TUXTLA GUTIÉRREZ. – Cuando Óscar probó las primeras veces la droga conocida como cristal o “hielo”, la sensación fue “maravillosa, única”; un año después, notó cómo su estado de ánimo cambió, sobre todo en contra de sus seres queridos, y su físico ya presentaba estragos: más delgado, como “chupado”, y hasta ojeroso y con problemas en el corazón.
Al principio, podía permanecer despierto hasta una semana, descansar un poco, pero meses después, tras meterle a su cuerpo más de esa sustancia, la satisfacción que sentía, se desplomó.
Óscar tiene 22 años de edad, es originario de esta ciudad capital y proviene de una familia unida, e incluso con suficiente recurso económico que le permitía vivir bien; no obstante, cuando cumplió 12 años, por malas influencias probó la mariguana, estupefaciente con el que entró al mundo de las adicciones y, hasta en la actualidad, lucha para salirse de él.
Te podría interesar
Por segunda ocasión, él está internado en un centro de rehabilitación; según su versión, esta vez ha sido más complicado, pues el cristal es más adictivo. “Soy reincidente; primero me internaron por consumo de mariguana y piedra o coca base, pero no sirvió de nada”.
Drogas y pandillas
No solo es víctima de las drogas, también ha estado inmerso en las pandillas, esto empeoró su situación, porque probó otras sustancias como “chemo” (resistol) y tíner. De hecho, dice, no había motivos para echarse a perder.
Te podría interesar
Atrapado en el ambiente oscuro, llegó a su nariz la cocaína, aunque no le gustó. Pero la adicción y las malas compañías lo orillaron a cometer robos, asaltos e incluso a desfalcar a sus papás, a quienes les vació sus cuentas bancarias para conseguir la droga.
A finales de 2019 y “cansado” de consumir la piedra, el alcohol y la mariguana, Óscar conoce el cristal, “el mercado aún no era tan amplio; era muy penado, pero eso sí, estaba barato”.
Con 50 o 100 pesos, él tenía para permanecer dopado hasta una semana o 15 días; no sentía ni resaca o “la amarilla”, como le dicen, además de que estaba despierto y vigoroso.
Incluso, recuerda que el cristal, mismo que consumía con una pipa especial transparente o hasta con un foco, era vendido en otras presentaciones o colores, y acceder al también conocido como “crico” (metanfetamina en forma de píldora o roca brillante) era cada vez más fácil.
La muerte lo acechaba
Pero hace como seis meses tocó fondo: era más agresivo, y lo peor de todo, se intentó suicidar en un par de ocasiones y luego sufrió dos preinfartos por su excesivo consumo de cristal; asimismo, su cuerpo se consumía. Además, sin fumar más, el “viaje” le duraba varios días.
“Primero vi morir a cuatro compas que conocía, por consumir esa droga; tenían entre 15 y 19 años; tiempo después, supe que otros tres fallecieron por lo mismo, y yo consumía con ellos”.
Si se recupera, confiesa, le gustaría concluir su carrera en Ingeniería Agroindustrial y, algo mejor, dejar el “hielo” y otros vicios. “En abstinencia llevo cuatro meses, y aún no me siento bien para salir (del albergue) porque creo que podría recaer”.
Aunque para las autoridades de Salud del estado existe la preocupación porque cada vez es más común que infantes (de entre 10 y 12 años) consuman alcohol y mariguana, en un inicio, ahora se suma el cristal y otras drogas ilícitas.
Para Roque Martínez Quevedo, director de la Clínica de Adicciones. “Una nueva luz para tu vida”, ubicada en Tuxtla, en los 18 años que ha trabajado en la rehabilitación de jóvenes, no había visto un fenómeno como el de ahora con la entrada, al menos desde hace dos años, del cristal.
“Por lo regular, en las estadísticas que elabora el Consejo Nacional de Adicciones, la mariguana sigue siendo la droga de impacto, aunque primero aparece el alcohol (pero es legal); sin embargo, en la actualidad vemos un repunte con el ‘hielo’”, conocido como la cocaína de los pobres.
Droga de moda y más adictiva
De acuerdo con su experiencia, esta alza en consumo se ha registrado del centro del país hacia gran parte del sureste, “el cristal es muy adictivo, y es como la droga de moda en México, como el fentanilo en Estados Unidos, donde, a diario, mueren alrededor de 80 personas por consumirlo”.
Lo más lamentable, acepta, es que el cristal ya genera caos en estas regiones.
Recuerda que antes era común ver noticias sobre operativos y decomisos de plantíos de mariguana o amapola, sin embargo, refiere que para producir “hielo” es más barato y no se requiere más que un pequeño espacio para producir grandes cantidades de dosis.
“Aún siento ganas de consumirlo”
A Erick Hernández Cuevas la vida le pintó diferente, para él, sí fue complicada. A los 12 años de edad, el alcohol y la mariguana ya eran parte de su menú. La droga, dice en entrevista, la conoció porque su hermano mayor la consumía frente a él.
En su pueblo, Río Grande, Oaxaca, las malas influencias también abonaron para que se “metiera” más en la adicción. Además, toda su familia bebía cerveza.
Cuando tenía 15, se mudó a los Estados Unidos para alcanzar a su papá, pues en su tierra se metió en una serie de problemas. En el país vecino, comenzó a trabajar, primero, en un restaurante como lavador de platos, luego buscó oportunidad en una fábrica de muebles.
Para ese entonces, Erick tenía dinero, carro y, como él dice, “se sentía con poder”. En su exploración de la ciudad y en la búsqueda de pertenecer a un grupo, conoció a quienes, sin problemas, le ofrecieron el cristal.
“En Estados Unidos solo tomaba cerveza, para no meterme en tanto problema, y más que mis tíos y mi papá bebían; pero después me sentía intranquilo, y por ello busqué la cocaína, pero no la obtuve tan fácil”.
Una vez que probó el cristal, Erick quedó “enganchado” y, desde entonces y a sus casi 17 años, se convirtió en su droga favorita. Sin embargo, su comportamiento empeoró y tuvo que retornar a México.
Aunque en la actualidad lleva nueve meses internado en una clínica contra las adicciones de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, Erick, de 19, siente la ansiedad de querer “hielo” o “crico”.
De hecho, le faltan tres meses para acabar su internamiento, pero (confiesa) no se siente listo para salir, e incluso podría recaer.
“Tengo esa ansiedad, ese deseo de meterme cristal”.
Como Óscar, él también ha sufrido los embates de esa droga ilegal: desde bajar de peso de forma abrupta y el desgano para ingerir alimentos o hacer ejercicio. De hecho, asevera a La Silla Rota, sufre de constantes lapsos de pérdida de memoria.
“En Estados Unidos empeoré, porque hacía escándalo en vía pública a cada rato y quería golpear a la gente”, refiere el joven, quien lamenta haber perdido todo lo que logró en ese país.
Está seguro de que “no quiero quedar loco” como algunas personas que conocía; por ello, menciona que luchará para dejar el vicio y hacer lo que, desde pequeño, anheló: pertenecer a las fuerzas castrenses, “quiero ser médico o abogado militar, pues solo acabé la secundaria”.
Narcomenudeo no cesa
De acuerdo con el Informe Mundial sobre las Drogas 2021, publicado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés), cerca de 275 millones de personas en todo el mundo utilizaron drogas durante el último año (en referencia a 2020 y parte de 2021), mientras que más de 36 millones sufrieron trastornos por consumo de las mismas.
Entre 2010 y 2019, agregó, el número de personas que consumen drogas se incrementó en 22%, debido en parte al aumento de la población mundial. Basadas en los cambios demográficos, refirió, las proyecciones actuales sugieren un alza del 11% en el número de personas que consumen drogas a nivel mundial para 2030.
Pero el fenómeno de un incremento en el consumo de drogas podría ir de la mano con el alza en la actividad del narcomenudeo. Según el Observatorio Ciudadano de la entidad chiapaneca, solo en el primer cuatrimestre de 2022 este ilícito presentó un alza significativa superior a los 400 puntos porcentuales, lo que colocó a Chiapas en el quinto sitio a nivel nacional.
Con base en los cálculos, la entidad chiapaneca reportó 14 casos diarios durante ese mes; además, 17 de 118 municipios presentaron incrementos desde el 100% hasta el 2000%.
Al borde de la muerte
Desde que era niño, Roberto Sierra Villegas estuvo inmerso en el alcoholismo, pues la mayoría de sus familiares también lo estaban. De hecho, cuando tenía 10 años, su papá falleció por cirrosis hepática, producto del vicio.
“Tanto es el problema en la familia paterna, que muchos han fallecido por el consumo de alcohol”, refiere en entrevista el originario de Tehuantepec, Oaxaca, quien hace pocos meses vio de cerca la muerte, pues como conoció el cristal, su físico se deterioró.
Para llegar hasta esa droga, Roberto pasó un largo proceso; pese a su adicción a la bebida, nunca descuidó el trabajo, ni la escuela; aunque antes de terminar la preparatoria, emigró a Florida, Estados Unidos.
A pesar de que buscaba una mejor vida no solo para él sino para su mamá, no dejó de consumir bebidas embriagantes y, para colmo, a los 22 años, conoció la cocaína.
“No me clavé en esa droga, solo la consumía de vez en cuando, más porque la chamba era pesadita”.
Roberto, en un momento y tras haber juntado una buena cantidad de dinero, retornó a su tierra natal, pero en siete meses de estancia, acabó hasta el último peso en alcohol, mujeres y “polvo blanco”.
Incluso, en una ocasión, la policía lo detuvo porque lo vinculó con una banda de malandros; sin embargo, fue liberado porque se comprobó que él solo les compraba la droga a ellos.
A pesar de todo, consiguió trabajo, primero, en el municipio, y luego con una empresa constructora. En ese momento, a sus 36 años, conoció el cristal, “la gente que contrataba era adicta, y ahí me atrapó esa droga, me enamoré de ella porque me daba mucha energía”.
Sin embargo, hace un año su condición física empezó a mermar, pero no dejó de consumirlo, sino todo lo contrario, pese a que se quedó sin empleo; “llegó el grado de que dejé la cerveza, pues el cristal acaparó todo”.
Él también experimentó los estragos por la adicción: la piel prácticamente se le pegó a los huesos o pómulos de la cara, dejó de alimentarse como lo hacía, y además empezó a sufrir delirios, “como loco”. La misma adicción provocó que se desobligara de su hija pequeña.
“Ya no quiero consumirlo, y espero recuperar el amor de mi hija, e incluso regresar a los Estados Unidos; quiero una vida mejor”.
Según las últimas estimaciones globales, alrededor del 5,5% de la población de entre 15 y 64 años consumió drogas al menos una vez durante el último año (en referencia a 2020).
A pesar de que los mercados de droga en la web oscura surgieron hace apenas una década, los más grandes alcanzan un valor de 315 millones de dólares en ventas anuales. Aunque esto es solo una fracción de las ventas totales de drogas, la tendencia va en aumento, ya que se ha cuadruplicado entre 2011 y 2017 y entre mediados de 2017 y 2020.
Enrique “AA”, encargado de una clínica contra las adicciones “Jesús tocando tu puerta”, situada en el municipio de Acala, Chiapas, manifiesta que, sin duda, el panorama es cada vez más complicado e incluso desalentador, “pues muchos jóvenes se están acabando, y eso se debe al cristal”.
Tan grave es el asunto, agrega, que las juventudes han cambiado los hábitos de consumo: se han enfocado en el “hielo” y ya no optan tanto por las bebidas embriagantes u otra droga ilícita, de entrada.
Peor aún, asevera, “el gobierno ya no destina tanto apoyo para los jóvenes, mientras el problema crece en las colonias y comunidades; tenemos hasta niños de 12 o 13 años que ya consumen, pues el cristal es muy barato; con 50 pesos les dan una onza y, ufff, tienen para rato”.