TUZANTLA.- Este lunes se cumplieron dos meses de que un grupo armado del cártel de La Familia Michoacana irrumpió a la cabecera municipal de Tuzantla, Michoacán, para perpetrar un ataque en contra de un grupo interno de esa misma organización criminal. La controlaba Eduardo Hernández Vera, “Lalo Mantecas”.
El pasado 3 de junio, Johnny Hurtado Olascoaga, “El Pez”, y José Alfredo Hurtado Olascoaga, “El Fresa”, líderes de La Familia Michoacana, asesinaron al tercero en mando de ese cártel.
Informes de seguridad revelan que “El Mantecas”, entonces líder regional de La Familia Michoacana, fue citado a una reunión con la cúpula de ese cártel, del cual era uno de los operadores.
Te podría interesar
Al llegar a la reunión, llevada a cabo en el municipio de Zinapécuaro, Michoacán, Eduardo Hernández fue asesinado delante del resto de la principal estructura.
Las fuentes consultadas dijeron que, a partir de ese momento, los hermanos Hurtado Olascoaga iniciaron el exterminio de la estructura de “El Mantecas”.
Te podría interesar
Uno de los principales puntos fue Tuzantla, municipio ubicado en el vértice que hacen los estados de Michoacán, Estado de México y Guerrero.
Por más de 40 minutos, los pobladores atestiguaron la crueldad con la que los líderes de La Familia Michoacana imponían a su jefe de plaza, un sujeto apodado “El Colima”.
La ofensiva de “El Pez” y “El Fresa” dejó oficialmente ocho personas muertas, entre ellos dos menores de edad; sin embargo, los pobladores afirman que fueron más muertos.
Los hechos ocurrieron cerca de la población de Yerbabuena, en la cabecera municipal de Tuzantla, a unos 168 kilómetros al oriente de Morelia, rumbo a Zitácuaro, en los límites con el Estado de México.
Desde entonces, la vida de los habitantes de Tuzantla cambió y hoy viven con miedo, aunque intentan retomar sus actividades y dejar todo atrás.
VIVIMOS CON TEMOR
Josué Jiménez Álzate, director de la escuela primaria urbana “Vicente Guerrero”, dijo que ha sido muy difícil que los niños se enfoquen a sus clases después de lo ocurrido.
El también maestro de sexto grado dijo que, a raíz de la presencia del estado de fuerza del estado y federación, se refleja más tranquilidad entre la población.
“Sin embargo, es preciso mencionar que hay secuelas sicológicas en la comunidad en general, que impacta en el desarrollo colectivo de los niños”, sostuvo.
Mencionó que el apoyo de personal especializado, les ha permitido identificar el grado de afectación en la comunidad estudiantil, para poder saber cómo atender el problema.
Kassandra, una niña de 11 años de edad y alumna de ese plantel educativo, se dice aun con miedo de salir a la calle y más, de ir a la escuela.
Revela que no se le olvida que fueron minutos interminables los que tuvieron que padecer durante los ataques armados, lo que le ha quitado el sueño.
Cuenta que, aunque el día de la masacre todavía no entraba a clases, fue tan grande la angustia que le costó trabajo salir a las calles e ir a la escuela días después.
Todavía no cumple 12 años de edad y Kassandra ya sabe lo que es ocultarse por varios minutos en el baño de su casa, junto con sus padres, para no ser alcanzada por las balas.
“Salir a la calle me da un poquito de miedo, porque no sé cuándo pueda volver a pasar otra vez o que haya algo”, expresa la niña.
Y agrega: “El primer día de clases, sí sentí miedo, pero ya me siento más segura porque hay más gobierno aquí y nos cuidan”, relata.
Kassandra, al igual que el resto de habitantes y autoridades locales, piden que permanezca el estado de fuerza de Guardia Civil y de fuerzas federales.
Ello, mencionan, para que no vuelva a pasar lo ocurrido el pasado 24 de agosto, en el que también fueron atacadas las instalaciones de la Policía Municipal.
Esa ofensiva criminal, hizo que el sector comercial cerrara sus puertas y que el 70 por ciento de la población huyera a otros municipios para evitar ser asesinados.
“Si fue una cifra muy alta, se quedaron los pueblos solos; pero ahorita ya se ve más movimiento, ya hay más confianza y poco a poquito vamos a regresar el Tuzantla que siempre hemos sido, primeramente Dios”, señala el alcalde, Arturo Serrato Suárez.
Confió en que el gobierno estatal y el gobierno federal de continuidad al apoyo, como hasta hoy para poder ayudar a su gente.
“Nosotros estamos haciendo lo propio, que haya esa coordinación de los tres niveles, para tranquilidad de nuestra gente, para protección de nuestras familias”, reiteró.
“Lo primero que pienso, pues es encomendarme a Dios y a la virgencita. No somos gente mala; somos gente de trabajo, gente sana y la mayoría de los tuzantlenses, también así somos. Somos gente hospitalaria, gente de trabajo, gente sencilla y no tiene por qué cambiar eso: al contrario, debemos de reforzar esas cosas para que quien nos visita pues, se sienta también en casa y con la confianza que debe sentirse”.
Georgina Rico Albarrán vende antojitos mexicanos en una esquina de la plaza principal. Narra que luego del ataque, todos los comercios cerraron y se vivieron abajo.
“Pues a mí me afectó bastante porque no había nadie en el pueblo y semanas no trabajamos nada”, relata la comerciante.
Ahora, cuenta, “estamos poco a poco subiendo las ventas. Pero tengo mucho miedo, porque a mí (los criminales) me abrieron mi local ese día”.
Platica que la llegada de personal de la policía estatal y de fuerzas federales, le ha permitido volver a iniciar su negocio y tener al menos un poco más de tranquilidad.
rst