TUXTLA GUTIÉRREZ.- Aarón era llevado a su escuela el pasado viernes por la mañana, por su padre Renato “F”, empleado de la Secretaría de Hacienda de Chiapas, cuando fueron interceptados por hombres armados, mismos que les dispararon.
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Del ataque, ocurrido en la colonia 15 de Septiembre, de esta capital chiapaneca, el papá de 39 años de edad falleció al instante; sin embargo, el pequeño de 11 años sobrevivió, aunque su estado de salud era grave por los dos balazos que recibió a la altura del pecho. El sábado, la noticia impactó a la sociedad: Aarón no soportó y dejó de existir en el hospital al que lo trasladaron.
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En redes sociales, ciudadanos externaban su tristeza y, a la vez, coraje por lo ocurrido. “Da rabia lo que sucede en este país” o “Justicia para la familia Figueroa Velázquez” o “En paz descanse mi niño”, eran algunas de los mensajes escritos luego de este hecho.
De acuerdo con cifras oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública y el conteo de eventos en medios informativos locales, de enero a la fecha se han registrado poco más de 570 homicidios dolosos en la geografía chiapaneca, es decir, casi dos asesinatos diarios; uno de los meses más violentos fue junio con 87 casos, seguido de mayo con 80 y agosto con 78.
Violencia extrema
El pasado 20 de septiembre, sujetos armados ingresaron al panteón municipal de Berriozábal y, entre golpes y amenazas, secuestraron a José; pero antes de irse, ellos le prendieron fuego a su casa de madera y lámina: en pocos minutos ésta se consumió. Sin embargo, adentro estaba una niña, de tres años, en su cama, quien falleció calcinada.
Casi cinco días después, la Fiscalía General del Estado (FGE) informó que aprehendió a dos sujetos, Yojhan “N” y Héctor “N”, como presuntos responsables de la muerte de la pequeña Emili.
Este hecho indignó a la población, misma que exigía justicia, pues esa localidad, situada a 10 kilómetros de Tuxtla Gutiérrez, ha sufrido por los constantes enfrentamientos entre bandas criminales, además de muertes, desapariciones y “cobros de piso”.
De acuerdo con la Red por los Derechos de las Infancias y Adolescencias en Chiapas (Redias), en alrededor de 15 municipios de las regiones Sierra Mariscal y Frailesca, poco más de 161,500 niños, niñas y adolescentes están en grave riesgo ante la violencia generada por el crimen organizado.
Testigo silenciado
Ricardo, de 16 años, grababa con su teléfono celular una escena que se ha hecho cotidiana en uno de los municipios más violentos de Chiapas, Tapachula, con la ejecución de un hombre.
Minutos después, una imagen conmocionó a una gran parte de chiapanecos: su padre se abalanzó y lo abrazó, pues sicarios lo alcanzaron a las afueras de su casa y acabaron con su vida.
“¡No te vayas, Ricardito!”, manifestaba, ahogado en llanto, el adulto mayor. El chico quedó tendido, bocabajo, en la banqueta. Recibió varios impactos de bala en la espalda. A los sicarios no les importó que el adolescente les entregó su equipo telefónico.
La violencia es tal que, el pasado 1 de octubre, en un camino de extravío conocido como Los Cocos, entre los municipios de Villa Comaltitlán y Huixtla, elementos castrenses les dispararon a unas camionetas que transportaban a 33 migrantes de diferentes nacionalidades, entre ellos cubanos, salvadoreños, de Nepal, Pakistán, Egipto, entre otros.
Como resultado, seis personas perdieron la vida y una decena más resultó herida y llevada a un hospital; por desgracia, entre los muertos había una niña.