VISA CANADÁ

Biden y la migración para intentar su salvación: visa de Canadá a México

Biden volvió a influir en Canadá –como en el pasado lo hicieron sus predecesores– para apretar políticamente a México, exigiendo visa para los ciudadanos mexicanos que deseen visitar Canadá. | Fernando Zárate

Escrito en OPINIÓN el

La semana pasada el gobierno canadiense le notificó al gobierno mexicano la imposición de una visa para ciudadanos mexicanos que deseen visitar aquel país. Todo el día estuvo circulando la nota en medios nacionales y extranjeros. Aunque en realidad duró poco en el ambiente político y social, es fundamental comprender que Biden, como cada presidente del país vecino en turno, intenta utilizar el asunto migratorio para asuntos internos electorales, especialmente para aquellos ciudadanos que tienen un odio marcado contra los mexicanos y que esperan una política hiper agresiva en contra de nuestro país. Recordemos que Barack Obama, siendo minoría –aunque él no se conducía ni consideraba como tal– fue el que más deportó en la historia a los migrantes mexicanos, evidenciando que los demócratas no son más empáticos que los republicanos, y que al final del día sus propios intereses son los que cuentan. Biden volvió a influir en Canadá –como en el pasado lo hicieron sus predecesores– para apretar políticamente a México.

La imposición de una visa no es algo nuevo como medida de presión política, tampoco ajeno a la política exterior, ni algo que pueda durar para siempre. De hecho, la medida se impuso en 2009 bajo Felipe Calderón y no fue sino hasta el gobierno de Enrique Peña que se eliminó. Aunque no lo hizo sólo, ya que tuvo una ayuda muy importante de todos los partidos políticos, incluyendo a la izquierda (PT y PRD), hay un elemento que sobresale actualmente: la oposición fue solidaria con el presidente, lo que no ha ocurrido hoy en día. Es más, en una actitud absolutamente opuesta, la oposición a través de los mismos intereses que han estado a lo largo del sexenio confrontando al titular del Ejecutivo Federal, ahora financian viajes, ponen a disposición medios de comunicación internacionales y hasta abiertamente “acusan” a sus propios connacionales, lo que es aprovechado por aquellos países. Esa solidaridad que no se debe pedir, y que demuestra la naturaleza de las personas, evidencia la formación o falta de, y/o la pobreza política.

Aunque por lo apurado y limitado en alcance de la medida gubernativa canadiense, y la mesura del presidente en este tema, resultó un fracaso, que debe utilizarse para que la eliminen lo más pronto posible.

De inicio, la realidad económica establece una relación casi simbiótica entre México y Canadá ya que el intercambio comercial representa cerca de 50 billones de dólares anuales, colocando a  nuestro país como el tercer socio más importante para los canadienses sólo detrás de Estados Unidos y China. En materia de turismo los mexicanos dejaron 754 millones de  dólares en el año 2023 y por nuestra parte, México recibe a 1.6 millones de canadienses anualmente como fuente de turismo. Estos números hacen ver que ese mercado (turismo, trabajadores, comercio, estudiantes y residentes) deberían ser excluidos de la visa. De hecho, quienes tengan visa norteamericana vigente, si tuvieron una visa de residente temporal canadiense en los últimos 10 años, si estudian o trabajan legalmente en aquel país no deberán aplicar para la visa, lo que implica millones de personas a salvo de una medida absurda. 

En segundo lugar, y la parte de contenido político hace necesario recordar lo que ocurrió para la eliminación de la visa en años anteriores, que debería suceder de nuevo. En el año 2012, posterior a la conformación de la 62 legislatura y bajo una circunstancia compleja alrededor del famoso Pacto por México y el segundo distanciamiento de AMLO con el PRD, los diputados representantes de los órganos de poder y particularmente los que integramos las comisiones de relaciones exteriores (Amalia García, Jaime Bonilla y el que escribe por los diputados, y Fidel de Medicis por los senadores) debimos tomar decisiones firmes, qué al final se tradujeron en el cierre de filas con el Jefe del Estado  Mexicano –como hoy debieran actuar los partidos de oposición–.

Por una parte, las gestiones y estrategia del embajador de nuestro país en Canadá Francisco Suárez Dávila preparaba tres frentes, en el legislativo, ejecutivo y medios de comunicación, y el desmembramiento de los argumentos que emitieron los canadienses –los mismos que los actuales: cuidado de sus fronteras como un acto de ejercicio de soberanía, la excesiva solicitud de asilo, y la petición del gobierno norteamericano– lo  expresaban abiertamente los funcionarios canadienses en las reuniones, recordando que Barack Obama era presidente de aquel país. 

Llegado el momento la izquierda hizo la diferencia, incuestionablemente, a través de discursos históricos y haciendo ver el respaldo social a nuestro gobierno –representación popular–  y una exigencia de trato de socios, no  subordinados, sobre todo por la historia diplomática, y la realidad económica. Existió un argumento adicional, consistente en movilizaciones futuras en la visita de Harper (ministro canadiense) en la vía masiva en México. 

Reuniones y un poco de tiempo después, se eliminó la visa. Después de casi 8 años de aquel suceso, la política exigida por EU utilizando como vehículo a Canadá no trae nada nuevo, es más, es un refrito mal hecho. Pero, como mucho de lo que ocurre en México, se apuesta a la memoria corta. Aunque muchos si tenemos presente a Poinett, la doctrina Monroe, la historia documentada o la historia que vivimos.

Fernando Zárate

@FernandoZarateS