OAXACA.- Cuando la profesora escribe sobre el pizarrón las miradas de Ana, Rosa, David, Issac y Luis (nombres ficticios) se posan atentas, receptivas y deseosas de aprender. Bajo un árbol, con una pizarra colgando de una rama, es como las y los hijos de Honorina aprenden las primeras letras.
“Ellos están muy gustosos por aprender. Como niños tienen sus pro y contras, porque son niños sanos, porque ellos quieren jugar, quieren comer, viven un proceso difícil psicológicamente, no entienden cómo es la sociedad porque no la conocían, son callados y sumisos”, explica Angela Francisca Orea Herrera, maestra rural jubilada, quien a invitación de la defensora de derechos humanos y activista feminista Aleida Ruiz Sosa, tiene por encomienda brindar las herramientas básica que preparen a las y los niños para ir a la escuela.
La familia habita en la Colonia Bugambilias de Santa Rosa Panzacola. Su historia de precariedad y vulnerabilidad fue dada a conocer por Aleida, premio nacional de la juventud a inicio de 2023 con la finalidad de transformar la realidad en la que viven.
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El camino hacia esa ruta no ha sido nada fácil pues los desafíos son muchos. “El estado sigue teniendo una deuda con Honorina, quien fue madre y esposa a los 12 años. Ella fue traída de Loxicha a Oaxaca sin saber español, sin saber leer y escribir. Su vida sigue de esta manera. Es víctima de los anteriores gobiernos por no defender a las infancias”.
“Hasta el momento los seis hijos de la señora Honorina sigue esperando a que sus derechos humanos se cumplan y que no sólo se disimule que se está haciendo algo por ellas y por ellos”, expuso la activista a través de un video.
Tras la intervención del DIF del ayuntamiento de Oaxaca de Juárez una parte de los menores de edad fueron inscritos en el CADI y otros en una escuela en Santa Cruz Xoxococotlán, sin embargo “hay que recordar que esta familiar es de pobreza extrema, no cuenta con lo básico con lo básico, como es agua potable, drenaje, alimentación así que como pueden asistir a las escuelas a estas distancias que no sólo representan gastos sino también riesgos”, advirtió.
EL SALÓN DE CLASES
Abiertos al conocimiento, los niños convirtieron el patio de la casa en un aula a cielo abierto. Con la donación de pupitres hechos por Aleida Ruiz, se imaginan en la escuela y descubren el uso de herramientas como el lápiz, el cuaderno, las letras…
Con la experiencia en la enseñanza en contextos rurales, la maestra Ángela, jubilada hace 17 años, señala que el contexto en el que viven las y los hijos de Honorina es más complejo que aquellos vistos en las localidades alejadas de Oaxaca, sobre todo porque la madre de familia no cuenta con ninguna red de apoyo.
La docente inició en 1976 como maestra federal en una escuela en Matías Romero y después trabajó en la Mixteca: Juxtlahuaca, Tonalá y Huajuapan. Así como muchas otras más en distintas regiones de la entidad.
“Yo acepté esta labor porque quiero ayudar a que las y los niños no sigan en marginación ni que sufran por no saber las letras o no poder leer. El reto es para ellos. Ellos tienen ganas de aprender, quieren leer y escribir. Están muy gustosos de aprender”, destacó.
La docente, así como la activista Aleida Ruiz Sosa, reiteraron el llamado a las autoridades para que mantengan un acompañamiento efectivo a la familia.