Han pasado 40 años del terremoto del 85, pero en la memoria sigue vivo como si hubiera sido ayer. Aquellos dos minutos transformaron la ciudad y la manera en que sus habitantes se relacionan con ella. Más de 30 mil viviendas fueron destruidas, 150 mil personas perdieron su hogar y el número de muertos nunca se supo con certeza. Como escribió Carlos Monsiváis, esa cifra permanecerá para siempre como un enigma.
Aún hoy, al caminar por la Roma o el Centro Histórico, se perciben cicatrices: terrenos vacíos, muros reconstruidos, plazas que surgieron del derrumbe. Son recordatorios de que, en un instante, la capital se quebró, y que de entre sus ruinas emergió una ciudad distinta, marcada para siempre por el recuerdo.
La mañana del 19 de septiembre de 1985 quedó grabada en la memoria de la Ciudad de México como un instante de fractura. En cuestión de minutos, no solo se desplomaron hogares, hospitales y escuelas; también se apagaron las luces de los escenarios y las pantallas que durante años habían alimentado la vida cultural de la capital.
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En aquel tiempo, los Televiteatros eran un símbolo de esplendor. Ahí brillaban producciones como “Mame”, con Silvia Pinal; “Títere”, de la mano de Chespirito; y “José el Soñador”, narrado por Lolita Cortés. Sin embargo, la fuerza del temblor derrumbó aquel conjunto teatral situado en la colonia Roma, borrando de un golpe las marquesinas encendidas y los sueños que ahí habitaban.
Pasaron casi diez años antes de que la herida diera paso a un nuevo espacio: en 1994 nació el Centro Cultural Telmex, con el respaldo de la empresa telefónica. Décadas después, al quedar sin patrocinio, el recinto adoptó simplemente el nombre de Centro Cultural, conservando su esencia como punto de encuentro con el arte.
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El renacer de los teatros
Algunos escenarios quedaron varados en el tiempo. El Teatro Milán, en la calle Lucerna, sufrió daños que lo dejaron en silencio por años. No fue hasta que Pablo Perroni y Mariana Garza lo rescataron en 2011 que el telón volvió a levantarse, y en 2014 recobró vida con el musical “Godspell”.
El Teatro Jorge Negrete, por su parte, también fue víctima de la sacudida. Tras intensos trabajos de restauración iniciados en 1986, abrió nuevamente sus puertas con “Malintzin, Medea americana”. Fundado en 1957, en la colonia San Rafael, este espacio logró mantenerse en pie como uno de los foros más representativos de la capital.
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Las pantallas que se apagaron
Los cines, que eran templos de reunión familiar y refugio de historias, tampoco sobrevivieron al desastre.
El Cine Morelia y los Cinema 1 y 2, en la Roma, fueron reducidos a escombros; en su lugar se levantaron unidades habitacionales.
El legendario Cine Regis, en avenida Juárez, se vino abajo junto al hotel del mismo nombre, envuelto en llamas. Hoy, donde alguna vez hubo butacas y risas, se extiende la Plaza de la Solidaridad.
El Cine Internacional, en la colonia Doctores, dio paso al Jardín Doctor Ignacio Chávez, ahora punto de encuentro para coleccionistas y curiosos.
El Cine Teatro Roble, en Paseo de la Reforma, ya marcado por daños de un temblor previo, quedó abandonado tras la tragedia de 1985. Finalmente fue demolido y en su terreno se construyó la sede del Senado de la República.
LCM
