TUXTLA GUTIÉRREZ. - Robelsy Pérez Rodríguez estaba desesperado porque, desde hace siete meses, fue despedido de su empleo en una empresa de telefonía en Guatemala; por ello, no le quedó de otra que hipotecar su casa para obtener 140 mil quetzales con los que emprendería su viaje a Estados Unidos, donde esperaba hacer dinero para darle una mejor vida a su familia.
Hace 15 días, salió de su hogar, situado en la aldea Tojchina, municipio de San Pedro Sacatepéquez San Marcos, pero nunca se imaginó que quedaría atrapado en la estación migratoria de Ciudad Juárez, ni mucho menos que sería uno de los 28 guatemaltecos muertos el pasado lunes por la noche.
Lourdes, su sobrina, recuerda que, tras perder su empleo, él empezó a laborar en un un taxi, pero se angustió mucho porque lo que obtenía no le alcanzaba para darle calidad de vida a sus dos hijas, una de 11 y otra de 5, y a su niño de 6.
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“Decía que quería un futuro mejor para sus hijos; ‘yo me voy’, dijo”.
Según ella, su tío, de 38 años de edad (contaba con una profesión), le pagó a una persona un “viaje especial” en avión, por lo que haría dos escalas en México, pero fue en el aeropuerto de Ciudad Juárez donde lo detuvieron y se lo llevaron a la estación migratoria.
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Robelsy portaba su DPI (identificación oficial) y su teléfono; de hecho, el domingo, como a las 4 de la tarde, le permitieron hablarle a su esposa Elida, a quien le manifestó que estaba bien, pero que sufría en el lugar donde lo encerraron.
Lo que no se sabe, dice Lourdes, es si su tío viajaba con otros conocidos; “sólo le dijo a mi tía que, si no le daban salida ese lunes en la noche, sería el martes en la madrugada; lo repatriarían a Guatemala”.
Para ella, la muerte no solo de su tío sino de las 39 personas migrantes se trató de una injusticia, “todavía le dijo a mi tía que si le había pasado esto (la detención) era porque no era para él, y que ya no intentaría llegar a los Estados Unidos otra vez, que lucharían juntos aquí en Guatemala”.
Familia vive en carne propia tragedia de estación migratoria
Como ya tenían conocimiento de que Robelsy estaba en esa estación migratoria de Ciudad Juárez, dice la entrevistada, comenzó una preocupación en su tía y sus demás familiares.
Por ello Elida, cuenta Lourdes, marcó varias veces a la estación migratoria, pero no le contestaban, por lo que intuyeron que algo no estaba bien. La presión creció cuando se enteraron, a través de las noticias, de la muerte de la mayoría de los migrantes que estaban encerrados.
Aunque estaban listos para moverse a México y agilizar los trámites, refiere que el Consulado de México les recomendó esperar, pues mover el cuerpo por cuenta propia les generaría muchos gastos.
Otra situación que los “golpea”, es que la casa quedó hipotecada con un banco, por lo que la preocupación es mayúscula, debido a que la esposa de Robelsy no genera ingresos, pues se dedica de lleno a sus hijos. “Quedamos bien endeudados”.
Lourdes recuerda a un tío amoroso, quien siempre se preocupaba por que su familia estuviera bien, “convivía demasiado con nosotros, y cuando algo nos pasaba, él estaba atento, nos quería mucho, así como nosotros lo queríamos a él; no merecía morir así, ¿Por qué? lo mataron”.