OAXACA. - Doña Aurora llegó con paso arrastrado, carga el peso de sus 85 años de edad. La fila es larga al igual que la espera en la farmacia del Hospital Regional del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) Presidente Juárez de Oaxaca. Aquí, tener acceso a medicamentos puede llegar a tomar hasta 72 horas de antesala.
“Tengo 85 años y mire la cola que tengo que esperar, si voy allá me regresan. Esto es siempre, esperar para que algunas veces nos digan, así, simple y de mala manera: no tengo el medicamento”, expresa sentada en la barda del hospital. Son las 12:00 de la tarde, el sol es inclemente debido a la tercera ola de calor que cubre al país
Lo mismo pasa con Ana Luz Ramos, ella llegó el miércoles a las 09:00 horas por el medicamento de su paciente con Parkinson. Debido a que el medicamento es caro (Levodopa Pranitexasol y Resagilina), primero tiene que hacer una antesala, para que la directiva del hospital autorice la entrega. Si el director o directora en turno no se encuentra en ese momento, tienen que regresar otro día para poder recogerla.
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En la fila las quejas son similares, porque sólo hay una persona en ventanilla. Quienes están al frente tuvieron una espera de tres horas bajo el sol. El reclamo es más fuerte cuando se trata de personas que llegan con sus personas enfermas porque no las pueden dejar solas, o las que van en sillas de ruedas, muletas o bastón.
A falta de una política interna o medidas que brinden una atención digna, nadie tiene preferencia en el surtimiento de sus recetas. Personas enfermas o no, tienen que cumplir con tres horas de espera.
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Pero la problemática no es sólo con la deficiente atención en el área de farmacia, también es en laboratorio y en las áreas de internamiento. Familiares de pacientes que se encuentran hospitalizados denunciaron que las camas están en malas condiciones, las batas están rotas o sucias, además de que no existen sillas para que las y los cuidadores de los pacientes que requieren algún tipo de ayuda.
“Las batas, las sábanas, están todas sucias y rotas. Cómo van a tener un enfermo ahí sí está todo sucio. Las camas están desarmándose. Así estuvo mi mamá, imagine que se caiga el enfermo”.
“Es indignante que las personas de la tercera edad que dedicaron su vida al servicio más de 30 años, los tengan aquí y los familiares que los vienen a apoyar, tengan aquí a los enfermos con Parkinson, con colostomía, con piernas rotas en silla de rueda y que sean inhumanos haciéndolos esperar”.