PARTERAS EN CHIAPAS

Irma atendió su primer parto a los 16 años; hoy tiene 34 años como partera

Irma y Reyna son parteras en el estado de Chiapas desde hace más de 30 años; ambas se iniciaron de manera empírica y ahora ya cuentan con capacitación de las autoridades; Irma dice contar con dos libretas con los nombres de todas las mujeres a las que ayudó a tener su bebé

Escrito en ESTADOS el

TUXTLA GUTIÉRREZ.- Sus manos han recibido a decenas de criaturas y han frotado, con cremas especiales, cientos o hasta miles de vientres de embarazadas, ya sea para “quitarles” un poco de rigidez o acomodar al feto por si viene en una posición no adecuada, o para un simple masaje relajante. Se trata de Irma y Reyna, parteras chiapanecas que tienen algo en común: aprendieron el oficio por tradición y de la misma persona.

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Desde pequeña, Irma Carpio Díaz, originaria del municipio de Jitotol, Chiapas, se fijó bien de cada movimiento que hacía la abuela de quien sería su futuro marido, experta en la partería, y desde ahí supo que a eso se quería dedicar. Prueba de ello, recuerda, es que su primer alumbramiento lo atendió ella sola a los 16 años de edad.

Con casi cuatro décadas de experiencia, confiesa que ha llenado dos libretas con los nombres de las mujeres que ha atendido para que den a luz en el mismo cuarto en que lo hacía su “abuela”, ya fallecida.

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Irma no sólo absorbió los conocimientos de esa persona de forma empírica, sino que, un año después de esa primera experiencia, comenzó a recibir capacitaciones por parte del sector Salud, desde cómo atender la labor de parto, hasta el nacimiento del bebé.

“Aprendí de todo, hasta los aseos para el recién nacido y de la misma madre”, cuenta a unas horas de habrer atendido un parto en Berriozábal, municipio donde radica con su familia desde hace muchos años y de donde es oriundo su esposo.

Pese a que le ha querido enseñar el oficio a su hija, lamenta que ella no quiera. Sin embargo, para Irma no hay otro camino que continuar en el mismo. A sus 54 años de edad, refiere que su “abuelita” atendió “muchísimos casos, porque no sólo recibía a las "embarazaditas" en casa, sino que acudía a otros domicilios”, lo que de igual forma ella quiere lograr.

Evitan las complicaciones en cada labor de parto

Para Irma no hay margen de error y para ello le han servido los conocimientos adquiridos ya sea en los centros de salud estatales o del mismo Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) adonde ha acudido para empaparse de conocimiento.

En caso de que una mujer presente algunos síntomas que pongan en riesgo no sólo su salud sino el del producto, detalla que lo único que hace es llevarlas a un hospital para que sean atendidas allí con especialistas que, por cierto, la conocen muy bien.

Aunque hay veces, dice, que las pacientes le externan que no hay riesgo y, cuando están en la labor de parto, se detona el problema, “pero, insisto, las llevamos al IMSS o al Hospital Regional, o al de 12 camas de Berriozábal para evitar complicaciones mayores”.

Con una decena de certificados que avalan su aprendizaje, Irma atiende en un mes hasta cuatro partos, por cada uno de los cuales sólo cobra 1,300 pesos. Si las mujeres requieren de un masaje, la cuota no rebasa los 50 pesos por sesión.

De hecho, Irma tiene formatos que llena cada que nace un bebé, y luego los lleva al centro de salud u hospital para que se realice un certificado de nacimiento institucional.

Lo que le da alegría, asegura, es que sus dos nueras quieren aprender la partería, porque “mi hija, repito, dice que tiene miedo, por eso no quiere; ni mis tres hermanas quisieron aprender”.

Aseguran organizaciones que la partería es fundamental

De acuerdo con datos de organizaciones inherentes al tema como “Nich Ixim”, con sede en San Cristóbal de Las Casas, en Chiapas, habría entre 5 mil o 6 mil parteras (eventuales, empíricas, tradicionales y capacitadas), pero con mayor presencia en las regiones Altos, Selva y Norte.

Uno de los últimos estudios efectuados por el Instituto Nacional de las Mujeres, arrojó que de los 180,000 partos registrados cada año en la geografía chiapaneco, en el 35 por ciento intervienen parteras.

Reyna Isabel Guzmán González, prima hermana del esposo de Irma, advierte que su bisabuela y su abuela también eran parteras.

“Mi abuelita ‘Chayo’ empezó a los 25 años de edad, y fue capacitada por el Seguro Social en 1985, pero en sí aprendió porque, en una ocasión, no había quién atendiera a una tía, y ella lo hizo”.

Tras empezar como partera tradicional y pasar al empirismo tras ser capacitada desde hace 32 años por el IMSS Bienestar, detalla que, cada dos meses, recibe capacitación, con esa instancia, y cada bimestre con el sector Salud estatal; en sí llevo 33 años como partera”.

La mujer de 57 años, originaria de Berriozábal, asevera que, desde hace como 25 meses, dejó de atender los partos, debido a que cada vez llegan embarazadas con más riesgo.

Es decir, dice, algunas presentan sangrado, o el líquido “está salido”, o poseen síntomas de preeclampsia, o el feto viene transverso, entre otras complicaciones que pondrían en riesgo dos vidas.

“Al momento del parto se complica, porque a veces resulta que ya no hay líquido, o los bebés se tragan ese líquido, y ya vienen con baja frecuencia cardiaca”, apunta Reyna, quien prefiere encaminar a las futuras madres a los hospitales para que ahí den a luz.

Ella pasa lo mismo que Irma, pues sus hijas tampoco desean “entrarle” al oficio porque saben que en la actualidad hay más riesgos para las embarazadas, “y son dos vidas; pero una de ellas ya está como asistente rural de una clínica, aunque sí me echa la mano con las hojitas de envío, el control prenatal, o las vacunas, si no hay complicación con la embarazada, u otras cuestiones”.

En toda su vida como partera, ella ha atendido alrededor de 150 partos, pero le ha dado seguimiento a cientos de embarazadas. En la actualidad, lleva el monitoreo de 40 embarazadas, algunas de ellas de 13, 14 o 15 años de edad.

“Les pregunto si tienen dolor de cabeza, cómo está el sangrado, o si están hinchados sus pies; y ya ese análisis lo entrego con un médico para el control de puerperio”, explica.

De nueva cuenta, Irma Carpio Díaz sólo pediría más apoyo de las autoridades de salud para que puedan adquirir el material que necesitan para atender los nacimientos. Según ella, lo único que reciben de forma gratuita son las capacitaciones

“Pero de ahí, lo que me servirá, pues no. A veces nos dan una bolsita de gasas o algodón, o pastillas, lo mínimo; ya lo hemos externado en varias ocasiones en el Centro de Salud local, necesitamos la ayuda”.