La médica, los exámenes: el diagnóstico. La vida de golpe da un vuelco difícil de asimilar: las hasta ese momento ligeras o medio ligeras traiciones del cuerpo toman una dimensión distinta. Una enfermedad degenerativa. Empeora lento, (no se sabe qué tan lento), pero empeora. Cada cuerpo/cada cuerpa es distinto/a. El futuro se tambalea. ¿Hay un futuro? La línea de su horizonte que una miraba de relativamente lejos, se acerca. Mucho. Como si los proyectos se detuvieran. ¿Cuánto tiempo sin síntomas complicados? ¿cuánto tiempo de salud cuando una ya sabe que un alien habita el cuerpo? El miedo clava en el sofá. Las ideas más alarmantes. Internet se convierte en una tortura: solo hablan de los momentos más graves de la enfermedad. Abundan en el periodo terminal. No hay que extraviarse en el internet. Puede ser siniestro.
Al miedo paralizante sigue la negación. Olvidar el diagnóstico. ¿Quizá se equivocaron? Hundir la realidad en el fondo de una misma. Es una labor compleja que toma demasiada energía. ¿Por qué tanto cansancio? ¿Por qué esa sensación de caos en la cabeza? ¿por qué se desordena el escritorio? ¿por qué está mal doblada la ropa en los cajones? Negar la realidad –cualquier realidad– agota. Pero también pareciera temporalmente indispensable ante una muy mala noticia. Ante las distintas formas de pérdida. Todavía el alien no se manifiesta, lo encontraron por una especie de accidente afortunado. ¿Es mejor saber o no saber? Dicen que saber, porque permite prevenir. Hacer un seguimiento. Pero ¿no se cura? No.
Hay días en los que los “síntomas” del mal se manifiestan y luego desaparecen. Nunca había sucedido. ¿Los estará provocando la angustia como un recordatorio? ¿Qué espacio de protección interior se necesita construir para comenzar a aceptar? Hablarlo con una amiga. Primero. Agradecer su calma. No siempre es posible sentirse arropada en esa respuesta tranquila, que llama a lo razonable. “Sigue tus tratamientos y vas a estar bien mucho tiempo”. “Cuentas conmigo”. Las personas cercanas también sienten miedo. También tienen que acostumbrarse a las noticias inesperadas. También es necesario cuidarlas. Hay una honda zona de silencio. Y mucha ansiedad. La sensación de caos aumenta.
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Para hacer lo necesario para “estar bien mucho tiempo” y seguir funcionando en la vida se necesita calma. Quedarse un poco con una/o misma/o. El qué quiero hacer con mi vida se redefine. ¿Cuánto tiempo? ¿cuánto tiempo bien? “Hacer lo más de ejercicio que se pueda”. En medio del caos la disciplina que parecía una simple costumbre de vida se fuga a grandes velocidades. Las dimensiones del alien son por el momento pudorosas. Dicen que la ciencia avanza, aunque no demasiado en este tema. Habrá que inventar: la ciencia avanza. Mantener al alien en su estado actual el mayor tiempo posible. Atrofiarle su gula, su vocación expansionista.
Darle de palazos en la cabeza. Comenzar por lo mínimo, lo más cotidiano: no descuidar las plantas. No olvidar hacer la cama bien hechecita todas las mañanas. Pasear puntualmente a las perritas. Trabajar las ocho horas habituales. Ejercicio. No hundirse en el sofá como si fuera el fin del mundo. A cada quien lo que necesite, lo que le guste. Volver al orden necesario de los días. Apartar la catástrofe en la cabeza porque tiene esa oscura tendencia a adelantar vísperas. “Ya sé de qué, pero no sé cuándo” es una frase bastante siniestra. No es necesario entrar en detalles. El imaginario vuela, daña, estorba. Aceptar la realidad. Comenzar por lo mínimo: por la mañana regar las plantitas. Agradecer lo máximo: cuánto amor. Qué fortuna tanto amor. A trabajar. Pasito a pasito.