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Política y amores inefables

Marko Cortés declaró que, por parte del PAN, él ve a Galindo Ceballos en la reelección para la capital potosina. | Adriana Ochoa

Créditos: @ArterialPresion
Escrito en OPINIÓN el

Días de decisiones en 2021, de resolver el entuerto que el propio PAN potosino organizó para sacar un candidato a gobernador absolutamente perdedor, el dirigente nacional Marko Cortés, dirigentes del partido y algunos otros personajes, se fueron a la Cava Baja, en el poniente de la ciudad.

En algún momento, salió a la mesa el tema de la diputación federal plurinominal con boleto seguro que aportaría San Luis Potosí a su circunscripción, una sola. Ir en segunda tanda de la lista, después del cálculo de las curules seguras, las de mínimos incluso con resultados desastrosos, era pecar de ingenuos o tener vocación para levantar la patita en la línea del coro.

La curul regalada ya la contaba en la bolsa el entonces diputado federal por el distrito V, Xavier Azuara Zúñiga, para entonces ya un exdirigente estatal panista que gozaba las mieles de prolongar sus facultades de mando real en el partido más allá del periodo que le tocaba. Se acercó y entró a los círculos de la jefatura nacional panista y estableció una especie de vicariato en San Luis Potosí de la grisácea dirigencia de Marko Cortés.

En algún momento de la convivencia en esa mesa, Azuara se levantó de ahí encendido. Se retiraba, muy molesto, cuando va Marko Cortés detrás de él, con cara y tono de verdadera mortificación. “¡No, campeón, no te enojes! Espérame, campeón, te explico…”.

Los de la mesa, pura testosterona presente, se quedaron en el mareo de la sorpresa, en algún punto intermedio entre los roles tradicionales de mando más bien centralista y la representación de género. “Campeón” es el término de Marko para referirse a alguien con afecto en su círculo, sean colaboradores del front row, amigos u operadores. Azuara era, y es, el “campeón” de Marko Cortés en San Luis.

El que más elementos tuvo para darse cuenta de lo que ocurría era el diputado por el séptimo distrito, Marcelino Rivera Hernández. Subterráneo, Rivera calculó como Azuara que presentarse a reelección en su distrito tenía un muy alto riesgo, más si se tiene un alto porcentaje de población originaria en la demarcación y una vez llegado a la curul, por el distrito rural y pobre no se le vuelve a ver. El CEN panista veía algunas dificultades para cubrir la cuota indígena con el registro de sus candidatos al Legislativo y Marcelino consiguió hacer llegar al oído de Marko Cortés su oferta de servir como solución… yendo en la pluri “segura” como cuota indígena.

Desde luego, la idea de que lo desplazaran en esa diputación de regalo no le hizo ninguna gracia a Azuara y se paró escopetado por el enojo de esa mesa. Y detrás de él Cortés, nada menos el jefe nacional del PAN, su jefe. El desenlace de ese incidente ya se sabe: Xavier Azuara Zúñiga alcanzó sin dificultad la diputación federal plurinominal y la trayectoria del aspirante a “cuota indígena”, Marcelino Rivera se disolvió en la nada.

Después de la elección federal y local de 2021, vino el cambio de dirigencia estatal panista. El proceso fracturó al panismo y Azuara extendió su influencia por otro periodo más, con una mujer como jefa estatal formal. Habilidades del padroneo y una gestión muy eficiente de las ambiciones más chatas entre la militancia.

Don Marko se tragó completitos los reclamos de panistas potosinos como el exdiputado local Rolando Hervert, quien lo encaró en una sesión de consejo estatal y acusó a Azuara Zúñiga de encabezar un cacicazgo con tintes de “delincuencia política”. Cortés se limitó a echar una arenga desabrida sobre la unidad del partido y dejó intocado el feudo azuarista.

Se presentaron juntos Marko Cortés y el dirigente nacional del PRI, Alejandro “Alito” Moreno, al informe del alcalde capitalino, Enrique Galindo Ceballos. Discreto, muy pobre porcentaje de aporte en votos, pero presente, también el perredista Jesús Zambrano. La idea, se entiende, respaldar al edil potosino como una figura de la gran alianza PRI-PAN-PRD.

Galindo Ceballos, priista, ganó la alcaldía con el 80% de voto azul. El acuerdo fue que el abanderado frentista a la gubernatura fuera un panista, el candidato de Azuara, Octavio Pedroza Gaitán. Los cálculos panistas de ese 2021 se fueron al tacho de la basura: Pedroza perdió ante Ricardo Gallardo Cardona, del Verde, y la candidatura que cedieron, la de Enrique Galindo, ganó la elección contra pronóstico. Galindo Ceballos tiene el cargo ejecutivo más relevante de PRI y PAN en la entidad.

Entrevistado con motivo del informe del alcalde potosino, Marko Cortés declaró que, por parte del PAN, él ve a Galindo Ceballos en la reelección para la capital. Y el dirigente nacional priista, “Alito”, por separado también expresó respaldo a Enrique Galindo, con elogios a su desempeño.

Pero no fue necesaria mucha espera para que don Marko dejara constancia de sus afectos: también destapó a David Azuara Zúñiga, el hermano menor del “campeón” Xavier, para la alcaldía capitalina. En seis meses, David ha entregado tinacos, mochilas, despensas y otras dádivas, a través de una fundación de altruismo repentino y fondeo inexplicable.

El Azuara joven ha contratado equipo de promoción y se ha presentado a medios como aspirante, decidido a destacar en encuestas. Antes de eso, ha sido la sombra de su hermano, una especie de gerente y cabeza operativa de la carrera de su hermano. Inevitable que se interprete esa irrupción política filial que el servir de palanca, bien de truque o moneda de cambio para asegurar otra candidatura más cara: la de Xavier Azuara Zúñiga al Senado como candidato de la alianza PRI-PAN.

El cálculo es con vernier y si se mueve un milímetro ya no sale: si Morena y Verde van en alianza, ganan las posiciones de mayoría y queda una tercera, la de primera minoría, para el candidato de la alianza PRI-PAN-PRD. Que Enrique Galindo Ceballos vaya a buscar la reelección en un proceso de pronóstico reservado, y “en justicia”, que la posición al Senado sea para “compensar” la generosa renuncia de un competidor a sus aspiraciones para la presidencia municipal de San Luis Potosí.

El otro visitante y respaldo de Galindo Ceballos, el jefe nacional del priismo, también sacó sus compromisos. Antes del informe, en un desayuno con diputados, alcaldes, ediles y demás priistas, con el presidente municipal potosino como cabeza, don “Alito” Moreno les dijo en su cara, sin dar lugar a réplica, que su dirigente estatal del tricolor, Sara Rocha Medina, permanecerá en ese cargo y será el CEN mismo quien defienda su posición en tribunales federales. “Señor Galindo, usted será candidato a lo que elija Usted, Senado o alcaldía, desde luego lo respaldamos, pero el partido nada se cuece aparte”.

La víspera de ese desayuno, el Tribunal Electoral local invalidó la forma como Sara Rocha llegó al cargo en junio pasado. La competencia de Rocha Medina fue descalificada por no cumplir un imposible pago de cuotas no en San Luis, en el CEN. Para no dar tiempo a más alegatos, “Alito” tomó protesta a distancia a la nueva dirigente y su secretaria, la diputada federal Frinné Azuara Yarzábal.

Sara Rocha Medina es cercana a Alejandro Moreno y es la persona que el dirigente nacional quiere en la dirigencia estatal. Lo demás, que haga aire y mueva norias si les place. Desde su muy campechana perspectiva, ese priismo potosino no está en posición de andar exigiendo porque lo perdió casi todo en 2021.

Si así andan por el resto del país los dirigentes de los partidos con mayor peso para la alianza opositora que se supone respalda a Xóchitl Gálvez como candidata a la presidencia, ya puede la hidalguense tomar medida de lo que le espera. Puede ser un viaje insufrible a la derrota por los juegos de intereses y afectos personales de la más alta burocracia en los partidos.

No puede una oposición incapaz de articular el esfuerzo común de sus militantes, palmo a palmo por el territorio, entidad por entidad cuando menos, llevar a buen puerto un proyecto como el que pretenden con Xóchitl Gálvez.

Nada raro. Están jugando a lo que siempre juegan. No cambian ni después de dos naufragios seguidos. Con los suyos de la mano, a ciegas, tope en donde tope. Afectos leales, sí, eso que ni qué.

 

Adriana Ochoa

@ArterialPresion