ACTOS DE VIOLENCIA

No matar, salvo que lo merezcan

La gente se opone a la violencia, pero la condena dependiendo de la identidad de la víctima y la del asesino. | Johannes Jácome

Escrito en OPINIÓN el

En los últimos días, la sociedad estadounidense ha estado pendiente de distintos episodios de violencia ocurridos en escenarios diversos de la vida cotidiana. Si bien la violencia es diaria y común en todos los países, tres incidentes en particular han resaltado en este país por la naturaleza y características de sus actores.

El primero fue el juicio de Daniel Penny por la muerte en 2023 de Jordan Neely a bordo de un vagón del metro de Nueva York. Penny es blanco y ex miembro del ejército. Neely era negro, pobre, con problemas psiquiátricos, y se ganaba algunos dólares imitando a Michael Jackson en las calles. Un día tiene un episodio mental y empieza a comportarse violentamente en el metro. Penny lo somete y durante el proceso lo mata. Como casi siempre, la sociedad se partió en dos: de un lado los activismos progresistas identificando un caso más de un blanco abusando de un negro, y por el otro, los más conservadores defendiendo los actos de legítima defensa propia y de otros hechos por Penny. Aparentemente la Fiscalía de Nueva York quiso meter el tema racial en el juicio, entre otros argumentos, pero la gente del jurado no compró lo que escuchó. Lo absolvieron. Quienes estaban a favor de la víctima se sintieron ofendidos por el veredicto ya que no había justificación por el exceso de violencia. Los que estaban en favor de quien había matado, lo festejaron. Para estos, el probable exceso de fuerza era justificado por las circunstancias.

Poco tiempo después ocurre el homicidio, también en Nueva York, de Brian Thompson, el jefe más alto de la compañía de seguros UnitedHealthcare. Nadie sabía quién lo había matado o por qué, pero ya había quien lo justificaba como un acto de justicia callejera por los abusos de las aseguradoras sobre los pacientes. Como si se tratara de la película “The Joker” muchos se sentían atraídos por el asesino. En una reacción opuesta al caso de Penny, los grupos conservadores han insistido en que se condene el asesinato como se condena cualquier otro; el exceso de violencia no se justifica. Los activismos y políticos progres han expresado cosas como que no van a festejar el homicidio, pero que entienden las circunstancias que llevan a alguien a cometer estos actos homicidas, o sea, se excedió, pero hay explicaciones.

Finalmente, en esta semana Natalie Rupnow, de 15 años, fue a su prepa cristiana y le disparó a quien pudo. Hirió a varios, mató a una compañera de 14, una maestra y luego se suicidó. No ha habido reacciones como en casos similares. A lo mejor es porque fue mujer joven, quien además se identificaba de manera alternativa como “Samantha”, lo que impide a los progres tan fácilmente culpar a otros por este nuevo capítulo de violencia en las escuelas. Asimismo, el detalle de que ocurre en una institución privada, cristiana y con armas de fuego, es lo que no les estimula a los conservadores a quejarse de mucho.

Estos sucesos evidencian cómo las ideologías políticas definen y acotan los principios que creemos universales. Aparentemente, la gente se opone a la violencia, pero, vamos a condenarla dependiendo de la identidad de la víctima y la del asesino.

Johannes Jácome

@jacome_cid