VIOLENCIA EN GUERRERO

Félix, chofer de 60 años, la primera víctima de la narcoguerra que consume a Chilpancingo

El 8 de julio, Félix Alonso, chofer del taxi 469, fue uno de los 5 transportistas asesinados durante la primera jornada de ataques contra choferes del transporte público de Chilpancingo

El 8 de julio, Félix Alonso, chofer del taxi 469, fue uno de los 5 transportistas asesinados durante la primera jornada de ataques contra choferes del transporte público de Chilpancingo
Violencia en Guerrero.El 8 de julio, Félix Alonso, chofer del taxi 469, fue uno de los 5 transportistas asesinados durante la primera jornada de ataques contra choferes del transporte público de ChilpancingoCréditos: Especial
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CHILPANCINGO.- El martes 8 de agosto, en la iglesia San Juan de Los Lagos de la colonia del PRI, fue la misa por el primer mes del fallecimiento de Félix Alonso, el chofer del taxi 469, uno de los cinco transportistas asesinados el 8 de julio pasado, la primera jornada de ataques contra choferes del transporte público de Chilpancingo.

Félix tenía 60 años, 20 de éstos fue taxista en la ciudad. Desde hace nueve años manejaba ese taxi; lo cuidaba como si fuera suyo, lo conducía desde las seis de la mañana hasta, máximo, 10 de la noche, con algunos intervalos para comer, atender algunas necesidades de casa de su esposa, hija o nietas.

Evitaba llegar tarde y dar servicios a colonias marginadas, como las partes alta de la PRD o Plan de Ayala, por seguridad. "Él era muy cuidadoso", dice Dulce Alonso su única hija. 

Confiaba que este año la Comisión de Transportes le entregara su permiso propio.

Aun cuando ya sabía que esa tarde del sábado 8 de julio habían atacado a unos taxistas, Félix decidió ir a guardar la unidad en el estacionamiento, porque creyó que si lo estacionaba afuera de su casa podrían incendiarlo.

Eso fue lo que le dijo a Dulce cuando se lo topó a las seis de la tarde de ese sábado cerca del puente de El Capricho. Ella bajó a pie de la casa de sus padres, en la colonia del PRI, donde vive con sus dos hijas, al cajero de la zona comercial ubicada a un costado del Paseo Alejandro Cervantes Delgado.

Antes le preguntó a su padre por qué no subió a comer. Félix solía volver a casa entre las tres y las cuatro de la tarde para la comida. De hecho esa tarde sus nietas le llamaron por teléfono como cada tarde y él no contestó la llamada, como de costumbre.

"Le dije papá regrésate a comer, y me dice no, porque dónde lo voy a parar, pues, ahí en la esquina (de la casa). Me dice no, porque lo van a quemar", cuenta Dulce sobre esa plática con su papá.

Ella también vio en redes sociales el ataque e incendio de taxis, pero pensó que eran de rutas foráneas; no se alarmó.

Alrededor de la una de la tarde de ese sábado ocurrió el primer ataque contra un chofer del servicio público. En la colonia 6 de Noviembre, cerca de la carretera Chilpancingo-Chilapa, abandonaron un taxi incendiado, y a unos metros dejaron el cadáver del chofer asesinado a balazos.

El saldo de ese día fue de cinco taxistas asesinados y cuatro unidades incendiadas en Chilpancingo y en Tixtla. En la cabecera del municipio vecino atacaron a un taxista de esta capital que por alguna razón acudió a dar servicio allá.

Dulce siguió en la calle en algunas ocupaciones y su padre partió camino al estacionamiento.

Después recibió un mensaje de una de su primas preguntándole si su tío Félix estaba bien. También vio el video del taxi 469 incendiándose.

'¡Mi papá, nooo!', grita varias veces al sentir temor. A esa hora ya no había transporte público, porque la información de los ataques contra choferes del transporte público fue regado por la ciudad.

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Entonces Dulce caminó desde el puente Ayutla, ubicado en el bulevar Vicente Guerrero, primero hacia el centro de la ciudad para buscar la manera de que alguien la llevara a la colonia Margarita Viguri, ubicada al otro extremo de la ciudad, donde supo fue incendiado el taxi que manejaba.

Pero la prima le llamó otra vez para informarle que su padre estaba en un hospital privado de la ciudad.  Su padre estaba mal herido, había perdido mucha sangre por las heridas de bala. Quemaron el taxi y a él le dispararon.

Félix murió en ese hospital más tarde. Dulce alcanzó a verlo y hablar un poco con él. Ella le cuestionó por qué no había vuelto a casa, también le pidió perdón por no habérselo llevado. “Nada más iba a encerrar el carro (el taxi)”, le dijo.

EL MISMO ESCENARIO UN MES DESPUÉS

Este martes 8 de agosto Chilpancingo amaneció igual que hace un mes cuando las unidades del transporte público cancelaron el servicio y la gente se guardó en sus casas por temor y precaución a ser atacados en los taxis y camionetas Urvan.

Dulce acudió ese día a trabajar hasta Galerías Chilpancingo, ubicada en la parte sur de la ciudad, cerca del cruce entre la Autopista del Sol y la carretera federal en dirección hacia Acapulco.

Por la tarde, a las 17:00 horas tenía agendada la misa religiosa de su padre por el primer mes de su fallecimiento, pero temía regresar tarde, porque para llegar al trabajo debió caminar desde su casa hasta el trabajo casi una y media hora, y el mismo tiempo de vuelta.

Pero sí llegó a la misa en la memoria de su padre.

Este martes fue el segundo día consecutivo de suspensión del transporte público en la ciudad porque el lunes atacaron la base de la ruta Mercado-Los Ángeles, ubicada al oriente de la ciudad, sobre el libramiento a Tixtla, y asesinaron a tres choferes, entre ellos un joven de 19 años.

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Este es el segundo episodio que paraliza la ciudad, porque además de que el servicio del transporte público se declara fuera de funciones, el miedo y la sicosis inmoviliza a la ciudadanía, y se guarda en su casas.

Pero los ataques y asesinatos de choferes son recurrentes desde ese 8 de julio pasado. El fin de semana pasado mataron a dos choferes más, las víctimas previas a las de este lunes; uno fue en Chilpancingo y otro en la carretera federal Acapulco-Chilpancingo, a la altura de la comunidad de Tres Caminos, también de este último municipio.

El contexto que rodea a estos ataques a transportistas incluye a grupos criminales con participación en las acciones violentas.

Por ejemplo, las acciones de protesta y violentas que anteceden a los ataques del 8 de julio, como el bloqueo de transportistas por la liberación de dos supuestos líderes que fueron detenidos por posesión de armas y drogas, y la irrupción violenta a la ciudad de habitantes de zona Centro en reclamo de obra social, fueron atribuidas por el gobierno federal al grupo criminal de Los Ardillos.

Con el nuevo ataque de este lunes a los choferes del transporte público, Los Tlacos, el grupo rival, lanzaron mensajes a través de lonas colgadas en puentes peatonales que por cada unidad que les quemaran, incendiarían 10.

Pero el contexto también incluye a autoridades expuestas por sus encuentros con criminales, como la alcaldesa de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández Martínez, que sigue sin aclarar su reunión con uno de los presuntos líderes de Los Ardillos, de la cual fueron filtrados videos.

Los líderes de Los Ardillos Celso e Iván Ortega Jiménez son hermanos del actual diputado local perredistas, Bernardo Ortega Jiménez, quien ha estado varias ocasiones en esa curul del distrito donde tienen operaciones sus consanguíneos, parte de la zona Centro y Montaña baja. También ya fue alcalde de Quechultenango, de donde son originarios.

Además de que ninguna operación policiaca ha funcionado para frenar esta enésima crisis de inseguridad en el estado.

Este miércoles 9 de Agosto, por un acuerdo entre autoridades estatales y transportistas fue que el servicio del transporte público reanudó actividades, pero con temor de parte de usuarios y choferes, según dijeron algunos que fueron consultados.

Con todo este contexto, para Dulce es muy importante dejar claro que su padre, como otros choferes asesinados en estos días, son ajenos a la diferencias de grupos criminales y políticos.

Su padre garantizaba a su casa solo el dinero que sacaba de su jornada de casi 16 horas diarias en el taxi, y aun así "íbamos al día”.

Con 60 años Félix cubría los gastos de casa y ayudaba a Dulce con la crianza y manutención de sus dos hijas, porque es madre autónoma. "Era una persona honrada", agrega al reprochar cualquier intento por ensombrecer la memoria de su padre.

Porque en Guerrero, donde no hay garantías elementales de seguridad de parte de las instituciones, muchas víctimas terminando siendo responsables de sus destino.

OTRO CASO, LA MISMA HISTORIA

Javier Mendoza era taxista de la unidad 403. También tenía 60 y el taxi que manejaba tampoco era suyo. Era un trabajador, aclaró su hija Samara Mendoza. Llevaba 25 años en servicio y nunca antes tuvo un problema en su oficio.

Javier es otra de las víctimas de ese sábado 8 de julio. Su turno era por la tarde. Había salido a trabajar a las 15:00 horas, para entonces, de acuerdo con los registros de los hechos ya habían ocurrido los primeros ataques, pero salió a trabajar, debía hacerlo porque era su única fuente de ingresos.

Más tarde Samara vio en redes sociales que habían incendiado un taxi en la cabecera de Tixtla y asesinado al chofer, y llamó a su padre para decirle que tuviera cuidado porque atacaron un unidad de Chilpancingo en el municipio vecino. Él le dijo que así lo haría.

Después, pasadas las seis de la tarde, Samara volvió a ver en redes que otros dos taxis fueron incendiados, ahora al sur de la ciudad de Chilpancingo, rumbo al pueblo de Petaquillas.

Uno de ellos era el vehículo que manejaba su papá, con su cadáver dentro. Pero esto lo supo al día siguiente, porque tardaron en confirmárselo.

Samara coincide con Dulce en que no están dispuestas a que se pongan en entredicho la reputación de sus padres porque quedaron atrapados en hechos violentos donde desde entonces los choferes del transporte público son carne de cañón de grupos armados con intereses y relaciones mayores.

Otra coincidencia entre estos casos son las dificultades que atravesaron en los trámites funerarios sin que una autoridad se acercara a brindarles apoyo, menos han aclarado que sus padres son víctimas de una violencia que siguen sin ser contenida por las instituciones de seguridad.

Siete días después de los hechos, Samara reprochó en un medio local la falta de acompañamiento de las autoridades, porque tuvieron muchas complicaciones para que le entregaran el cadáver en el Servicio Médico Forense (Semefo). Tardaron unos 10 días en hacerlo.

“Cómo es posible que en las redes sociales digan que están en acompañamiento con las víctimas cuando no es así”, dijo en esa ocasión.

Este jueves 10 de agosto, un mes y dos días después de los hechos, Samara ha empleado horas entre el Ministerio Público y la Fiscalía General de Estado (FGE) en trámites por el caso de su padre.