otros familiares. Este fenómeno ocurre a nivel nacional.
La Silla Rota retrata en el siguiente texto el panorama de las madres buscadoras en México, este 10 de mayo no celebran, al contrario, viven su luto, ante la incertidumbre de no saber dónde están sus hijos.
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El mejor regalo, encontrar a su hijo
Hilda Moreno Hernández vive en Chiapas, para ella este 10 de mayo, Día de las Madres, el mejor regalo sería hallar a su hijo Jesús Esteban Mazariegos Moreno, quien fue “levantado” el 6 de diciembre de 2023.
El ingeniero civil de profesión y servidor público en el Ayuntamiento de Cintalapa convivía junto a otras tres personas, en Tuxtla Gutiérrez, cuando un comando irrumpió en el sitio donde estaban y se los llevó; desde ese entonces, sólo uno de ellos apareció casi cuatro días después, pero sin vida.
La situación para Hilda y sus demás familiares es compleja, toda vez que los avances ante las autoridades son nulos: “todo en proceso o en carpetas guardadas; no tenemos nada”, asevera.
Ante su desesperación, Hilda se unió hace poco a la Colectiva “Madres en Resistencia” de Chiapas, con la que inició este miércoles un plantón indefinido a las afueras del Palacio de Gobierno.
Para Hilda ha sido un proceso cansado, y le agota más saber que ninguna autoridad se ha movilizado como se quisiera: “como somos gentes humildes, no creo que el gobierno mire a nuestros ojos”.
Ahogada en llanto, la madre buscadora cuestiona: 2hijo dónde estás, cómo puede alguien celebrar cuando se tiene a un hijo desaparecido"; por ello, advierte que la consigna ahora es pedirle a los candidatos y candidatas hacer un “trueque”, el voto a cambio de que les regresen a sus seres queridos.
El no tener a Jesús Esteban, confiesa, es como una muerte lenta, “algo que no tiene nombre”. Lo que más le extraña, dice, es que no han recibido ni una sola llamada o rastro para saber de su hijo. Pese al oscuro panorama, Hilda tiene fe en que, pronto, se reencontrará con él.
De acuerdo con la agrupación, “Madres en Resistencia”, hasta la fecha, hay cerca de 1,700 desaparecidos en esta entidad del Sureste mexicano. Mientras que el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas advierte que la cifra es menor: 1,192.
Se lo tragó la tierra
Jonathan Estrada Vázquez estaba parado en la zona de un crucero del municipio de Berriozábal, luego de su jornada laboral como peón de albañil, cuando desapareció; desde ese 6 de julio del año pasado ya no se supo nada de él.
Magdalena, su hermana y parte de “Madres en Resistencia”, advierte que ha sido un lapso tortuoso porque las autoridades no quieren cooperar con ellos, como el otorgarles las grabaciones de las cámaras del C5 colocadas en ese perímetro.
Con pocas evidencias y con un solo testigo que vio a Jonathan en ese lugar, afirma que lo más probable es que las evidencias sean nulas, “la Fiscalía no nos apoya”.
Tanto ha sido el desinterés de las instancias procuradoras de justica que, al mes de que Jonathan desapareciera, fue hallada una osamenta en el ejido Candelaria, cerca de San Andrés, la colonia donde vivía el joven desaparecido.
Tras una prueba de ADN, la Fiscalía determinó que los huesos pertenecían a Jonathan. Sin embargo, su familia no estaba convencida de ese dictamen y buscó ayuda con peritos forenses externos, quienes le advirtieron que es muy poco probable que en un mes un muerto se reduzca a osamenta.
“Por eso creemos que Fiscalía sólo quiere dar el carpetazo, no quiere hacer su trabajo, y por eso les pedimos un segundo peritaje, pero no nos lo quieren dar porque argumenta que no tienen recursos”.
Lo peor de todo, dice, es que esa dependencia les advertía que no podía localizar al único testigo que existe, por lo que Magdalena y sus seres queridos se dieron a la tarea de buscarlo.
“Nos dijo que vio parado a mi hermano abajo del puente, pero como es transportista, fue a dejar un pasaje, y cuando regresó (Jonathan) ya no estaba”.
Tanta ha sido la displicencia de la autoridad, menciona, que por mucho tiempo la desaparición de su hermano sólo se tomó como un registro de atención, pero hasta que se unieron a la Colectiva, el caso pasó a una carpeta de investigación.
Sin rastro, ni seña
Como en el caso de Hilda y su hijo Jesús Esteban, ella también puntualiza que no han recibido mensajes ni llamadas, “ni de extorsión”.
Pero el dolor cala hondo y más cuando, se sabe, es 10 de mayo. Ante ello, Magdalena, quien ha participado en las búsquedas que se hacen en diferentes sitios para hallar fosas clandestinas o restos de sus seres queridos, advierte que sólo quieren tener a Jonathan de vuelta, “como sea, vivo o muerto, pero ya queremos estar en paz”.
Lo más cruel, dice, es que la salud de su madre se agravó luego de la desaparición de él; “mi mamá es sobreviviente del cáncer, y ahí recayó, ha estado delicada de salud, y por eso no puede salir a buscarlo”.
“Para mí ni el día ni el mes existen”: Madres Buscadoras de Puebla
“No tengo el 10 de mayo presente, para mí ni el día ni el mes existen”, dice Lourdes Vargas, quien busca a su hijo Juan Carlos Silva Vargas desde el 1 de junio de 2019. La última vez que se le vio fue en el municipio de Huauchinango, Puebla.
Los días 10 de mayo: “es cuando más te pega la desaparición, aunque uno quiera estar bien. Dentro de tu corazón sientes el hueco y en lugar de estar feliz sientes nostalgia, y en lugar de estar sonriendo te sientes como en un velorio (…) le juro que no cuento los días. Antes sí contaba los días para el 10 de mayo, y le preguntaba a mis hijos ¿qué me van a regalar? ¿Qué vamos a hacer? Aunque sea unas carnitas asadas o un pozolito”.
En la memoria de Lourdes Vargas está el recuerdo de cuando llegaba su hijo Juan Carlos y a veces que le decía: “mamá, no tengo dinero, pero te voy a dar tu abrazo, porque es día de la mamá”.
En entrevista con La Silla Rota, afirma que ha pedido a sus otros hijos que no le regalen nada: “porque en lugar de sentirme contenta me acuerdo de mi hijo y me pongo a llorar. He estado con psicóloga porque ya pensaba demasiadas cosas negativas, y me dice la doctora que hay por quién vivir, ¿no?, pero para mí no existe esa fecha”
La celebración se cambió por la protesta: “va a haber unas marchas en Puebla, cada vez que hay una yo me voy: me pongo mi camisa de mi hijo o luego hasta andando por acá me la pongo para ver si alguien me dice, ‹oye ese es tu hijo›, ‹yo lo conozco›, ‹yo lo vi o yo supe›, siempre, pero no, no, no hay días festivos para nosotros”.
María Luisa Núñez Barojas: el corazón sangra más de lo normal
“Para una madre a la que le han desaparecido a uno de sus hijos, el 10 de mayo se vuelve insignificante”.
Para María Luisa Núñez Barojas esa fecha, el día de la madre, dejó de tener sentido desde 2017: el 28 de abril de ese año su hijo Juan de Dios, de 23 años de edad, salió de la comunidad Tehuitzo, en Palmar de Bravo, para ir a Tecamachalco. Fue la última vez que su familia lo vio con vida.
El mejor regalo para una madre es tener y ver a sus hijos, poder abrazarlos, dice y asegura que “a partir de la desaparición de mi hijo, 10 días antes del 10 de mayo de 2017, el día pasa desapercibido (…) el primer 10 de mayo que pasé a partir de la desaparición de mi hijo yo andaba en Tehuacán limosneando justicia ante el Ministerio Público. Limosneando que salieran a buscar a mi hijo, iba yo con la esperanza de encontrar un avance en la carpeta de investigación. No fue así”.
María Luisa, fundadora del colectivo Voz de los Desaparecidos en Puebla, dice que en ese 2017 ni siquiera tuvo presente que era Día de las Madres: "se pasó, se borra por completo y si se recuerda que es Día de las Madres, el corazón sangra más de lo normal. Mi hijo ya no pudo estar conmigo, yo ya no pude abrazarlo (…) A partir de ese día, y aunque en febrero de 2022 pude recuperar a mi hijo y darle cristiana sepultura, el 10 de mayo ya no es de celebración, ya no es de regocijo, ya no es de alegría.
Al contrario: el 10 de mayo del 2018 hicimos nuestra primera manifestación en la Fiscalía General y a partir de ese día, cada 10 de mayo ya no es de celebración, es de búsqueda y de protesta».
Terminan muchas cosas, no sólo el 10 de mayo: Delia Melo
“Cuando nos quitan a un ser humano, a un familiar, se terminan muchas cosas y fecha, principalmente el 10 de mayo, que es cuando ellos, nuestros hijos, están con nosotras, cuando se dan tiempo de acompañarnos un rato”, quien así habla es Delia Melo.
Su hijo, Sergio David Garrido Melo, desapareció el 24 de julio de 2019 en Huauchinango, municipio de la Sierra Norte del Estado de Puebla.
Ese día, un miércoles, Sergio David estuvo con su esposa Ana, que estaba embarazada, y su pequeña hija, en casa de Delia. Almorzaron y aunque ahí se iban a quedar a pasar la noche, finalmente se fueron a su propia vivienda.
Al verlos irse Delia se quedó con un sentimiento extraño. “Como a las diez le mando mensaje a mi hijo y le digo, ¿estás en la casa con tu esposa y la niña? y no me contesta. Entonces le escribo a su esposa y tampoco me contesta. Como a las 10:30 ella me marca y me dice: ‹doña se llevaron a Sergio›. Y le digo, ¿cómo? Y me dice: sí, se lo llevaron de aquí de la casa”.
“Ahí terminó todo para nosotros, ya no hay fechas importantes y menos el 10 de mayo”, dice vía telefónica Delia Melo, que no ha parado de buscar a su hijo, pese al maltrato e indiferencia de las autoridades encargadas de impartir justicia.
A la impotencia que se siente cuando desaparece un hijo, Delia sumó que poco a poco se fueron retirando sus familiares: «no sé a qué se deba, verdad, pero cuando desapareció mi hijo estuvieron y después se alejaron definitivamente».
Se acaban muchas fechas importantes, por ejemplo, cumpleaños de familiares, de nosotros, el 10 de mayo. Todo eso que se hacía cuando estaban con nosotros se va terminando.
Aunque he llorado mucho nunca es suficiente: Madre en Nuevo León
Roy Rivera Hidalgo tenía 18 años de edad cuando fue secuestrado por hombres armados que portaban chalecos de la Policía del municipio de Escobedo, el 11 de enero del 2011; desde entonces, su madre Leticia Hidalgo no cesa en su búsqueda, ha removido tierra y caminado por calles sin respuesta.
Se pidió rescate a la familia. Sin embargo, previo pago, la familia solicitó prueba de vida de su hijo: “te quiero mucho, fue lo que me dijo, lo que escuché, ya nunca supe más de él”, rememora con voz entrecortada. El pago se hizo.
Estudiante de Lenguas Extranjeras de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), el joven de 18 años estaba con su madre en su domicilio de la colonia Fresnos, en el municipio de San Nicolás de los Garza, cuando un grupo de hombres armados irrumpió en el domicilio y se lo llevó.
Tras el incidente y la falta de apoyo de las autoridades, Leticia Hidalgo se ha dedicado a buscar a su hijo. Fundó la organización “Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Nuevo León” (Fundenl) integrada por mujeres, madres, hijas, nietas, abuelas de familiares desaparecidos, las que hoy siguen unidas y sin detener la búsqueda, pese a que las autoridades nada han hecho y no hay una respuesta positiva.
Leticia reprocha “trabajo” de autoridades
Día a día el dolor de la señora es más intenso, pero la fuerza no la pierde para continuar con la búsqueda. Ha acudido a las autoridades una y otra vez, a la entonces Procuraduría ahora Fiscalía, en donde ha entregado un plan de intervención de manera presencial y electrónica: un de mapeo de lugares donde se han encontrado miles de restos humanos.
"Esto merece un trabajo continuo porque tampoco lo hacen continuo, van un día cuando nosotros se los pedimos y dejan de ir cuatro meses", recordó.
El documento incluye un mapa de búsqueda de las zonas en donde hay registro de desapariciones de mujeres y hombres, en los últimos años, como lo es el llamado Valle de Las Salinas, al norte de la entidad, en municipios como Salinas Victoria, García, Hidalgo, Mina, Vallecillo, Sabinas Hidalgo, y Juárez, éste último al oriente de la zona conurbada regiomontana.
Recuerda que, si bien hay alguna ayuda de las autoridades, son los padres de familia quienes realizan la investigación y el trabajo de búsqueda desde hace más de una década, siempre con la compañía de colectivos feministas y ciclistas entre otros.
También, rememora, han surgido instituciones gubernamentales especialistas en la búsqueda de personas desaparecidas, pero que no han realizado su labor, pues hay cambio de funcionarios y todo se vuelve un círculo vicioso donde nada avanza más que el trabajo de los familiares.
Leticia Hidalgo destaca el vacío de poder, el pleito entre el gobernador y los poderes, el Legislativo y el Judicial: “no hay Fiscal, más que un encargado del despacho, el secretario de Seguridad Pública estatal, Gerardo Palacios Pámanes sin creer en que hay seis mil desaparecidos en Nuevo León y un gobernador frívolo, que todo se le va en pachangas y tik toks”, añade.
Destaca que la crisis por desapariciones y violencia crece y agrava y cita el caso de los turistas extranjeros que en estos días fueron encontrados muertos en Baja California: “estamos los ciudadanos en medio del fuego cruzado, nadie nos protege”.
La señora Hidalgo siente la impotencia y la tristeza de no saber dónde está su hijo, si sigue vivo, si ha muerto, nada sabe.
“Ni a dónde llorar, aunque he llorado mucho nunca es suficiente”, aclara.
De lo que sí está segura es que junto a cientos y miles de mujeres seguirá en la búsqueda de sus desaparecidos, porque ellas, no están dispuestas a sucumbir, todo lo contrario, se mantienen en pie para caminar por las calles y seguir removiendo, escarbando tierra.
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