TUXTLA GUTIÉRREZ.- En la llamada Costa chica de Chiapas, la gente se ha acostumbrado a recurrir a la sangre de los cocodrilos para, supuestamente, curar enfermedades como el cáncer, una práctica que, sin duda, ya tiene décadas.
Antonio, originario del municipio costeño de Tonalá, cuenta que un primo tenía cáncer y, en su búsqueda de una cura, ingirió por un tiempo la sangre de ese reptil que le conseguían.
Sin embargo, advierte que no le surtió el efecto esperado. “Es más, mataron varios animalitos de ésos, pero, como dije, no pasó nada, no hubo una cura”.
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Pese a tener una experiencia, recuerda que una de sus cuñadas, afectada por la anemia, también probó esa sustancia para que, supuestamente, reactivara sus defensas, pero el resultado fue el mismo: más que una “panacea”, fue un mito.
Antonio refiere que no sólo sus familiares han incurrido en ese tipo de remedios, sino también otros conocidos o amigos; “en mi caso, no creo que pase algo bueno al tomar esa sangre, soy incrédulo”.
La Costa chica del territorio chiapaneco comprende, además de Tonalá, tres municipios más como: Arriaga, Mapastepec y Pijijiapan.
DESMIENTEN UNA POSIBLE CURA EN HUMANOS
Jerónimo Domínguez Laso, experto en cocodrilos, lamenta que este tipo de prácticas aún sean comunes, al menos, en varias regiones de Chiapas como el Centro, Costa y Norte, donde la gente abusa en el consumo.
Hace poco, ejemplifica, una persona lo contactó para preguntarle si le podía vender un cocodrilo de los que rescata porque una pariente quería tomar la sangre porque tenía cáncer y quería sanarla; “le dije que no era viable, que no había cura con la sangre, y no es ni ético ni moral que yo haga eso”.
Por desgracia, advierte el director de la asociación civil Conservación, Manejo y Aprovechamiento Sustentable de Flora y Fauna Silvestre (Comaffas), quienes padecen de enfermedades terminales tratan de recurrir a lo que sea para aliviarse, “piensan que, si no los mata, todo es ganancia, pero es un mito”.
No obstante, comenta que ya comenzaron a comercializar productos de laboratorio de ese animal, “que son tomables y los usan para reforzar el organismo o incluso curar algunas enfermedades”.
De acuerdo con Jerónimo, el cocodrilo tiene un sistema inmunológico fuerte, por lo que, si se corta una parte de su cuerpo, dentro de su sangre posee una sustancia conocida como “cocodrilina”, la cual le ayuda a evitar una infección provocada por bacteria o virus.
“Pero, insisto, no quiere decir que si un humano toma esa sangre será beneficiado con la ‘cocodrilina’”. Por fortuna, comenta que los casos de personas que la beben son cada vez menos debido a las acciones implementadas por instancias como la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa).
“PARA MÍ ES UN MITO, PERO MI SUEGRA CONSUMIÓ LA SANGRE”
En entrevista con La Silla Rota, Norberto, originario de la Bahía de Paredón, en ese mismo municipio de Tonalá, está convencido de que tomar sangre de cocodrilo para curar enfermedades es un mito; sin embargo, acepta que familiares han probado la misma en su desesperación por sanarse de algún mal.
Recuerda que a su suegra le suministraban la sangre de ese reptil porque padecía de cáncer, “pero al final del día falleció”.
Según él, una zona de esa municipalidad costera donde hay mayor consumo es la colonia Manguito, aunque descarta que haya versiones positivas de los lugareños sobre una posible cura.
MALAS PRÁCTICA QUE PONEN EN RIESGO A MUCHAS ESPECIES
Aunque, de acuerdo con la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), el cocodrilo no está en el catálogo de las especies más traficadas en nuestro país, como sucede con el perico cabeza amarilla, las guacamayas roja y verde, el tucán pecho amarillo, los monos araña y aullador, la víbora de cascabel, entre otros, este tipo de prácticas sí lo ponen en un nivel de riesgo.
De hecho, dentro de la Norma Original Mexicana 059 de la Semarnat, cocodrilos como el de río y el de pantano aparecen dentro de las más de 1,800 especies sujetas a protección especial.
“La compra oportunista motivada por el deseo de poseer mascotas exóticas, trofeos de caza y plantas y animales raros, así como la adquisición de subproductos en forma de artesanías y joyas son ejemplos de demanda impulsada por el estatus social asociado”, advierte la dependencia.
En México, deja en claro, los factores culturales también han jugado un papel fundamental en la demanda de vida silvestre, los cuales están bastante arraigados, por lo que se han convertido en hábitos y costumbres difíciles de cambiar. “Tal es el caso del uso de las carnes de víbora de cascabel y de zorrillo en prácticas de medicina tradicional”.
Lo anterior, detalla, tiene fuertes implicaciones para la lucha contra el tráfico ilegal de vida silvestre, ya que lo convierte en una problemática más compleja.
“CREENCIA” SE ORIGINÓ EN CHIAPAS
Amado Ríos Valdez, extitular de la Semarnat en Chiapas y experto en este tipo de temas, coincide que es un mito que se generó en la Costa de Chiapas, hace mucho tiempo, “no se ve en otras zonas costeras como Veracruz, Guerrero y Tabasco donde también hay cocodrilos”.
Como todo mito, refiere que todo se basa en una tradición oral, como lo que ocurre con los huevos de la tortuga, de los cuales se dice que son afrodisiacos, entre otras cosas. “Y al menos en este último caso, hubo un momento que estuvo en serio peligro esta especie, hasta que tuvieron que protegerla”.
En el caso de la sangre del cocodrilo, considera que es una práctica no muy extendida como tal, pero sí tiene mucho alcance como mito, “mucha gente sabe, o percibe o le han dicho que se quita el cáncer con eso, pero muy pocos lo practican”.
Considera que, si las muertes de cocodrilos fueron muchas, de forma clandestina, siempre quedan evidencias. No obstante, advierte que lo que sí es más común es el tráfico o venta de la piel de ese reptil, muy valorada para hacer productos como zapatos, bolsas, cinturones, carteras.
Según él, quienes en todo caso podrían comercializar desde la sangre, la piel o hasta la carne del cocodrilo son algunas Unidades de Manejo Ambiental (UMA’s) certificadas por la Semarnat, pues ahí producen sus propios animales, “no los capturan del medio exterior”.
“Lo que te puedo asegurar es que en esos lugares no ha habido ni un caso de compra legal de sangre de cocodrilo”.
José, comerciante de la zona costera chiapaneca, refiere que sólo ha escuchado los supuestos beneficios del consumo de sangre de ese animal, pero nunca lo ha visto ni comprobado.
Lo que sí ha descubierto, refiere, es que algunos pobladores cazan a los animales para otros fines, como el aprovechamiento de la piel, “lo compran algunas personas que los quieren disecar para tenerlos como trofeo, como adorno… la otra vez vi cómo en la Bahía de Paredón unas personas llevaban un caimán real ya muerto, así le llamaban, pero, como dio, lo agarran para trofeo”.
Otra cuestión que ha visto, dice, es cómo extraen la sangre y aceite, pero de la tortuga o parlama, “lo usan para cuestiones como la tos, pero no más”.