Hasta este 2025, la marihuana (cannabis) sigue manteniendo su lugar como la droga fiscalizada más consumida a nivel mundial, impactando la salud pública y el medio ambiente, revela el Informe Mundial sobre las Drogas 2025 de la ONU, el cual destaca un incremento en el uso de drogas a niveles históricamente altos, exacerbado por un aumento en la inestabilidad global y el empoderamiento de grupos del crimen organizado.
El cannabis sigue siendo, con diferencia, la droga más consumida a nivel mundial. Se estima que aproximadamente 244 millones de personas, el 4.6% de la población mundial entre 15 y 64 años, consumieron cannabis en 2023. Este número representa un aumento del 34% en la última década, pasando del 3.9% en 2013 al 4.6% en 2023.
América del Norte es la región con la mayor prevalencia de consumo anual de cannabis, alcanzando un 20.2% de la población entre 15 y 64 años en 2023. Le siguen Australia y Nueva Zelanda, y África Occidental y Central, donde la prevalencia del consumo anual fue de aproximadamente el 10% en 2023.
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En cuanto a las diferencias de género, a nivel mundial, el 2.3% de las mujeres de 15 a 64 años consumieron cannabis en 2023, mientras que este porcentaje fue del 7.0% para los hombres del mismo grupo de edad.
Esta brecha de género es más pronunciada en Asia (casi 10 veces más hombres que mujeres) y menor en las Américas y Oceanía (menos de 1.5 veces más hombres que mujeres). Sin embargo, en América del Norte, la brecha de género en el consumo de cannabis se está reduciendo.
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Impactos en la salud y la demanda de tratamiento
El consumo de cannabis es una causa importante de los daños relacionados con las drogas en todo el mundo. Se estima que un 42% de los casos de trastornos por consumo de drogas a nivel global en 2021 son trastornos por consumo de cannabis.
En 2023, el 41% de los países lo señalaron como la droga principal que motivaba el tratamiento. A nivel global, los opioides siguen siendo la clase de droga que motiva el mayor número de personas en tratamiento, seguidos por los estimulantes de tipo anfetamínico (ATS) y el cannabis.
En Oceanía y África, especialmente en África Occidental y Central, la proporción de personas en tratamiento por consumo de cannabis es la más alta a nivel mundial.
El consumo regular y elevado de cannabis durante la adolescencia es particularmente preocupante, ya que el cerebro aún se está desarrollando. Esto puede interrumpir el desarrollo cerebral normal y afectar negativamente funciones cognitivas como la atención, el aprendizaje y la memoria.
También se asocia con problemas sociales y educativos, y es un factor de riesgo para la depresión, trastornos de ansiedad o psicosis. Se calcula que aproximadamente 1 de cada 10 personas que consumen cannabis desarrollan un trastorno por consumo de cannabis, afectando a unos 22.6 millones de personas en 2021.
Los efectos adversos agudos del cannabis pueden incluir problemas neuroconductuales (ansiedad, ataques de pánico y psicosis aguda), problemas gastrointestinales (náuseas o vómitos), síntomas cardiovasculares (taquicardia e hipertensión), y deterioro cognitivo y psicomotor, que pueden resultar en accidentes de tráfico y muertes.
Además, el consumo de cannabis puede exacerbar trastornos mentales preexistentes. La evidencia sobre la asociación entre fumar cannabis y el riesgo de cáncer de pulmón u otros cánceres, incluso en jóvenes, no es concluyente, pero ha sido reportada.
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Legislación y sus consecuencias observadas
A diciembre de 2024, Canadá, Uruguay y 28 jurisdicciones en los Estados Unidos de América han implementado leyes que permiten el cultivo, la producción y la venta de cannabis para uso no médico. Más recientemente, en Europa, países como Malta (2021), Luxemburgo (2023) y Alemania (2024) han regulado el acceso de adultos al cannabis no médico, permitiendo el cultivo doméstico de un número fijo de plantas y la posesión de cantidades limitadas para uso personal.
Sin embargo, en estos países europeos, aún no se ha establecido una cadena de suministro comercial para el cannabis no médico. En Sudáfrica, desde 2024, existen disposiciones legales para el cultivo, posesión y consumo de cannabis por adultos en propiedades privadas y la posesión de cantidades limitadas en público.
Las políticas que han legalizado la cadena de suministro de cannabis no médico han mostrado un patrón acelerado de uso nocivo después del cambio de política, especialmente entre adultos jóvenes. Esto se relaciona con el uso diario frecuente y la diversificación hacia productos con alto contenido de THC.
También se ha observado un aumento en las hospitalizaciones relacionadas con trastornos por consumo de cannabis y la proporción de personas con trastornos psiquiátricos, ideación suicida e intentos de suicidio asociados con el uso regular de cannabis en Canadá y Estados Unidos, particularmente entre adultos jóvenes.
Por otro lado, el número de personas arrestadas y encarceladas por delitos relacionados con el cannabis ha disminuido, aunque persisten las disparidades raciales.
Impacto ambiental del cultivo de cannabis
En Europa, el cultivo ilícito de cannabis en interiores es más prevalente que el cultivo al aire libre en la mayoría de los países. El cultivo de cannabis en interiores tiene una huella de carbono significativamente mayor que el cultivo al aire libre.
Datos de América del Norte sugieren que el cultivo en interiores puede emitir un promedio de 50 veces más carbono que el cultivo al aire libre, debido principalmente a la energía utilizada para el control climático y la iluminación.
Aunque el cultivo al aire libre reduce la huella de carbono, sus impactos ambientales pueden ser considerables, incluyendo el cambio de uso del suelo, la deforestación, el uso excesivo de fertilizantes, el desvío de agua de arroyos y la pérdida de biodiversidad.
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El cultivo ilícito de cannabis en interiores también conlleva riesgos para la salud y la seguridad, como trampas explosivas, cableado eléctrico inseguro, atmósferas tóxicas, líquidos y químicos tóxicos, radiación ultravioleta dañina de las luces de cultivo, moho y daños estructurales a los edificios.
VGB
