HURACÁN OTIS

“Desde el día del huracán no sabemos nada de ellos”, buscan a Felipe y Alondra

Felipe y Alondra son una pareja de una comunidad de apenas ocho hogares ubicada a ocho horas del puerto de Acapulco

Felipe de Jesús Espinoza Balán y su esposa Alondra López, son habitantes de  El Pochote
Felipe de Jesús Espinoza Balán y su esposa Alondra López, son habitantes de El PochoteCréditos: Especial
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Felipe de Jesús Espinoza Balán y su esposa Alondra López, son habitantes de  El Pochote, una comunidad de apenas ocho hogares ubicada a ocho horas del puerto de Acapulco. Desde el pasado 24 de octubre, cuando el huracán Otis impactó en Guerrero, sus familiares desconocen su paradero.

“Desde el día del huracán no sabemos nada de él, perdimos comunicación, ya no volvimos a saber de él. Para llegar a donde viven hay que pasar por la caseta de La Venta, cerca del río”, comenta Janette, prima de Felipe.

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Como todos los habitantes de la comunidad, Felipe y su esposa son de bajos recursos. Debido a esto, Janette refiere que probablemente el huracán arrasó con su casa.

“Su casita era muy humilde y pues quizá sí se la haya llevado el viento. No sabemos si se desbordó el río, si a ellos les haya alcanzado, no sabemos. Nadie tiene informes. Su cuñado me dijo que su casa sí era la más fregadita, ósea ellos vivían más pegados hacia el río”.

Desafortunadamente los nombres de Felipe y Alondra no aparecen en las listas de damnificados que se encuentran en albergues de Guerrero, sin embargo, su familia no pierde la esperanza de localizarlos.

“Ya chequé en la lista de refugiados en los albergues, pero no aparecen sus nombres. Yo no pierdo las esperanzas, yo sí estoy preocupada porque no sabemos lo que realmente haya pasado”.

Janette denuncia que las autoridades están centrando todos sus esfuerzos en las zonas centrales, como Acapulco, mientras las comunidades más alejadas, están olvidadas.

“Se enfocan más en la ciudad, en Acapulco. Sí es cierto que todos necesitan ayuda, pero se enfocan más en la ciudad, y yo digo que alrededor en las comunidades, en las rancherías lo necesitan. Pido que las autoridades busquen, porque hay gente que se está quedando sin comida”.

Guerrero se convirtió en un cementerio con olor a mar y a muerto.

“Está terrible. Los cuerpos se están echando a perder, no pueden reconocerlos, no sé cómo lo está trabajando el gobierno. ¿Qué van a hacer con los cuerpos? Ya cuando no haya salida, van a hacer un hoyo grande y los van a meter a todos ahí”.

Para Janette, la incertidumbre y el caos imperan desde el día que Otis arrasó con todo a su paso.

“Las autoridades no nos dicen nada, nadie sabe nada. Una señora me dijo que ella perdió a su hija, se les cayó la casa y la habían encontrado en el lodo, pero las autoridades no se la han entregado porque falta el acta de defunción. Dice que su hija ya tiene mal olor. Es una situación terrible”.