DESALOJO DE EDIFICIO

Sin casa y sin cosas, la historia de las familias desalojadas en La Merced que ahora viven en la calle

“No saqué ni cobijas pero hay una amiga que me da una cobija para taparme porque duermo en la banqueta”

Sin casa y sin cosas, la historia de las familias desalojadas en La Merced que ahora viven en la calle
Sin casa y sin cosas, la historia de las familias desalojadas en La Merced que ahora viven en la calleCréditos: Fabián Evaristo
Escrito en METRÓPOLI el

Un día a otro, los inquilinos del edificio de General Anaya 27, pasaron de habitar sus departamentos a pasar las noches en las calles de La Merced con lo poco que sacaron de sus hogares, luego de un desalojo por parte de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJ).

“No nos llegó ningún papel ni nada, simplemente nos dijeron tiene 10 minutos para sacar lo más importante y van para afuera”, dice la señora María Isabel, quien llevaba 30 años viviendo en General Anaya 27, luego de venir de Puebla para buscar un mejor futuro en la Ciudad de México.

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Créditos: Fabián Evaristo

La señora Isabel vivía en el edificio con su familia, pero luego del desalojo del martes 9 de enero, han pasado a vivir sobre la banqueta en casas de campaña y en el puesto de ropa que su esposo trabaja.

Soportando el frío y sin oportunidad de trabajar por estar pendientes de una probable solución para volver a su casa o poder sacar sus muebles, la familia ahora vive en las calles de La Merced.

“Estamos esperando a que nos den solución y ojalá y nos regresen nuestro hogar aquí mismo, es lo que esperamos”, dice María Isabel.

Créditos: Fabián Evaristo

Los comerciantes solidarizan

De los habitantes desalojados, algunos viven en casas de campaña, otros más bajo las estructuras de puestos semifijos y los demás esperan a que los locatarios fijos bajen las cortinas de sus negocios, luego de la jornada de trabajo, y se acomodan sobre cobijas y cartones en las banqueta.

La señora Antonia es una de las personas que pernocta en la banqueta afuera del edificio de cuatro niveles con sellos de la FGJ capitalina.

Hace 30 años dejó su casa en Chiapas y llegó al barrio de La Merced donde estuvo trabajando en varios negocios de la zona y pudo rentar en el edificio hoy en resguardo.

“Me vine de San Cristóbal porque allá no hay dinero, cuando llegué aquí era tranquilo, se podía rentar un cuartito y trabajar bien”, recuerda doña Antonia.

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La señora Antonia López vivía sola en el departamento de General Anaya 27 y como el desalojo sucedió cuando estaba trabajando, no logró sacar nada, pero ante la desgracia, la mujer ha sido ayudada por sus vecinos y compañeros comerciantes que le han regalado una cobija y comida.

La mañana del viernes, luego de tres noches en las calles, la señora Antonia no puede evitar llorar mientras pasa la mañana junto a los otros desalojados.

“No saqué ni cobijas pero hay una amiga que me da una cobija para taparme porque duermo en la banqueta pero de todas formas pasé frío”, dijo Antonia López.

Pero ante la desgracia para las aproximadamente 30 familias que fueron desalojadas, los comerciantes se solidarizan y han donado diversos artículos a los desalojados de La Merced. Cajas de huevo, costales con papa, café, azúcar, pan y hasta casas de campaña.

“También somos comerciantes y mucha gente nos conoce y pues entre todos estamos cooperando para comer, hay niños, gente de la tercera edad, obviamente ellos no dejamos que cooperen, pero los que podemos compramos tortillas pan, nos acaban de regalar una caja de huevo”, dice la señora Olga, quien se encarga de cocinar el desayuno.

A la hora de servir el desayuno en el campamento, llega don Alberto, que dejó su trabajo como diablero para comer y llevar un costal con papas que le regalaron quienes saben que forma parte de los afectados por el desalojo del martes.

“Ahí están las papas, yo creo para una sopa o con rajas”, dice al dejar caer el costal a medio llenar.

Créditos: Fabián Evaristo

Año nuevo en el hospital y luego a la calle 

La noche del 30 de diciembre, la señora Olga Guerra y su familia la pasaron en una clínica del IMSS por los problemas de salud de su esposo.

El años nuevo fue de guardias en el hospital y nueve días después fueron sacados del departamento que rentaban en General Anaya número 27. Actualmente son de las personas que comparten la lona de uno de los puestos ambulantes del barrio de La Merced.

Créditos: Fabián Evaristo

Olga saca adelante a su familia con la venta de baberos y delantales en el barrio, al igual que los demás afectados, asegura que nunca recibieron un aviso de desalojo.

“En muchos departamentos se metieron y sacaron cosas, los reyes de un niño que se fue a la secundaria, dejó su celular y cuando los dejaron subir ya no había nada”, sostiene Olga Guerra.

Las familias que pernoctan en la calle piden que alguna autoridad les dé certidumbre de cuando podrán volver a sus casas o si pueden sacar lo que dejaron dentro de sus casas.

“Nosotros no nos escondemos ni nos tapamos la cara porque no somos delincuentes, mi esposo tiene viviendo allí 55 años, ahorita no está él porque está hospitalizado pero allí nació”.

Créditos: Fabián Evaristo

GPH