EL PAN

El PAN en su laberinto

El PAN debe salir de su laberinto, recuperar la fuerza y la audacia de sus fundadores en momentos adversos y volver a creer en sí mismo, como lo exigía Carlos Castillo Peraza. | Marco Adame

Escrito en OPINIÓN el

La exigencia de cambio es connatural al ejercicio de la política, en tanto que, a través de la buena política, se busca organizar a la sociedad y ordenar el uso de los recursos lícitos disponibles, para dar respuesta y solución a los retos y desafíos de una sociedad en movimiento incesante hacia la consecución del bien común. 

Los partidos políticos están obligados a revisar los resultados de las elecciones y a poner en marcha los cambios que sean necesarios para responder con eficacia a las exigencias del orden público, tanto desde el gobierno, como desde la oposición.

Ejercer el gobierno apoyados en una mayoría mecánica, prácticamente sin contrapesos, es la condición más delicada que enfrentarán quienes asuman su responsabilidad a partir del primero de octubre. Es tal la complejidad del país y las exigencias de la agenda pública que, pretender gobernar en solitario y al amparo de una mayoría acrítica, expone al próximo gobierno y a la virtual presidenta electa, a un descalabro directamente proporcional a la fuerza que ostentan.

Los anuncios de gradualidad en la reforma al poder judicial y los cambios repentinos de las ofertas fáciles de campaña, como en el caso del mando único policial, son una muestra fehaciente de la importancia de abrir espacios para incorporar visiones y propuestas de la sociedad y de la oposición para mejorar los planes y programas del gobierno. No hacerlo sería un despropósito y una muestra del hermetismo, de los prejuicios y del recelo del grupo gobernante, suponiendo que, cada vez que se abra, abdicaría de su responsabilidad.

El dilema para los partidos de oposición no es menor, cambiar o no cambiar –y en qué sentido– sigue siendo la mayor interrogante para los grupos de poder que predominan al interior de cada partido y para sus militancias.

El PRI acaba de dar una muestra del control absoluto que ejerce la cúpula y ha emprendido cambios estatutarios regresivos que atentan contra sus postulados fundacionales. El discurso incendiario de su dirigente y las amenazas de purgas contra los que se oponen, es una muestra de la cerrazón y un anticipo de su fragmentación y eventual desaparición.

El PAN transita en un laberinto de posiciones encontradas, entre una dirigencia que busca en el pasado la explicación de su derrota y una militancia que demanda cambios y apertura a la sociedad ante la nueva realidad política. A momentos las posiciones parecen irreconciliables, atados unos y otros a la exigencia de estatutos y normas partidistas que impiden pensar en futuros alternativos. 

Pareciera que en el PAN estamos resignados, como lo expresa Octavio Paz, a vivir nuestra soledad con estoicismo. Dado que, “instintivamente consideramos peligroso el medio ambiente que nos rodea…que la dureza y hostilidad del ambiente nos obliga a cerrarnos al exterior”. Se nos olvida que si seguimos por esa ruta, corremos el riesgo de quedarnos solos, “lejos del mundo y de los demás…lejos también de nosotros mismos” 

El PAN debe salir de su laberinto, recuperar la fuerza y la audacia de sus fundadores en momentos adversos y volver a creer en sí mismo, como lo exigía Carlos Castillo Peraza. Más que echar culpas, es momento de meter el hombro para preservar al partido y a nuestra democracia, pero sobre todo, para sacar adelante al país. 

Marco Adame

@MarcoAdame