La temporada navideña se aproxima con la calidez que la caracteriza y, como cada año, trae consigo una mezcla de expectativas, memorias familiares y tradiciones profundamente arraigadas. Para millones de personas alrededor del mundo, este periodo representa mucho más que una serie de celebraciones: es un momento de unión, de nostalgia y de renovada esperanza.
Uno de los ritos más emblemáticos de estas fechas es la colocación del árbol de Navidad. Aunque para muchas familias el momento ideal depende de tiempos personales o costumbres heredadas, la tradición de la Iglesia Católica señala una fecha concreta: el Primer Domingo de Adviento.
¿Cuándo se pone el árbol de Navidad, según la tradición?
Este periodo, compuesto por cuatro semanas, marca el inicio del año litúrgico y simboliza la preparación espiritual para la llegada de Jesús. Por ello, montar el árbol en esa fecha representa el comienzo de una espera llena de significado. En 2025, el Adviento comenzará el 30 de noviembre, lo que ofrece un espacio adecuado para organizar con calma los detalles de la decoración y de las celebraciones venideras.
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Aun así, la diversidad de costumbres en los países de tradición católica hace que existan otras fechas igualmente apreciadas. En muchas regiones —como España o Argentina— el 8 de diciembre, Día de la Inmaculada Concepción, es un momento especial para adornar el hogar. Por otra parte, algunas familias prefieren esperar hasta la Nochebuena, permitiendo que el acto de decorar el árbol forme parte de la intimidad y solemnidad del 24 de diciembre.
Más allá de la fecha elegida, la intención es siempre la misma: que el árbol y el nacimiento se conviertan en símbolos de luz, unión y esperanza para el hogar.
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La Navidad, sin embargo, ha trascendido sus raíces religiosas para convertirse en una celebración universal. Su significado varía de acuerdo con cada persona, pero suele coincidir en ser un tiempo destinado al encuentro con los seres queridos, a la reflexión y al fortalecimiento de los afectos. Es un periodo en el que gestos como compartir la mesa, intercambiar obsequios o participar en tradiciones locales —desde las Posadas en México hasta la Misa de Gallo— adquieren un valor especial.
En última instancia, la Navidad inspira a vivir con mayor consciencia valores como la paz, la generosidad y el amor al prójimo. Sea a través de un villancico, de una cena familiar o del simple acto de encender las luces del árbol, este tiempo invita a recordar que los pequeños rituales pueden convertirse en los mayores símbolos de unión y celebración.
LCM
