CRISIS MIGRATORIA

Ni Navidad, ni Año Nuevo: migrantes no tienen nada qué celebrar

De acuerdo con la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), de enero a la fecha, tienen el registro de 73,317 solicitudes de refugio en México

Créditos: @Christi44514431
Escrito en ESTADOS el

TUXTLA GUTIÉRREZ.- El fin de año para cientos o miles de familias migrantes ya no será la misma, pues han dejado su tierra por la violencia o falta de oportunidades u otra razón y, de esa forma, enfilarse hacia el llamado “sueño americano”.

Josie Romero José, de 16 años de edad, dejó truncada una de sus metas en su país, Venezuela: seguir con su educación en bachillerato y lograr la carrera de Veterinaria, pero ahora le toca acompañar a sus padres y hermano a un viaje que, hasta el momento, es incierto.

ÚNETE A NUESTRO CANAL DE WHATSAPP. EL PODER DE LA INFORMACIÓN EN LA PALMA DE TU MANO

Además, también se dedicaba al boxeo, e incluso presume que allá fue campeón de una categoría. “Pero, en su momento, seguiré con esto”.

Aunque se siente triste porque en su nación dejó a otros hermanos y familiares cercanos, aclara que no les quedó de otra que salirse porque el no tener dinero para pagar diferentes servicios los estaba “ahorcando”.

Foto: @Christi44514431

Como otros migrantes que dejan sus países, Josie también ha sufrido una serie de situaciones, como los cadáveres que le tocó ver en la Selva del Darién, entre Colombia y Panamá, “estaban tirados ahí todos los muertos, uno pasaba cerquita”.

Cuenta que su padre se dedicaba a la venta de ropa en vía pública y su madre era empleada doméstica en una casa particular, pero como los ingresos ya no eran suficientes, tuvieron que pensar en abandonar su tierra.

Pero ni él ni sus familiares son los únicos que han dejado su país; en el trayecto, confiesa, se toparon con una tía y sus primos, “no sabíamos que se habían salido de allá”.

“Ya todo era caro allá, la gente se moría de hambre”, dice el joven, quien refiere que nunca se imaginó pasar una Navidad o año nuevo fuera de su país, pero está consciente de que no les quedaba otra alternativa.

Lo que sí extrañará en esta ocasión, dice, es reunirse con toda su familia y preparar una cena especial. Por el momento, afirma, tendrá que ver si en este cierre de año podrán reunir dinero suficiente para rentar un cuarto, o pasarla en la calle en alguna carpa.

De hecho, para pagar ese espacio en una casa, tienen que juntar, entre sus padres, hermano y él, alrededor de 200 pesos; por fortuna, dice, hay gente solidaria que, de repente, les da de comer algo.

Mientras tanto, Josie y sus seres queridos se paran en algunos cruceros de la capital chiapaneca en busca de que los automovilistas les regalen alguna moneda.

De acuerdo con la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), de enero a la fecha, tienen el registro de 73,317 solicitudes de refugio en México, pero auguró que la cifra alcance las 80,000 para el cierre de este año.

Aunque esa cantidad es menor a los años 2021, 2022 y 2023, sin duda la Comar ve una tendencia al alza en los últimos meses de este 2024.

Entre otros datos, advierte que desde el 2013 le ha brindado protección complementaria a 149,715 migrantes, la mayoría (el 78.96 por ciento) de tres países: Honduras (47.92%), Venezuela (17.05%) y El Salvador (13.99%).

SUEÑOS TRUNCADOS: MUY LEJOS DE CASA

Edison Chávez, su esposa y dos hijos pequeños también huyeron de Venezuela, desde hace ocho meses, debido a que la economía era cada vez más raquítica.

En su caso, no sólo dejó su empleo, sino que ya no puedo graduarse como primer teniente de las Fuerzas Armadas venezolanas, pero con el gobierno de Nicolás Maduro era posible continuar allá.

A sus 26 años, dice que por ahora sólo tiene que pensar en llegar a los Estados Unidos, como lo han hecho miles de connacionales. “Estuve un rato en Colombia también, pero tampoco alcanza, ya no alcanza para enviarle a la familia, porque dejarías de comer para mandar”.

Edison tiene en su mano una bolsa de paletas, con la cual busca recibir dinero de los automovilistas. A veces, dice, hay quienes le dan “un buen apoyo”, e incluso alimentos.

Para él, cuenta, no es la primera vez que intentan llegar a los Estados Unidos, pues lo hicieron el año pasado; sin embargo, por falta de “plata”, no pudieron pagar en la Selva del Darién y ahí se frustró el intento. Sólo su hija de 12 años, dice, pasó y ya se estableció en ese país anglosajón. 

Para él, estar fuera de su país es complicado, más en estas fechas, pero no puede voltear atrás porque aún le quedan seres queridos en Venezuela, como su madre y hermanos.

Pero no podía pensar en regresar, pues por sus hijos piensa llegar, cueste lo que cueste, a los EU. además, confía en que lo logrará porque con él está Dios, “y nunca nos ha dejado”.

En una ocasión, recuerda, conoció a una migrante nicaragüense ya establecida en Chiapas, quien los invitó a vivir con ella, lo que les facilitó un tiempo los gastos por alojamiento.

Foto: @Christi44514431

En su estancia en la geografía chiapaneca, dice, han hecho de todo: desde barrer una calle, hacer “arepas” y empanadas, hasta desempeñarse en albañilería. Lo importante, refiere, es conseguir recursos para seguir su camino.

A pesar de que desde hace un semestre se mantienen en Chiapas, Edison tiene otro temor: que la situación se complique aún más con la llegada de Donald Trump a la presidencia estadunidense.

Pese a ello, él insiste en llegar, pues no está en su mente quedarse en la República Mexicana, por varias razones, una de ellas el peligro generado por el crimen organizado. “Sólo quiero llegar allá, y si me van a deportar, que lo hagan, pero que me regresen hasta mi casa”.

SÍGUENOS EN EL SHOWCASE DE GOOGLE NEWS