Monserrat Garduño es una de las 5,000 mujeres de entre 12 y 15 años de edad que se convierten en madres adolescentes en el Estado de México. Ella acaba de cumplir la mayoría de edad y su hijo ya tiene 4 años, pero, aunque no se arrepiente de tenerlo, es consciente de que haberse embarazado a los 14 años fue un factor importante en el sufrimiento de Omar, el pequeño que desde su nacimiento ha peleado por sobrevivir más de una vez.
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Desinformación, así como una falta de prevención y educación sexual y reproductiva, son las principales razones por las que el índice de embarazo adolescente no baja en números significativos. De acuerdo con un estudio de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex), titulado "La Educación y los medios de comunicación ante el aborto legal en el Estado de México", en esta entidad se estima que de 2017 a 2022 se trasladaron 25,475 mexiquenses a la Ciudad de México a realizarse el procedimiento de interrupción legal del embarazo (ILE)
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Este no fue el caso de Monserrat, residente de la colonia Santa Rosa, en el municipio de Chicoloapan de Juárez. Con una prueba de embarazo positiva en mano y apenas cursando el primer año de secundaria, la joven decidió tener a su bebé y tuvo que enfrentar, no sólo la decepción y enojo de su familia, sino también los intentos de casi forzarla a abortar.
"Pues obviamente mi mamá se enojó mucho, la verdad no quería que lo tuviera y yo no quería perder a mi niño. Mi mamá me llevó con la doctora para que me diera algún medicamento o que le recomendara algún lugar para que yo pudiera abortar, incluso, en ese momento andaba dándome cuánto remedio se le atravesó".
"Hubo un momento en el que ya la doctora no se dirige a mi mamá, sino que se dirige a mí y me pregunta: '¿tú cómo ves, qué piensas?' Y ya le dije que yo sí quería tenerlo. Ella habló con mi mamá y trató de hacerle entender que era mi cuerpo y mi decisión y que no quedaba de otra que apoyarme", cuenta la madre adolescente.
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Aunque en el Congreso del Edomex se ha discutido por meses la legislación para orientar y prevenir la interrupción del embarazo y el incremento de embarazos adolescentes, la entidad ocupó el primer lugar de madres menores de edad en 2020 y 2021. Según datos de los registros civiles del país y del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en ese periodo el estudio "Características de los nacimientos registrados" mostró más de 5,000 casos de madres de 10 a 17 años de edad.
Uno de los problemas que estos datos exhiben es el riesgo prenatal y postparto que enfrentan las mujeres adolescentes, así como los problemas de salud que arrastran los recién nacidos por la falta de maduración biológica, física y hasta mental, lo que hace de este indicador un tema prioritario en el Edomex.
"Desde el principio nos lo dijeron. Por mi edad, con suerte y el embarazo llegaba a término, pero ahí era donde había que decidir si el bebé o yo, pero que uno no iba a salir vivo".
Después de pasar por la confrontación familiar, la "ley del hielo" de su madre, insultos, reclamos y el "interrogatorio" constante sobre el paradero del padre de su hijo, Monserrat Garduño tuvo que enfrentar un embarazo de muy alto riesgo con su familia como soporte, pues ni ella misma conocía bien al progenitor en ese momento.
"Fue duro este todo el tiempo, me preguntaban quién era el papá, pero la verdad como yo no conocía al 100% a Polo, yo no sabía en dónde vivía, de dónde era, ahí fue lo difícil porque, pues no sabía cómo encontrarlo. Desde que nos conocimos todo fue entre él y yo, no hubo como que alguien intermedio, algún amigo, algún conocido".
Tres veces la adolescente tuvo que acudir a urgencias en un hospital de Texcoco por riesgo de aborto, primero por un sangrado que tuvo que ser contenido en el primer trimestre, y luego a los siete meses de gestación por contracciones y dolor; en ambos casos el bebé se encontró bien, aunque con riesgo de nacer con alguna afectación, síndrome o trastorno. Fue a los ocho meses cuando Monserrat recibió a su hijo y empezó el viacrucis de un sistema de salud deficiente y los efectos de un embarazo precoz.
"Me lo entregaron bien, estaba más pequeño y sus pulmones no se habían desarrollado bien, pero nos dieron el alta normal. Yo empecé luego luego con los efectos de la depresión postparto; me sentía sola, o sea, yo tenía mi niño ahí, tenía el apoyo de mi mamá, de mi papá, de todos, pero me sentía sola y me daban muchísimas ganas de llorar todo el tiempo".
Su bebé se aferró a la vida
Dos meses después de su nacimiento, Omar empezó la batalla por sobrevivir. El 8 de enero de 2020 amaneció con fiebre y, tras no recibir atención en un Centro de Salud de Chicoloapan por más de 9 horas, Monserrat tuvo que llevarlo nuevamente al hospital para su valoración, el diagnóstico: una infección común. Dos días después, el episodio de urgencia se repite, pero esta vez por la falta de aire después de bañarlo.
"Mi mamá lo empieza a vestir, todo normal, y Omar se empieza a poner morado, quería llorar, pero no le salía. Nos lo llevamos y Omar se había quedado inconsciente en el camino, mi mamá lo tuvo que reanimar a como su cabeza le dio a entender… Me lo dan de alta otra vez, me le mandan a hacer estudios y resulta que el niño tenía grietas en la cabeza, se estaba ahogando con el agua del baño".
Han sido varios los episodios que Monserrat recuerda estar esperando noticias de su bebé en una sala de espera, donde recibió poca atención psicológica e informativa como madre de un niño en terapia intensiva y, sobre todo, como adolescente de 14 años sola, porque sus familiares no podían estar dentro del hospital.
Un mes entero de ingresos al hospital fue lo que vivió Omar, en el más grave, tuvo que ser intubado, internado más de una semana y con pocas esperanzas de vida; la joven cuenta que en el hospital de Texcoco no lo movían de lugar y ya tenía llagas en la mejilla, no comía y ni siquiera le cambiaban el pañal. Al no tener respuesta médica e, incluso, meter a Derechos Humanos para que les ayudaran a informarse del caso, su familia tuvo que buscar el traslado en ambulancia al Hospital Infantil de México "Federico Gómez", en la Ciudad de México.
Sin embargo, ese cambio de entidad fue el traslado más desafiante que el niño ha vivido a su corta edad. En el camino a Omar le dio un paro cardiaco de 7 minutos, pero logró ser reanimado; ya en terapia intensiva y con nuevo personal médico a su cargo, al bebé se le vuelve a detener el corazón, pero esta vez por 9 minutos, por lo que personal mentalizaba a la joven madre ante la posibilidad de perderlo.
"Nos dieron los informes y resulta que en el hospital, en el Miguel Hidalgo, a Omar le estaban dando medicamento de más. Nos avisan que Omar le tienen que poner un catéter porque no podían checar sus signos vitales y porque sus pulmones ya estaban estallado.
Le metieron dos tubos en cada pulmón y estaba drenando pura sangre; ahí en terapia intensiva estuvo como dos semanas".
Hoy, esos momentos son el recuerdo más feo que tiene Monserrat; el niño ya cumplió 4 años y aunque experimenta la toma de medicamentos anticonvulsivos —que resultan ser muy caros para la joven de 18 años— ya no tiene que comer por sonda o usar el nebulizador y el oxígeno diariamente, como pasó desde el 8 de febrero de 2020 que lo dieron de alta.
4 años después… en maternidad joven
Aunque Monserrat estaba trabajando en una fábrica de madera en este municipio, al oriente del Estado de México, llegó un punto en que la salud de Omar ya era estable y ella quería volver a estudiar. La pandemia de Covid-19 estaba en su apogeo y gracias al apoyo de su orientador logró volver a matricularse en la secundaria, cursarla a distancia y, con el apoyo de sus papás, terminar ese peldaño de la educación básica.
Cuando Omar ya tenía poco más de año y medio de vida, la madre adolescente volvió a reencontrarse con el padre y, sorpresivamente, encontró un apoyo moral y económico en su familia política.
"Un día me llega una solicitud en facebook. Yo no encontré a Polo, él me encontró a mí. Me volvió a mandar solicitud y ya empezamos a hablar y todo normal… yo preparándome para ver cómo le iba a decir. Nos quedamos de ver, yo me llevé a mi niño y me dice: 'Ay, qué bonito tu bebé', y ya es donde él empieza a analizar el tiempo, hace cuentas y me dice: 'te embarazaste súper poquito después de que nos dejamos de ver'. Ahí ya me solté y le dije que era suyo".
A partir de entonces, la presencia paterna y el soporte de su familia se han reforzado en priorizar el bienestar y salud del niño, dando oportunidad a Monserrat de retomar su educación, ahora en la preparatoria, y ejercer el papel de madre, guiada en todo momento por su propia mamá y su suegra, pues 4 años después, a sus 18 años de edad, no sólo experimenta la crianza de un niño pequeño, también ha decidido entablar una relación de concubinato con el padre de Omar.
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El embarazo adolescente en México
Datos alarmantes del Inegi centran prioridades para autoridades federales y estatales en la prevención del embarazo no planificado en adolescentes de todo el país, pues historias como la de Monserrat se viven día a día, más allá del 10 de mayo.
- En 2021 ocurrieron 147,279 nacimientos en adolescentes de 15 a 19 años
- En ese mismo año alumbraron niñas menores de 15 años a 3,019 bebés
- La tasa de nacimientos en adolescentes fue de 26.3 por cada 1,000 jóvenes de 15 a 19 años
- Mientras que la tasa de niñas menores de los 15 años fue de 0.2 por cada 1,000
- De las adolescentes de 15 a 19 años, 70.8% estaba en una relación de pareja y 19.1% solteras
- El Edomex ocupó el primer lugar de madres menores de edad en 2020 y 2021, con más de 5,000 casos de madres de 10 a 17 años de edad