NUEVO LAREDO.- En los últimos años, las organizaciones criminales de México han diversificado sus delitos. Uno de los más lucrativos es en el tráfico de migrantes, y en Nuevo Laredo, el Cartel del Noreste lleva años operando con sofisticadas unidades de secuestro, que retienen a los migrantes que van de camino por la ciudad fronteriza o son deportados a ella.
Desde la pandemia, las cosas han empeorado para los migrantes. Políticas como el Título 42 dispararon el número de potenciales víctimas para agrupaciones depredadoras, como el Cártel del Noreste. La orden cerró completamente los puntos de entrada para los solicitantes de asilo, lo cual obligó a muchos a quedarse esperando en ciudades fronterizas mexicanas, como Nuevo Laredo, a merced de los traficantes.
La política resultó beneficiosa para las actividades criminales de los cárteles de las drogas. Además de la extorsión y el narcotráfico, la gran cantidad de migrantes en Nuevo Laredo, ciudad de casi medio millón de habitantes, se ha convertido en “el pan de cada día” para el Cartel del Noreste, según un reportaje de InSight Crime.
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El control del secuestro de migrantes es solo una muestra de la hegemonía del grupo criminal en esta ciudad fronteriza. “Ellos vigilan todos los refugios aquí... nos extorsionan a nosotros y a los migrantes”, denuncia el pastor que dirige un albergue para migrantes en esta frontera.
Casi todos los directores de refugios para migrantes de la ciudad están sometidos a presiones semejantes. El Cartel del Noreste opera sin impedimentos ni de grupos rivales ni de las autoridades locales que muchas veces son cómplices de su actividad criminal.
TODO QUEDA EN FAMILIA
Gran parte del poder del Cartel del Noreste en Nuevo Laredo se debe a su conformación hiperlocal y a las raíces históricas arraigadas en la ciudad. El CDN se formó hace cerca de una década, de las cenizas de los sanguinarios Zetas, quienes también surgieron en Nuevo Laredo. Pero los Zetas se atomizaron después de varias muertes y de la captura de importantes líderes.
De esas cenizas surgieron dos grupos disidentes rivales: el Cartel del Noreste y los Zetas Vieja Escuela. En Nuevo Laredo, el Cartel del Noreste ganó el pulso por el control a otras facciones de Los Zetas y el Cartel del Golfo, que se extendieron más al este, sobre un lado de la región Frontera Chica de Tamaulipas.
Esta victoria se explica en parte por el hecho de que el Cartel del Noreste siempre ha sido una empresa familiar. Juan Francisco Treviño Chávez, “El Kiko”, sobrino de Omar y Miguel Treviño Morales, asumió en un inicio el liderazgo del grupo. Después de su captura en 2016, el control del grupo pasó a otro familiar, Juan Gerardo Treviño Chávez, "El Huevo”, y el CDN tuvo una consolidación importante bajo la influencia familiar con tentáculos locales que le dieron ventaja competitiva.
Lo que ocurre aquí se diferencia bastante de lo que pasa en otros lugares de la frontera. En ciudades como Ciudad Juárez y Tijuana, y en el desierto de Sonora, los carteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación migraron de su base para aprovechar oportunidades en diversas economías criminales. En muchos casos, han tenido que hacer alianzas con organizaciones locales para poder operar.
No es así para el Cartel del Noreste. En toda la ciudad, las siglas “CDN” brindan una imagen instantánea del alcance de la influencia del grupo.
“El (Cartel del Noreste) decide lo que está permitido y lo que no”, comentó un funcionario de gobierno que trabaja con la juventud en riesgo de una colonia controlada por el grupo.
Eso incluye la prohibición expresa de robos, asaltos de coches y asaltos a personas, según fuentes locales, así como el consumo y la venta de drogas sintéticas, como las metanfetaminas. Por supuesto, sigue habiendo narcomenudeo y delitos comunes en la ciudad, pero según algunas fuentes, el Cartel del Noreste es quien impone la “ley y el orden”.