ENSENADA

“Quiero que mi muchacho aparezca”: Madre de uno de los militares arrastrados en mar de Ensenada

Brandon, con 22 años de edad y casado, recibió su alta apenas el pasado 16 de noviembre en Navojoa, Sonora

Créditos: LSR/Cuartoscuro
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Brandon Gastélum Ayala tenía la ilusión de hacer una gran carrera entre las armas, por eso se enlistó en la Guardia Nacional, pero hoy está entre los siete jóvenes desaparecidos desde que fueron arrastrados por el mar en Ensenada, Baja California, el martes 20 de febrero.

Con sus 22 años de edad y dos de casado, recibió su alta apenas el pasado 16 de noviembre en Navojoa, Sonora.

Su madre, Francisca Ayala Vega, viajó desde ese estado y durante una conferencia de prensa frente a las instalaciones militares El Ciprés, muy cerca del sitio donde las labores de recuperación continúan, confirmó que estaba por graduarse.

“Como madre lo que quiero es que mi muchacho aparezca, que me lo entreguen. ¿Qué está pasando? Lo quiero con vida, tengo mucha fe en nuestro padre Dios”, dijo.

Como ella, otros familiares viajaron desde su lugar de origen al municipio costero de Baja California para demandar información clara de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), sobre lo que ocurrió y los resultados de las labores en el área.

“Nos dicen: 'Regrésate al lugar de origen y allá espera la llamada'. Llamada que nunca sucede”, dijo otra madre que también viajó desde Sonora y habló por todas las familias, pero de forma anónima.

Francisca Ayala recordó a su hijo Brandon ilusionado antes de viajar a Ensenada para tomar los cursos, cuando planeaba comprar su primer uniforme y se veía sirviendo a México.

“Mamá, tengo un corazonzote y mucha vocación. Yo quiero ser un militar grande, me dijo”, contó Francisca.

Ella misma compartía esa esperanza al grado de soportar junto a él todo lo que fuera necesario mientras se preparaba para integrarse a las filas de la Guardia Nacional. Eso incluía, entre otras cosas, poco sueño y mala alimentación.

Incluso antes de que recibieran su primer salario, las familias enviaban dinero a sus hijos para comprar uniformes y cubrir sus necesidades, pero había otras exigencias que solo ellos soportaban.

“Mamá, me dice, hay veces que los tratos aquí no son tan buenos. Pero es parte de nuestra formación, así forman nuestro carácter. Pero yo aguanto todo, soy bien hombre. Pero nunca esperé esto”, relató Francisca.

UN PRÓFUGO Y LA INCERTIDUMBRE

El día que los jóvenes fueron golpeados por el alto oleaje en Playa Corona, había una alerta de la capitanía del puerto de Ensenada.

Por eso, y porque eran jóvenes sin experiencia para enfrentarse a ese tipo de entrenamiento que las familias sostienen no forma parte del adiestramiento militar, presentarán denuncias contra todos los mandos involucrados en la tragedia.

De entrada, saben que hay un teniente como el primer responsable, pero también que ya no está localizable.

“Lo que nos dicen es que este teniente desertó, que ya no se encuentra en el lugar, que huyó. Ahora me pregunto: ¿Quién lo dejó ir? Si a los muchachos los tienen encerrados, acuartelados, prácticamente encadenados física y mentalmente. ¿Cómo es posible que esta persona se vaya así sin que nadie se dé cuenta?”, cuestionó la madre que prestó su voz al resto de familias.

Y aunque ya fueron recibidas en las instalaciones militares, la información recibida es muy poca, al grado que no han podido hablar con los cuatro sobrevivientes rescatados el mismo martes, quienes al parecer siguen en El Ciprés.

Por vías extraoficiales desde Ciudad de México, contaron, saben que han llegado a la Sedena las bajas que serían de sus hijos, pero también tienen versiones de que dos jóvenes habrían llegado por su cuenta hasta la playa, y uno más, ya sin fuerzas, seguía luchando por su vida en el mar.

“Así como uno le echó ganar para formar gente responsable, derechita y por el lado de la justicia, justicia es lo que estamos pidiendo. ¿Dónde están los muchachos?” insistió Francisca.

“El dolor de una madre es un dolor incomparable ante cualquier circunstancia, no hay cosa que duela más que un hijo. Si nosotros estamos entregando a nuestros hijos a la patria, es porque queremos una patria mejor”, comentó.

“Fue una injusticia total, porque los muchachos no estaban preparados para una magnitud de esa naturaleza. Ni ellos se lo imaginaron lo supongo, por eso los metieron”.