El 25 de octubre se celebra el Día Mundial de la Pasta, uno de los alimentos más universales y entrañables. Este día, más que una simple efeméride, es una oportunidad para reconocer la historia, la diversidad y la capacidad de este platillo para unir culturas a través del sabor.
Contexto: la fecha tiene su origen en Roma, cuna de tantas tradiciones gastronómicas. En 1995, representantes de más de 40 países productores se reunieron en la capital italiana con un propósito común: destacar la relevancia cultural y nutricional de la pasta. De aquel encuentro nació la propuesta de establecer un día mundial dedicado a este alimento. Tres años después, en 1998, la celebración se concretó por primera vez y, con el paso del tiempo, se transformó en una auténtica festividad internacional.
Durante la primera década, los festejos fueron discretos, centrados en eventos locales. Sin embargo, a partir de 2008, la conmemoración tomó una nueva dimensión: ferias gastronómicas, encuentros culinarios y actividades educativas comenzaron a multiplicarse en distintas ciudades del mundo, reflejando el papel fundamental de la pasta en la alimentación global.
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Aunque suele asociarse con Italia, la historia de la pasta trasciende fronteras. Diversas teorías señalan que sus orígenes podrían remontarse a la antigua China, desde donde habría llegado a Europa para ser perfeccionada y reinventada por los italianos. Desde entonces, la pasta ha viajado y evolucionado, adaptándose a cada cultura y convirtiéndose en un símbolo de creatividad culinaria.
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¿Sirve aventar la pasta a la pared? El punto exacto de cocción y cómo salarla bien
En la mesa italiana, pocas cosas despiertan tanta devoción como un plato de pasta bien cocida. Y es que detrás de la expresión “al dente” —literalmente, “al diente”— se esconde mucho más que una simple indicación de cocción: es una filosofía culinaria. Preparar la pasta “al dente” significa respetar su textura, lograr que conserve cierta firmeza al morderla, sin llegar a estar dura ni blanda. Es, en esencia, encontrar ese equilibrio que transforma un plato cotidiano en una verdadera experiencia.
Lograrlo no es cuestión de suerte, ni de trucos improvisados. Durante años se ha popularizado el curioso consejo de arrojar un espagueti contra la pared para comprobar si está listo. Sin embargo, este gesto pintoresco poco tiene que ver con la precisión de una buena cocción. Si la pasta se adhiere a la superficie, puede indicar tanto que está en su punto como que se ha pasado de tiempo, perdiendo esa textura deseada.
La manera más fiable de acertar es seguir las indicaciones del fabricante, ya que cada tipo de pasta —seca, fresca, corta o larga— requiere un tiempo distinto en el agua hirviendo. Unos minutos de más o de menos pueden marcar la diferencia entre un plato mediocre y uno memorable.
Un secreto que los cocineros italianos conocen bien es retirar la pasta del agua unos instantes antes del tiempo indicado y dejar que termine su cocción dentro de la salsa. De este modo, los sabores se integran con mayor armonía y se evita que la pasta se pase.
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Así, preparar la pasta “al dente” deja de ser una simple técnica para convertirse en un gesto de respeto: respeto por el ingrediente, por el comensal y por la tradición que durante siglos ha hecho de Italia un referente de la buena mesa.
LCM
