VIOLENCIA EN MICHOACÁN

A un mes del crimen de Hipólito, en La Ruana se encomiendan a La Virgen y a Dios

En esa localidad de la Tierra Caliente, la movilidad criminal sigue igual, a pesar de la Base de Operaciones Interinstitucionales, conformada por el estado y la federación

En esa localidad de la Tierra Caliente, la movilidad criminal sigue igual, a pesar de la Base de Operaciones Interinstitucionales, conformada por el estado y la federación
Crimen de Hipólito Mora.En esa localidad de la Tierra Caliente, la movilidad criminal sigue igual, a pesar de la Base de Operaciones Interinstitucionales, conformada por el estado y la federaciónCréditos: CARLOS ARRIETA
Escrito en ESTADOS el

BUENAVISTA.- “Las 12 del día con 15 minutos; las 12 con 15, aquí en esta bella de la región de la Tierra Caliente, en la que tenemos un clima de 33 grados centígrados aquí en La Ruana”, se escuchaba en la radio comunitaria de la tenencia “Felipe Carrillo Puerto”, municipio de Buenavista, Michoacán, poco antes de que el exlíder de las autodefensas, Hipólito Mora Chávez, fuera asesinado con tres de sus escoltas.

En esa localidad de la Tierra Caliente, la movilidad criminal sigue igual, a pesar de la Base de Operaciones Interinstitucionales, conformada por el estado y la federación.

Ese 29 de junio, Guadalupe Mora Chávez, hermano de Hipólito, tomaba café a dos cuadras de su casa, como solía hacerlo a diario.

Narró a LA SILLA ROTA que, ese día, mientras bebía su café, vio pasar desde temprana hora tres camionetas con gente fuertemente armada.

Contó que su reacción fue llamar a su hermano Hipólito para alertarlo del comando, ya que también recibió llamadas que le advertían de más vehículos con criminales.

“Cuídate mucho Polito, porque seguro van por ti”, le dijo Guadalupe a Hipólito, su hermano mayor.

Platica que regresó a su casa y poco después empezó a escuchar los estruendos de los fusiles de asalto que describe, se escuchaban en todo el pueblo.

“Desde aquí se escuchaba todo bien clarito. La balacera estaba muy fuerte, se oían las armas de alto poder”, relata mientras apunta en dirección del punto de ataque.

Desde la azotea se ve la base de fuerzas estatales y federales, a donde Mora Chávez gritó para exigirle a militares y policías estatales que intervinieran.

“No había vehículos, solo tres soldados y les grite que pidieran apoyo y fueran por los criminales, porque estaban atacando a mi hermano, pero me ignoraron”, recuerda.

 

“Estoy seguro que el gobierno se salió del pueblo para dejar que Los Viagras entraran y mataran a mi hermano, porque están bien coludidos”, acusó Guadalupe Mora.

Señala que, aunque quiso, no podía salir de su casa y hasta que terminó el ataque fue que se trasladó al lugar en el que habían asesinado Hipólito y a sus tres escoltas.

“Cuando llegué vi que ya estaba mi hermano y uno de sus escoltas muertos, tirados a un lado de la camioneta quemada”, menciona.

Y agrega que “mi hermano no tenía todo el cuerpo quemado, porque los vecinos le echaron agua al cuerpo. Sentí mucha tristeza y coraje, porque el gobierno lo dejó solo”.

NO FUERON 25 SICARIOS

Guadalupe Mora refuta las declaraciones del fiscal estatal, Adrián López Solís, quien aseguró que, en el ataque contra su hermano, participaron 25 personas.

“No fueron 25. La gente vio cuando entraron y salieron más de 10 camionetas y cada camioneta traía seis o siete sicarios, entonces calculo que eran 60-70”.

Con relación a las cinco órdenes de aprehensión que López Solís indicó que habían obtenido de un juez en contra de cinco presuntos partícipes, Mora lo cuestionó:

“Lo principal es que cumplimenten esas órdenes de aprehensión y que entre estas estén los meros responsables: Heladio Cisneros Menera, ‘La Sirena’, jefe de plaza aquí en La Ruana, y su jefe, el líder de Los Viagras, Nicolás Sierra Santana”.

“Ellos son los principales que deben detener, porque Nicolás ordenó el asesinato y el que hizo el operativo para matarlo y quemarlo fue La Sirena”, acusó.

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“Así que, si las autoridades no detienen a los responsables, nosotros haremos justicia, el pueblo se levantará en armas y sabemos que eso va a costar muertes y derramamiento de sangre”, advirtió Guadalupe Mora.

EL PUEBLO

Los habitantes de La Ruana buscan retomar sus actividades cotidianas después de cada hecho de violencia, refugiados en las actividades eclesiásticas de la parroquia.

Aunque no quieren ser grabados por su seguridad, pasan por el lugar del ataque y algunos de ellos cuentan -en voz baja- que el asesinato de Hipólito Mora es el más reciente suceso de miedo, pero no el primero. Y advierten que no será el último.

Mientras observa las cuatro cruces colocadas donde quedaron dos de los cuatro cuerpos, un trabajador del campo asegura que lamentablemente tuvieron que aprender a vivir en esas circunstancias, a las que ya están acostumbrados.

“Con esta mula nos tocó arriar y ni modo de que nos vayamos. Vivimos con miedo, pero no podemos hacer nada. Si el gobierno no quiere, no vamos a vivir en paz”, enfatiza.

En ese lugar, donde fue perpetrada la ofensiva criminal, además de las cruces se ven algunos rastros de la masacre, vidrios rotos y pedazos de llantas quemadas.

En una de las viviendas son visibles las perforaciones que dejaron en la pared los impactos de los tiros de Barrett calibre .50, que dispararon los criminales.

También llaman la atención cuatro veladoras apagadas y llenas de agua, colocadas debajo de las cruces negras con los nombres de las víctimas.

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Los niños pasan en sus bicicletas y todavía voltean a las cintas que puso la fiscalía para acordonar la escena del crimen y que todavía cuelgan en pedazos, de un árbol.

A unas calles está en el abandono la casa del exlíder de las autodefensas y donde fue velado su cuerpo con poca asistencia.

Los rastros del velorio son un moño negro en la puerta de acceso, unas bolsas de basura con los secos arreglos florales y una lona que techó su féretro.

Empero, los habitantes aseguran que su única protección es “la bendición de la Virgen de Guadalupe y de Dios, a quienes les pedimos por la paz de la comunidad, porque al rato se va el gobierno y nos volvemos a quedar solos”, rematan.