EQUIDAD Y GÉNERO EN LAS COMPETENCIAS OLÍMPICAS

Equidad y género en las competencias olímpicas

En las competencias olímpicas de este año por fin se ha logrado alcanzar una representación similar de deportistas varones y mujeres. | Ricardo de la Peña

Escrito en OPINIÓN el

Pues no, no destinamos este artículo a la bizantina discusión sobre la obra de arte que motivó la escena drag queen en la inauguración de los Juegos de la XXXIII Olimpiada en París y que puso en claro la intolerancia de la derecha y del catolicismo. y los excesos propios de expresiones culturales que hoy pululan en Occidente. Y no, tampoco hablaremos del debate sobre la condición sexual de dos boxeadoras a quienes les detectaron anomalías en exámenes sobre su cariotipo, a pesar de cumplir con las normas de elegibilidad e inscripción a la justa olímpica que las define como mujeres. Eso, por no llevar el debate a los problemas de universalización de las pruebas de dopaje de las que se exime a atletas con supuestas o reales condiciones médicas que impiden el control convencional. 

La búsqueda de la equidad

Son muchos los debates en torno a la equidad en las competencias deportivas que se han abierto en ocasión de los Juegos de esta olimpiada, en la que por fin se ha logrado alcanzar una representación similar de deportistas varones y mujeres, los más sonados de los cuales han sido apuntado al inicio de este artículo. Sin embargo, la reflexión al respecto suele quedarse corta a partir de preconcepciones arraigadas que no se cuestionan.

No existe actividad deportiva organizada que sea natural. Correr, saltar, lanzar, tirar, luchar, nadar, montar o cualquier otra práctica humana ha sido tamizada por reglas que la sociedad les ha impuesto en un primer momento y que luego han sido acotadas y normalizadas por instituciones reguladoras. No es natural la salida en falso, ni las delimitaciones del sentido de los lanzamientos, ni las distancias que han de recorrerse o que deben separar al punto de lanzamiento de una meta o diana, ni la obligatoriedad de conservar un estilo definido de nado. Toda competencia es producto de reglas que se han ido dando a lo largo del tiempo, ya sean aquellas simples que regulan las contiendas informales o aquellas más complejas y precisas que definen las competencias institucionalizadas

La norma infantil socialmente arraigada de que los niños compitan con los niños y las niñas con las niñas está tan arraigada que es precisamente el vector de definición sexual, cualquiera sea la manera en que se le adjudique, el que suele partir la totalidad de las competencias deportivas, aunque tal vez este factor no será realmente relevante para diferenciar capacidades para la competencia en determinados deportes, aunque sí en la mayoría. Podrían revisarse las marcas en tiro con arco para ver que en algunas actividades no existe realmente un diferencial entre sexos, aunque claramente éste exista en otras, pues la velocidad que se alcanza en trayectos cortos o nadando en una alberca, la fuerza física posible de aplicar para lanzar un objeto o para luchas cuerpo a cuerpo es diferente entre hombres y mujeres.

Recientemente se han dado pasos para avanzar en la equidad en justas que han pertenecido exclusivamente a un género, como es la aceptación de varones en competencias de nado sincronizado. Además, hay otras variables de segregación que suelen ser observadas en algunas competencias, como es el peso de las personas, típicamente en el boxeo, aunque no siempre se hagan divisiones para contender según este factor, aun y cuando tenga clara incidencia en los resultados, como ocurre en el remo, para el cual a fines del siglo pasado se consideró una categoría de peso ligero.

Hay casos con sustento histórico en que las diferencias en las actividades según sexo hacen pensar que se trata de plano de diferentes disciplinas para varones y mujeres. El ejemplo más obvio son las rutinas de ejecución de secuencias sistemáticas de ejercicios físicos conocido como gimnasia, cuya regulación institucional e introducción en competencias internacionales en distintos momentos propicio el desarrollo de disciplinas y la definición de aparatos diferentes según el género de quienes competían, para lo que no se deja de aducir diferencias en la fisiología según el sexo de las personas para la elección de rutinas y definición de capacidades competitivas en los distintos aparatos e incluso  de recurrirse a argumentos estéticos que difícilmente se sostienen en el espacio actual de concurrencia y equidad entre géneros, que ha impulsado la celebración de competencias en que participan personas de uno y otro género de manera paritaria: carreras mixtas, competencias mixtas.

En fin, cada vez más se privilegia la mixtificación sobre la separación de antaño. Enhorabuena y ojalá se sigan revisando las restricciones para impulsar contiendas mixtas y erradicar separaciones sexuales donde no debiera haberlas.

Ricardo de la Peña 

@ricartur59