FUTBOL

El juego de la vida

La novela gráfica “El partido de la muerte” nos recuerda que ni el deporte, ni ninguna otra actividad humana, debe ser el pretexto para intentar justificar una supuesta superioridad. | Leonardo Bastida

Escrito en OPINIÓN el

Agosto suele ser el momento del año en que, deportivamente, comienza a rodar el balón en las canchas de casi todo el planeta. Es el instante cuando los torneos de futbol más prestigiosos del mundo comienzan su calendario de casi 10 meses de fines de semana en los que los principales clubes, y alguna que otra sorpresa, disputarán todos los puntos disponibles en el campo de juego para lograr un ansiado campeonato.

Alrededor de estos partidos de futbol por venir surgirán muchas historias y anécdotas para la posteridad. Algunas de ellas, sustentadas en el rompimiento de algunos registros deportivos, otras en grandes esfuerzos realizados por algún jugador, entrenador o equipo por colocarse en la élite, unas más por hechos inéditos, inexplicables, pero que la magia del rodaje del balón les hace posibles.

A la vez, han ocurrido historias tristes, que ponen a pensar en la calidad humana y en la dignidad de las personas. En los límites de lo deportivo con lo político o las formas en las que el deporte ha sido utilizado injustificadamente para perpetrar acciones en las que se dejan de lado los valores promovidos por el mismo. 

En 1941, Alemania invadió Ucrania, como parte de su estrategia para colarse por el territorio de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Uno de los puntos claves por tomar era la ciudad de Kiev, donde antes de los sucesos bélicos se vivía una euforia futbolera y la vida era pacífica para todos sus habitantes. Muchos de ellos abocados en apoyar al Dinamo de Kiev, donde jugaban las estrellas ucranianas de la época y ganaban todos sus partidos.

Los hechos provocaron que varios de los jugadores tuvieran que enrolarse en las filas del ejército para defender su ciudad. Otros cayeron prisioneros durante las movilizaciones militares y algunos más pudieron refugiarse en una panadería a cargo de Iosif Kordik, quien administraba una de las panaderías autorizadas por el ejército alemán, que había comenzado con su captura de personas judías y con otras características para ser llevados a un campo de concentración

Kordik comenzó a rescatar a algunos de los jugadores, ofreciéndoles trabajo en su panadería, donde, naturalmente, continuarían con su espíritu futbolero. Lográndose juntar a la mayoría de los integrantes originales, con algunos refuerzos de otras escuadras, surgió el FC Start, como un equipo que jugaría contra otros conformados por militares de diversas guarniciones o por ciudadanos alemanes

De manera impresionante, el FC Start goleó a todos sus rivales, mostrando un ahínco y un espíritu de victoria enorme. El juego representaba una oportunidad de escape para sus integrantes, quienes más que hornear pan, preparaban celosamente sus estrategias tácticas con miras a los próximos enfrentamientos. 

A comienzo de agosto de 1942, el equipo tenía que enfrentarse contra el combinado de la fuerza aérea alemana, al cual logró vencer con un marcador de 5 a 1. Inconformes con el resultado, los alemanes les pidieron una revancha, la cual, tuvo lugar el día nueve del mismo mes. Al igual que en la ocasión anterior, al medio tiempo el resultado era favorable para los ucranianos, quienes ganaban parcialmente por tres a uno. 

En el estadio se percibía un ambiente tenso, pues la mayoría de las personas no dudaba de la calidad del FC Start, pero sabía que el resultado del partido debería favorecer a los alemanes sino se deseaba alguna situación lamentable. El segundo tiempo siguió en la misma dinámica, cada equipo anotó dos goles más, registrándose un marcador de cinco a tres. En una de las últimas jugadas, Alexei Klimenko, férreo defensa, logró evadir al portero germano y en lugar de insertar el balón en la portería, lo voló hacia las gradas. 

Tras la victoria del equipo ucraniano comenzó una etapa de represión en contra de los jugadores, pues una semana después, la mayoría fueron arrestados y torturados por la Gestapo alemana. Incluso, uno de ellos, Nikolai Korotkikh, murió durante las sesiones de tortura. Los demás fueron enviados a campos de concentración donde fueron asesinados. 

Esta historia se conoce a través de la voz de algunos de los participantes que lograron sobrevivir. Ha sido filmada en varias ocasiones, varios artículos se han escrito al respecto, existe una estatua en honor al equipo en Kiev, y ahora, se ha elaborado una novela gráfica sobre este episodio conocido como el ‘Partido de la muerte’. 

Con guión de Pepe Gálvez y  dibujos de Guillem Escriche se recrea este episodio en la novela gráfica “El partido de la muerte” (FCE, 2024), acompañado de un prólogo del goleador argentino Mario Kempes, un análisis de las versiones cinematográficas por parte de Pablo Herranz y una explicación sobre la Operación Barbarroja, marco histórico en el que transcurrieron los sucesos.  

De acuerdo con los autores, este trabajo representa un memorial gráfico que rinde honores a una de las formas de resistencia más particulares en contra de las arbitrariedades del totalitarismo nacionalsocialista. Y más aún, recuerda que ni el deporte, ni ninguna otra actividad humana, debe ser el pretexto para intentar justificar una supuesta superioridad, de cualquier tipo, racial, ideológica, religiosa, genérica, corporal, entre muchas otras posibilidades de ser y de estar en este mundo. 

Leonardo Bastida

@leonardobastida