TEOCALTICHE.- En este municipio todo mundo está de luto luego de que un grupo armado del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) perpetrara un ataque en el interior de un expendio de cerveza en el que se reunían a convivir, en su mayoría, adultos mayores. Fueron seis víctimas, todas murieron el mismo viernes 15 de septiembre y fueron sepultadas el lunes 18. Teocaltiche llora y clama por justicia.
El viernes 15 de septiembre, cinco sujetos irrumpieron en ese municipio de la región de Los Altos, Jalisco. Venían detrás de un convoy de la policía estatal. La célula delictiva ingresó por la carretera que comunica a Teocaltiche con el municipio de Nochistlán, Zacatecas, uno de los principales centros de operación del CJNG.
Testigos afirman que los sicarios descendieron de un vehículo y dispararon en contra de quienes convivían en el interior del establecimiento comercial. En el lugar murieron de inmediato cuatro de las víctimas, otra falleció mientras era atendida y una más perdió la vida de camino a un hospital.
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Quienes vieron a distancia la ofensiva criminal refieren que la mayoría de los sujetos portaban rifles de asalto y armas de fuego tipo escuadra. Los familiares informaron que sus seres queridos jugaban cubilete y veían un partido de béisbol, cuando el grupo armado los sorprendió y les disparó sin miramientos.
Los primeros en llegar al lugar de la masacre fueron los vecinos de la colonia Maravillas, donde se ubica el expendió de cerveza, además de los familiares de las víctimas, quienes presenciaron la dantesca escena de crimen.
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Luego de realizar el levantamiento de los cuerpos, personal de la Fiscalía de Jalisco, en una hoja de papel y a mano alzada, aseguraron el local comercial. Según la información “sello de aseguramiento”, escrito a puño y letra, la Carpeta de Investigación que se abrió por este multihomicidio es la 2920/2023.
En el piso, por fuera del local, un cúmulo de veladoras y un modesto arreglo floral recuerdan que ahí fueron asesinadas seis personas inocentes.
La masacre ocurrió el viernes pasado y fue hasta apenas la tarde del domingo que fueron entregados los cuerpos de las víctimas a los familiares, en avanzado estado de descomposición. Las víctimas iban a ser veladas durante dos noches, como es la costumbre de ese pueblo, pero por las condiciones de los cuerpos tuvieron que ser sepultados este lunes.
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Entre las campanadas de la iglesia principal, música de banda, mariachis, llanto y un fétido olor que salía de los féretros, fueron despedidas las víctimas. El clima es lúgubre en ese pueblo localizado en el vértice que hacen los estados de Jalisco, Zacatecas y Aguascalientes. “Todos estamos de luto”, suelta una lugareña.
“NO LE HACÍAN DAÑO A NADIE”
LA SILLA ROTA estuvo presente en los funerales donde familiares y pobladores señalan, contundentes, que las víctimas no le hacían daño a nadie. La mayoría era comerciante y uno de ellos –el dueño del establecimiento- era empresario. Todos queridos y respetados.
Tito Luévanos Pedroza tenía 52 años de edad y era originario del municipio de San Juan de los Lagos, Jalisco. Desde muy joven salió de su pueblo natal en busca del sueño americano. Su sobrino Carlos cuenta que su tío llegó al estado de California con la ilusión de formar un patrimonio y un sustento para sus padres, hermanos, esposa e hijos.
“Empezó con un carrito de madera a vender mariscos en la calle. Gracias a Dios que de ahí empezó a levantarse, a contratar más gente para el negocio de los mariscos, y de ahí gracias a Dios se fue para arriba, pero su negocio eran los mariscos, los cocteles, lo que se hace allá en Estados Unidos”, platica Carlos.
Relata que, después, Tito se regresó a México, a su tierra natal (San Juan de los Lagos) “y de allá tuvo que salir huyendo, porque lo querían secuestrar”.
Recuerda que su tío se refugió en Teocaltiche, donde tenía familiares y puso otro negocio de mariscos, que se convirtió en un lugar de convivencia para los habitantes.
“Pero él seguía con sus negocios allá en Estados Unidos, en los que se quedó su esposa y su hijo. Tenía dos restaurantes y una lonchería”.
Narra que Tito Luévanos, al llegar a Teocaltiche, montó una palapa-restaurante de mariscos, donde le daba de comer también a familias de escasos recursos.
Después abrió el local de venta de cerveza, que fue el lugar en el que perdió la vida y donde los pobladores se reunieron previo a los sepelios, para recordar a sus víctimas.
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“Por eso le llora mucha gente, porque era muy querido aquí en el pueblo. De hecho tenía amistades donde quiera”.
Carlos enfatiza que Tito en próximos días iba a ser sometido a un trasplante de hígado, por lo que una de sus metas era que le realizaran esa cirugía, para mejorar su salud.
“Y su mayor ilusión era estar en paz aquí en Teocaltiche y montar un restaurante para darle trabajo a más gente, para que se levantaran”, remata enfático Carlos.
Previo a ser sepultado, Tito Luévanos fue despedido por familiares y amigos con música de banda y su canción favorita: “El Paciente”, de Alfredito Olivas.
Familiares de las víctimas y habitantes de Teocaltiche piden solo un par de cosas: que se haga justicia y que se acabe el asedio y la corrupción de la policía estatal.
“Porque esos cabrones de los negros (policías estatales) siempre vienen acompañando y de la mano de los cuatro letras (CJNG)”, denuncia otro lugareño en el funeral.
Hasta este momento no hay ningún detenido como responsable de ese y otros hechos criminales perpetrados en Teocaltiche.
Ello, pese a las vistosas caravanas de criminales fuertemente armados del CJNG que se pasean en esa zona jalisciense, incluso a plena luz del día.
Violencia imparable
Apenas el pasado 3 de septiembre, otro grupo armado del CJNG emboscó a personal de la policía municipal de Teocaltiche. Los elementos policiales iban de avanzada a un evento de supervisión de obra pública, que encabezaría el alcalde, Juan Manuel Vallejo Pedroza.
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Autoridades federales y municipales de seguridad consideraron que el atentado iba dirigido en contra del presidente municipal, quien fue alertado del ataque.
Teocaltiche está rodeado de municipios en los que el CJNG controla hasta los gobiernos locales y sus autoridades.
Los comandos e integrantes de esa organización criminal son quienes rondan en camionetas -algunas con blindaje-, los municipios de Apulco y Nochistlán, Zacatecas.
Además, operan con esa misma libertad en Encarnación de Díaz y Lagos de Moreno, donde han aumentado las desapariciones de jóvenes y mujeres.