POBREZA EN TABASCO

VIDEO: CFE inunda permanentemente tierra de AMLO; aumenta pobreza indígena

Indígenas chontales del ejido Oxiacaque denuncian que la presa hidroeléctrica Peñitas, de la CFE, lo mantienen inundados desde hace cuatro años, sin que intervenga ninguna autoridad

Indígenas chontales del ejido Oxiacaque denuncian que la presa hidroeléctrica Peñitas, de la CFE, lo mantienen inundados desde hace cuatro años, sin que intervenga ninguna autoridad
Pobreza en Tabasco.Indígenas chontales del ejido Oxiacaque denuncian que la presa hidroeléctrica Peñitas, de la CFE, lo mantienen inundados desde hace cuatro años, sin que intervenga ninguna autoridad
Escrito en ESTADOS el

OXIACAQUE.- Simón Rodríguez de la Cruz, indígena chontal, tuvo que “empeñarse” con un préstamo de 50 mil pesos cuyos intereses no termina de pagar. El dinero lo utilizó para llevar a su esposa al médico y comprar medicinas para su tratamiento. Simón es uno de cientos de miles que no tienen acceso a los servicios del sistema de salud pública de Tabasco.

Agricultor y criador de ganado de toda la vida, Simón se vio obligado a recurrir a un médico particular, toda vez que no logró que atendiera a su mujer en ningún hospital públicos. Mucho menos pudo acceder a medicamentos gratuitos.

Sin embargo, la verdadera penuria de don Simón para recurrir al préstamo es que, desde hace tres años está imposibilitado de lograr alimentar a su familia por medio de su actividad de toda la vida: sus tierras en este ejido (Oxiacaque), del municipio de Nacajuca, al igual que unas diez comunidades chontales aledañas de Tabasco, quedaron inundadas de manera permanente por los continuos desfogues de las presas.

El caudal producto del desfogue de la presa hidroeléctrica Peñitas –la última de las cuatro de la CFE del Sistema del Alto Grijalva-, ubicada en el norte de Chiapas, tras recorrer 100 kilómetros a través del rio Samaria, recala en esta zona de Nacajuca.

El presidente del Comisariado Ejidal de Oxiacaque, Rubicel López García, afirma que al igual que don Simón, ese es el panorama que padecen la mayoría de los chontales que tienen sus parcelas en este polígono, que son las tierras más bajas del municipio y que, ahora todo el año, están bajo el agua.

Con sus tierras inundadas, los chontales no tienen pastura para el ganado, ni pueden sembrar maíz, yuca, calabaza, camote, chile, ni tampoco la palmita que utilizan para la elaboración de petates, sombreros y otras artesanías a base de ese vegetal, para su venta.

Igual el agua ha destrozado sus cercas, al pudrirse las alambradas y postes que sostienen esas cercas que delimitan de sus potreros.

Quienes se dedicaban a criar vacas tuvieron que rematarlas ante la imposibilidad de poder alimentarlas en los potreros anegados. Algunos indígenas se resisten a deshacerse de sus animales, por lo que los mantienen en el agua.

FOTO ROBERTO BARBOZA

Quienes también han pagado las consecuencias son los indígenas que sobrevivían con los jornales del campo, pues ya no se les emplea, se lamenta Rubicel López García.

“No se sabe si en sus casas tienen para comer”, dice el presidente del Comisariado Ejidal. En general, la pobreza de este grupo vulnerable se incrementó en todos los órdenes durante el autodenominado gobierno de la Cuarta Transformación, asegura esta autoridad.

LLEGÓ LA 4T Y MAYOR ABANDONO

Durante cuatro años consecutivos, las comunidades indígenas chontales del municipio de Nacajuca se quedaron con sus tierras anegadas e inservibles –solo de esta comunidad son cerca de dos mil hectáreas- para la agricultura y ganadería como consecuencia del desfogue permanente de las presas hidroeléctricas.

A diferencia de regiones del norte y noreste del país, donde han prevalecido sequías, paradójicamente a estos pueblos originarios los que les sobra es agua hasta en pleno verano. Sin embargo, más que celebrar, maldicen que el agua en abundancia les quite su forma de subsistencia.

Desesperados por la situación que los ha sumido más en la precariedad, los chontales han decidido alzar la voz y exigir al presidente Andrés Manuel López Obrador una solución a este problema que provoca la CFE, pues es por el agua de la presa hidroeléctrica Peñitas, ubicada en Ostuacán, Chiapas, en los límites con Tabasco.

La noche del pasado 15 de septiembre, en el Grito de Independencia, una de las arengas del presidente Andrés Manuel López Obrador fue ¡Vivan los pueblos indígenas! Pero sus paisanos de la etnia chontal afirman que nunca, en gobiernos anteriores, estuvieron en el completo abandono de programas productivos y de servicios públicos.

Comparan, incluso, que en el sexenio del entonces presidente priista José López Portillo -cuando el delegado estatal del desaparecido Instituto Nacional Indigenista (INI) era quien hoy es huésped de Palacio Nacional- existían más programas sociales y apoyos, en comparación con el autollamado gobierno de la Cuarta Transformación.

En todos los gobiernos priistas, recuerdan, como en el que formó parte y militaba López Obrador, recibieron mayor atención e inversión con programas y servicios públicos. Ahora “estamos en completo abandono” en todos los órdenes, lamenta el presidente del Comisariado Ejidal.

Para las comunidades indígenas desaparecieron los apoyos agropecuarios y programas sociales, tanto de los gobiernos municipal, estatal y federal. “Estamos completamente abandonados”, acusan los chontales.

FOTO ROBERTO BARBOZA

Don Simón Rodríguez de la Cruz recuerda que, en campaña, López Obrador no se cansó de prometer una mejoría en la vida de los mexicanos, pero “si no cumple con su palabra, entonces qué clase de presidente es. No tiene responsabilidad como una autoridad competente, porque cómo vas a engañar al pueblo. No le prometas a la gente que le vas a hacer tantas cosas”.

Dice que algunos de sus paisanos “se alegran nada más por la ‘miseria’ que les están dando de los ancianos (pensiones de Bienestar), pero con eso no resuelves la vida. El que tienen varios integrantes en su familia ¿qué les vas a dar de comer cada dos meses?”.

Denuncia la existencia de personas beneficiarias del Programa Sembrando Vida sin merecerlo. “Les dan apoyos mes con mes, pero no siembran nada. Pero los que trabajan por su cuenta, a ellos no les dan nada”.

El viejo chontal afirma que, desde hace cuatro años, cuando López Obrador rindió protesta como presidente de la República, sus tierras quedaron completamente inundadas. Hasta este momento “no contamos con un espacio de tierra libre de agua donde puedan descansar unos animalitos. Y la verdad, pues el pueblo ya se cansó”.

LA CRECIENTE POBREZA

Entre las comunidades indígenas cuyas tierras agrícolas están inservibles por la permanente agua desfogada de las hidroeléctricas de CFE están Guatacalca, Guaytalpa, Mazateupa, Olcuatitán, Oxiacaque, El pastal, San Simón, San Isidro Primera sección, Tecoluta Primera sección, Tucta, San Isidro segunda sección, Belén, Isla Guadalupe, Chicozapote, San José Pajonal, Cantemoc 1ra y 2da sección, Tecoluta 2da sección, El Sitio, Tapotzingo y El Chiflón.

En Tabasco, la población indígena representa el 2.6 por ciento del total de habitantes de la entidad, cuya mayoría radica en esta zona del municipio de Nacajuca.

De acuerdo con el Coneval, de 2018 a 2020, en Tabasco la pobreza extrema se incrementó en 1.6 puntos porcentuales, al pasar del 12.1 por ciento a 13.7 puntos. De 285 mil 500 tabasqueños en esa situación pasaron a ser 330 mil 800 en esa condición socioeconómica.

Y también creció en 1.9 puntos porcentuales la población vulnerable por ingresos, pues de 3.3 por ciento subió a 5.2 por ciento.

Los tabasqueños con ingreso inferior a la línea de pobreza extrema por ingresos subió de 19.5 por ciento a 22.4 por ciento, es decir, de 462.4 miles de personas se incrementó a 542.3 miles de habitantes con escasos ingresos.

En el rubro de carencias sociales, como el acceso a los servicios a la salud, de 112.6 por ciento pasó a 27 por ciento de la población con esa carencia. De 299 mil 200 habitantes con esa falta, subió 652 mil 100 tabasqueños sin acceso a servicios médicos.

Tabasco también ocupó el sexto lugar respecto a las demás entidades federativas por su porcentaje de adultos mayores en situación de pobreza, con aproximadamente 94,600 adultos mayores. 13.2 puntos por arriba del porcentaje nacional, que fue el 41.1 por ciento.

El porcentaje de la población con carencia por acceso a la seguridad social en Tabasco fue 11.8 puntos porcentuales mayor que el porcentaje nacional. Ese mismo año, el estado ocupó el lugar 7 entre las 32 entidades federativas por sus niveles en esta carencia, problema que se agrava entre los pueblos originarios.

En 2018, el porcentaje de la población con carencia por acceso a la alimentación en Tabasco fue 26.4 puntos porcentuales mayor que el porcentaje nacional. Ese mismo año, el estado ocupó el primer lugar entre las 32 entidades federativas por sus niveles en esta carencia alimentaria.

INDÍGENAS, LOS OLVIDADOS

En ese panorama adverso que en envuelve a la mayoría de los tabasqueños, los indígenas de esta zona son quienes más sufren ante el olvido gubernamental y la inundación de sus tierras, que les ha dado la puntilla.

El presidente del Comisariado Ejidal de Oxiacaque, Rubicel, en tono desesperado y a nombre de los pequeños productores del ejido, pide al presidente tener ya una solución al desfogue de las presas.

 

“Ya no queremos más engaños, mas mentiras y más falsedades. Queremos un gobierno de justicia, de dignidad y de respeto humano, porque es lo que López Obrador siempre ha pregonado”.

Recuerda que en las ocasiones que tuvo la oportunidad de platicar de manera directa con el presidente de México “siempre le mencioné dos problemas bien complicados y graves que nos están matando por el desfogue de las presas.

“Y él siempre dijo que a partir del 1 de diciembre de 2018 ya no se iba a volver a inundar el campo, porque a él lo que le interesa es que nosotros estemos trabajando la tierra. Pedimos que esas palabras que usted siempre nos dijo señor presidente, cúmplalas”, expresa el indígena chontal.

“Nosotros pedimos justicia, queremos que nuestro campo esté totalmente en tierra para poder llevar el sustento y el alimento a nuestras familias, porque nosotros, como cabezas de familia, necesitamos llevarle el pan nuestros hijos, a nuestras familias, a nuestras esposas. Si no, el día de mañana qué esperanza tendrán nuestros hijos, porque de agua no vamos a vivir siempre”.