MIGRANTES EN CDMX

“Damos de comer diario a 1,000 migrantes en la Merced; me da mucha alegría”

El sacerdote Javier Torres Cervantes alimenta a migrantes e indigentes en la Parroquia de la Santa Cruz y Nuestra Señora de la Soledad, en pleno barrio de la Merced. Son ya nueve años los que lleva con esta labor humanitaria.

Escrito en METRÓPOLI el

Afuera de la Parroquia de la Santa Cruz y Nuestra Señora de la Soledad, en el límite norte del Barrio La Merced, cientos de personas migrantes y en situación de calle, hacen fila para recibir una dotación de alimentos por parte del sacerdote Benito Javier Torres Cervantes, quien desde hace nueve años se dedica a ayudar a gente en situación vulnerable. 

Tan solo para el desayuno se reparten alrededor de 1,200 raciones entre quienes viven en la calle y entre los migrantes que han alcanzado un refugio al interior de la parroquia. Al día suman aproximadamente 3,600 raciones de comida repartidas por la parroquia. 

“Hace nueve años iniciamos con personas en situación de calle. Al principio eran 18, a la semana ya eran 200 y después fue subiendo el número de nuestros hermanos vulnerables, en situación de calle y prostitución”, comenta el padre Cervantes.

El desayuno comienza a repartirse a las 10 de la mañana, pero desde dos horas antes o incluso tres, las personas hacen fila afuera de la iglesia para alcanzar pan, guisado, café, agua y fruta. 

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Decenas de niños y niñas, acompañados de sus padres, esperan con ansias que personal de la iglesia comience a dar los alimentos, mientras que, al interior de la parroquia, el sacerdote, junto con voluntarios, prepara las mesas y coloca la comida en platos de unicel. 

“Yo siempre he pensado que, si tú puedes dar al que lo necesita, hay que hacerlo, mientras se pueda. Yo vengo de familia también pobre y cuando a mí me daban algo me llenaba de mucha alegría. Yo pienso que ellos sienten, lo que yo sentía, agradecimiento y que voy a comer”. 

Al abrirse las puertas de la iglesia y, en cuanto empieza a repartirse la comida, los niños y niñas se alegran al ver tantas raciones juntas. La algarabía del momento, apaga por segundos la realidad de la crisis migrante en la Ciudad de México: son 7,709 personas en situación migratoria irregular en la capital, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Gobernación. 

“Hemos llegado a refugiar hasta mil 300 migrantes, sin embargo, vimos que sí era un número bastante de gente y que sí teníamos que bajar el número, entonces, pues más o menos estamos alojando entre 800 y 900 personas al día al interior de la parroquia. Le damos preferencia a las familias que vienen con niños”. 

Aunque al sacerdote Cervantes le gustaría ayudara a más personas, señala que desafortunadamente no está en sus manos alimentar a todas las personas que acampan en las inmediaciones de la parroquia. 

“Yo creo que las autoridades deben tomar cartas en el asunto, tienen que agilizarlas, porque nosotros sí hacemos una ayuda humanitaria, pero el problema es que esto se está desbordando. Quisiéramos ayudar a más gente, pero ya se salió de nuestras manos, por los problemas que empiezan a surgir con los vecinos, los problemas de salud, de higiene. No está en nuestras manos, necesitan un lugar donde ellos puedan estar dignamente y seguir su paso hacia Estados Unidos”. 

Tras las últimas acciones emprendidas por el Instituto Nacional de Migración para desalojar a migrantes que pernoctaban en la Central de Autobuses del Norte, en la alcaldía Gustavo A. Madero, el padre Cervantes considera que las acciones deberían focalizarse en atender la situación de fondo y no solo en mover a los migrantes de un lado a otro. 

“En la medida que van cerrando lugares donde están durmiendo los migrantes o cuando hay redadas de migrantes, luego luego se ve que aumenta aquí el número de migrantes. La idea no es quitarlos de un lado y pasar a otro, sino realmente darles un lugar donde puedan estar bien en la Ciudad de México”.