MORELIA.- Era un grupo de unos 9 o 10 sicarios. Entraron de manera violenta a la capilla donde oficiaba una misa el padre “Rafa”. En Tierra Caliente, Michoacán, es común ver a hombres armados, ya sea integrantes de algún cártel o de grupos de autodefensas. Eran jóvenes, de no más de 30 años. Estaban armados y por eso, para no poner en riesgo a los feligreses, el sacerdote no les dijo nada. Era el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y era la primera vez que se metía a esa iglesia.
Posteriormente, al denunciar la incursión violenta del CJNG a su templo, el sacerdote dijo a autoridades de Michoacán: “he reconocido que debí expulsar a estas personas por introducir armas a la casa de Dios, pero no quise interrumpir la santa misa”.
Un reportaje de InSight Crime narra que la celebración de ese día era especial. A principios de ese mes, varios hombres armados, presumiblemente vinculados al Cartel de Sinaloa, habían asesinado a plena luz del día a dos sacerdotes jesuitas dentro de una iglesia en Chihuahua, en la Sierra Tarahumara. El padre “Rafa” había dedicado el culto de ese día a la memoria de los sacerdotes que habían sido víctimas de la violencia extrema que azota a México.
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Cuando terminó la misa, el grupo armado esperó al padre afuera del templo. Al salir de la capilla, uno de los hombres mayores del grupo amenazó al sacerdote en repetidas ocasiones.
“Quiero hablar con ustedes”, recuerda el padre. “Quiero que sepan que mi grupo y yo somos los que controlamos esta área”.
Ante la amenaza contra el padre “Rafa”, algunos miembros de la comunidad se ofrecieron a ayudarlo para que saliera del estado, pero el religioso se rehusó.
“(Si me voy) socavaría la fortaleza espiritual de la Iglesia Católica e incumpliría la vocación religiosa a la que he consagrado mi vida presente y mi vida eterna”, señaló en la denuncia que interpuso ante la Fiscalía de Michoacán.
Después de haber trabajado como sacerdote durante más de tres décadas en la región de Tierra Caliente, el padre “Rafa” ha visto diversas organizaciones criminales que van y vienen. Por eso, afirma que no todas son iguales.
Al principio fue el Cártel del Milenio. Este grupo recurrió a alianzas con el Cártel de Sinaloa para convertirse en un importante traficante de metanfetaminas. Luego vino la Familia Michoacana, que comenzó bajo el mando de otro grupo, Los Zetas, a quienes luego expulsaron de Michoacán. Sin embargo, una ola de violencia, acompañada de muertos, arrestos y fracturas internas llevaron a la desaparición de ambos grupos y dieron paso a muchos otros, entre ellos, el CJNG.
Antes de su llegada, las cosas no eran perfectas; sin embargo, el padre dice que los narcos eran más tolerantes con los civiles. “Los Jaliscos”, como se les conoce popularmente a los integrantes del CJNG, trajeron consigo un estilo más agresivo, más violento.
“El cambio fue que los otros narcos convivían con la población y los nuevos narcos agredían a la población”, asevera.
Específicamente, el padre "Rafa" afirma que el CJNG ha asesinado, desaparecido y expulsado a más personas que todas las organizaciones anteriores. Su guerra contra otros grupos también ha provocado desplazamientos forzados.
El padre dice que la población de este pequeño pueblo de la Tierra Caliente se ha reducido en unos 100 habitantes y que casi todos los residentes son personas de 60 años o más. La ausencia de jóvenes ha reducido drásticamente los servicios disponibles y ha obstaculizado la economía local.
“La gente quiere vivir en paz, pero ya no quiere vivir aquí debido a la inseguridad”.
RESISTE
Los problemas del padre “Rafa” continuaron después de que los sicarios del CJNG entraron a su iglesia y él acudió a las autoridades. Poco después de presentar la denuncia, escuchó el eco de tres disparos a las afueras de la ciudad.
Sintió un vacío en el estómago. Era probablemente un arma automática, pensó; le estaban enviando un mensaje.
Pocas personas aquí se han enfrentado al CJNG o a otros grupos criminales. Los habitantes han aprendido que es mejor guardar silencio, mirar hacia otro lado y fingir que no escuchan ni ven nada.
Pero este sacerdote no lo ha hecho. Las amenazas de muerte y las exigencias de que abandone el municipio, o que de lo contrario enfrente las consecuencias, se han vuelto constantes desde entonces.
“Quisieron correrme, pero yo no quise irme y aguanté… y aquí estoy”, dijo.
Tierra Caliente es un área ubicada entre Jalisco y Michoacán y ha sido durante los últimos años un campo de batalla de grupos criminales, debido a la disputa por el control de este corredor estratégico para la producción de drogas sintéticas.
Desde su base de operaciones en Jalisco, el CJNG ha llevado a cabo durante años una campaña para expandirse a Michoacán y a lo largo de Tierra Caliente para ejercer control sobre ciertas economías criminales, por lo que actualmente se enfrenta a diversos grupos locales, como la Nueva Familia Michoacana, Los Viagras y a los remanentes de Los Caballeros Templarios, los cuales en ocasiones han operado juntos y con otros grupos independientes bajo la bandera de los denominados Cárteles Unidos.