CHIAPAS

Cassandra: La boda de su madre que se convirtió en pesadilla

Isabel espera que su hija de 18 años esté con vida, luego de que un comando la “levantara” en un salón de fiestas en Berriozábal

Créditos: Especial
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TUXTLA GUTIÉRREZ. - Cassandra disfrutaba de la boda de su madre en un salón de fiestas del municipio de Berriozábal, cuando sujetos encapuchados y con armas largas irrumpieron en el lugar y se la llevaron a ella, a su pareja, a un tío y al tecladista que amenizaba la reunión la noche del 17 de diciembre pasado.

Casi de manera sincronizada, en ese pueblo, ubicado a 10 kilómetros de la capital de Chiapas, hombres que se transportaban en camionetas recorrían otras calles a toda velocidad y disparaban al aire. Incluso, una pastorela que se desarrollaba en el Parque Central fue suspendida; autoridades locales y pobladores tuvieron que refugiarse donde pudieron.

Desde ese momento, Isabel Torres, madre de la joven “levantada”, ha sufrido una serie de situaciones extrañas: casi a diario le hablan por teléfono para amenazarla de muerte o para extorsionarla, e incluso le prometen que le regresarán a su hija Cassandra Isabel Arias Torres, de 18 años de edad, pero que se desista de la denuncia interpuesta.

Lo peor de todo, confiesa, es que las autoridades municipales le han dado la espalda, y aunque ella y su familia están refugiados, teme por la seguridad de sus padres que aún viven en esa zona.

De la fiesta a una noche de terror

Antes de que Isabel contrajera nupcias con su nueva pareja, su hijo menor le advirtió que presentía “algo”; pero de inmediato Cassandra respondió:

“No digas eso, es la boda de mamá, a lo mejor estás nervioso”.

Sin embargo, la noche alegre cambió de tono. Según Isabel (quien fue resguardada a tiempo), algunos de los invitados le confirmaron que tres camionetas blancas llegaron al salón de fiestas “Tierra Bonita”.

De los seis o siete hombres que ingresaron primero al inmueble, uno les advirtió que eran elementos de la Fiscalía y que efectuarían un cateo. “Esas camionetas eran parecidas a las de esa dependencia, pues llevaban códigos (en referencia a logotipos)”.

De inmediato, el mismo presunto sicario lanzó una orden: carteras, teléfonos y otras pertenencias tenían que estar sobre las mesas, y que los invitados se deberían tirar al suelo.

Durante la conversación Isabel se mostró preocupada. Fotografía de Christian González 

“Como mi papá tiene problemas de las rodillas, no se podía agachar, entonces lo golpearon y casi le desfiguraron la cara de un cachazo cuando intentaba sacar su cartera; pese a que un primo les dijo que mi padre estaba mal, también lo golpearon”.

La fiesta apenas alcanzaba para 60 invitados, una gran parte niños y niñas. Pero eso no les importó a los agresores, quienes comenzaron amedrentar y a meter las pertenencias de los presentes en una mochila.

Asimismo, cuando Cassandra comenzó a gritar, fue golpeada; pero ella se desesperó porque buscaba a su hijo de tres años de edad, quien no pudo hablar porque un primo le tapó la boca para que no descubrieran dónde estaba escondido.

El miedo aumentó cuando al sitio ingresaron más hombres armados. Isabel advierte que al menos siete u ocho personas eran sacadas del salón, pero al final de cuentas se llevaron a su hija, a su yerno, a su hermano y al tecladista que amenizaba la reunión.

“A los demás los dejaron en la entrada, esposados, y los sujetos se fueron, pero ahí sí dispararon (al aire)”.

Luego llegaron elementos policiacos municipales y estatales, además de la Guardia Nacional y de la Secretaría de la Defensa Nacional. Según ella, al momento de que interrogaban a su esposo, se escucharon disparos, pero las autoridades no se movieron, hasta un largo tiempo después.

Incluso, un policía estatal le preguntó a su marido si denunciaría, “pero recuerdo bien que le dijo que ‘si iba a poder contra esa gente’; ¿qué sabía ese comandante? Se nos hizo muy extraño”.

“Radiografía” de la víctima

Cassandra, cuenta su madre, ha sido una mujer tranquila, callada y que se dedicaba a trabajar: primero en una cafetería para mantener a su hijo; luego, estuvo en su negocio, un vivero, y al poco tiempo empezó unos cursos para poner uñas.

“(También) estaba en un tratamiento, porque se enfermó un poco; por desgracia, la catalogaban de muchas cosas, porque mi hijita tenía problemas por el consumo de drogas, pero quería salir de eso, tenía un mes en tratamiento”.

Cerca de noventa días antes de ser “levantada”, Cassandra conoció a su pareja, de nombre Héctor Ríos y al parecer originario de Tabasco.

“Salíamos a comer todos, íbamos al cine, convivíamos en paz, entonces creo que, si él fuera malo, no lo hubiera visto tan tranquilo”, argumenta.

Isabel no deja de recordar lo que han padecido con los autos de vidrios polarizados que los asedian y más aún con las llamadas de extorsión, pero, como ella misma dice, ha aprendido cómo “esquivar” estas últimas pues, aunque en la ficha de búsqueda del Protocolo Alba aparecen las señas particulares de su hija, hay algunas que ella prefirió omitir para evitar precisamente ser timada.

Ficha de búsqueda, Protocolo Alba. Fotografía de Christian González

Entre esas llamadas, en una ocasión le advirtieron que el cuerpo de la joven madre fue hallado en un sitio conocido como “La Piedrona”; sin embargo, al parecer le intentaban poner una trampa. Según ella, quien le habló fue una autoridad de la Fiscalía, “tengo su nombre, está en Berriozábal”.

La entrevista de Isabel con La Silla Rota se efectuó en un contexto de inseguridad, debido a que ella recibe amenazas, casi a diario, por lo que se buscó un espacio adecuado para la misma; además, desde hace como seis años, al menos, en Berriozábal se ha agudizado la violencia, primero con invasores de tierras que actuaban de forma agresiva, y luego con la presencia del crimen organizado.

Si tardó para denunciar… fue por miedo

Isabel acepta que la denuncia por desaparición forzada ante la Fiscalía la interpuso a casi dos semanas después del hecho porque, en algunas llamadas que le hicieron, le prometieron que le regresarían a Cassandra.

Además, la esperanza de volverla a ver estaba latente porque su hermano y el tecladista que también fueron secuestrados, obtuvieron su libertad un día después de la boda, es decir el domingo 18 de diciembre, al mediodía.

De acuerdo con la denunciante, los plagiarios los liberaron a la altura de la Torre Chiapas, en Tuxtla Gutiérrez, adonde los lanzaron al piso con los ojos vendados.

Según su hermano, cuando estuvo secuestrado escuchó que a Cassandra la liberarían ese mismo día, pero en la noche. Inclusive, él mismo confesó que a quien al parecer buscaban era al novio de su sobrina, Héctor.

Entre otros detalles, dice Isabel, su pariente oyó también que la joven gritaba, pero no sabía si la habían golpeado o agredido sexualmente. De hecho, cree que la quemaron con cigarro.

Ella lamenta que, en primer lugar, el alcalde de Berriozábal haya declarado que no hubo “levantones” el 17 de diciembre y que todo fue una riña; y lo peor de todo: el que se advirtiera que dos de los invitados a su boda, aparecieron embolsados al día siguiente:

“cuando ni los conocíamos, e incluso fueron reportados como desaparecidos desde días antes del festejo”.

Isabel Torres madre de Cassandra muestra la ficha de búsqueda. Fotografía de: Christian González

La autoridad no investiga

Pese a que el día de la boda hubo pocos invitados, la Fiscalía no se ha acercado con ninguno de ellos, evidencia Isabel, quien critica que, hasta la fecha, no haya una sola pista de dónde esté su hija.

Sin embargo, advierte que la camioneta que se llevó a Cassandra y a su yerno fue detenida en un retén que existe en la entrada-salida poniente de Tuxtla, conocida como “La Pochota”, pero libró ese cerco de seguridad.

“Hemos solicitado los videos de las cámaras del C-5 y no me dan nada”.

Como no ha recibido el respaldo oficial, Isabel ha tenido que hacer la chamba de la autoridad, a pesar del riesgo: en el mismo Berriozábal, se dedica a repartir volantes con los datos de su hija, incluso ya llegó a Tuxtla, y espera abarcar otros municipios.

Aunque le han manifestado que está complicado que halle a su hija, externa que su fe es grande y que alguno de estos días la volverá a ver.

“Me han dicho que ya no tenga esperanzas, que por el tiempo que ha pasado está difícil, que luego las entierran, pero yo sí le pido a Dios que esté viva… que me la regresen, y yo retiro la denuncia; sobre todo porque mi nieto me pregunta dónde está, y le digo que la llevé al doctor”.

El Protocolo Alba de Cassandra ha sido difundido en la comunidad, pero aún no se tiene respuesta. Fotografía de Christian González