Las condiciones de trabajo en los campos agrícolas de San Quintín, Baja California, han mejorado desde las revueltas de 2015, pero todavía hay muchos pendientes, comentó Abelina Ramírez Ruiz, secretaria general del sindicato independiente nacional democrático de jornaleros agrícolas de México.
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“Lo que necesitamos es que se cumpla la ley. Por ejemplo, la ley dice que los trabajadores tienen derecho a recibir todas sus prestaciones. ¿Se las dan? No”, mencionó.
Afirmó que las protestas ayudaron a que los trabajadores perdieran el miedo y hoy son frecuentes los paros laborales para pedir mejores condiciones de trabajo y el cumplimiento en el pago de prestaciones como utilidades.
Además, destacó, desde las elecciones del pasado 2 de junio se quedaron sin el único inspector que tenían de la Secretaría del Trabajo de Baja California
“A nivel federal hay una apertura de querer hacer las cosas bien, el problema no es la Secretaría a nivel federal, sino estatal”, afirmó.
Abelina Ramírez fue una de las invitadas al Foro movimiento laboral, migración y organización colectiva en la frontera norte, realizado en la Estación noroeste de investigación y docencia del Instituto de investigaciones jurídicas de la UNAM, en Tijuana.
Allí, activistas y académicos compartieron sus experiencias sobre las dificultades para constituir sindicatos independientes en el campo y en la industria maquiladora que solo en Tijuana emplea a más de 100 mil personas.
Además, una de las coincidencias de los participantes fue la estrecha relación que sostienen empresarios, gobiernos y sindicatos “fantasma” en perjuicio del derecho de los trabajadores a organizarse.
Abelina Ramírez dijo que en San Quintín hay tres sindicatos que tienen los contratos colectivos: CTM, CROC y CROM, contra quienes han tenido que luchar desde la reforma laboral de 2019, porque las empresas tampoco están dispuestas a permitir sindicatos independientes.
“Cerraron las puertas, no quisieron que los sindicatos independientes participaran. Ellos hicieron sus legitimaciones a modo. Los denunciamos y los trabajadores recibieron amenazas”, contó en entrevista previa a su participación en el foro.
Originaria de Oaxaca pero con 22 años de vida en San Quintín, Abelina mencionó que otro de los retos para la organización es el flujo constante de migrantes que llegan no solo para trabajar en San Quintín por temporadas, sino también para ir a los campos de Estados Unidos o Canadá ya sea con contrato o cruzando la frontera sin documentos.