En recientes años, las barberías han tenido un gran auge tanto en la Ciudad de México como en el Estado de México; sin embargo, la atención, los cortes y la esencia son mínimos si las comparamos con los negocios tradicionales que podemos encontrar en los mercados y barrios antiguos de la ciudad.
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Hace apenas unos siglos, los barberos eran ampliamente conocidos por ser maestros del peine y de la tijera, pero, además, tenían entre sus funciones la posibilidad de extraer muelas, hacer sangrías, acomodar huesos y demás trabajos de ortodoncia, para los cuales necesitaban pasar arduos exámenes ante el Real Protomedicato (equipo de la Nueva España que regulaba las actividades sanitarias).
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Poco a poco, las habilidades de los barberos fueron disminuyendo, aunque eso sí, aún conserva su increíble habilidad con las tijeras y el peine, además de aprenderse (casi) de memoria una gran cantidad de cortes y estilos tanto para hombres como para mujeres.
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¿Cuál es la historia detrás de la barbería más vieja de la capital?
Los negocios de la barbería han ido evolucionando con el pasar de los años; sin embargo, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, aún podemos encontrar, entre sus calles, un pequeño local pintado de color blanco. Se trata de Barbería Nueva York, considerada por muchos como la barbería más antigua de la capital.
Poco se sabe sobre este enigmático lugar; sin embargo, algunos cronistas e historiadores mencionan que la Barbería Nueva York fue inaugurada en 1930, convirtiéndose en un establecimiento al cual asistieron desde presidentes como Miguel Alemán Valdés y actores como Eduardo Alcaraz hasta oficinistas y obreros, quienes administraban su tiempo para acudir a hacerse un buen corte de cabello.
De hecho, la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México definió esta barbería como: “Los sillones de piel, un lugar cálido e histórico, el rito de afeitar la barba con navaja y espuma caliente, cortes milimétricos, la charla, crean un rito entrañable”.
En su momento, la Barbería Nueva York fue administrada por don Julio, un señor que cuenta con más de 40 años de experiencia en el negocio de cabellos, barbas y bigotes. En diversas entrevistas ha afirmado que el oficio lo aprendió desde muy chico, gracias a la paciencia del dueño original del local, que tras fallecer, le heredó su negocio como agradecimiento.
“El señor falleció y me la quedé yo. Creo que el patrón pensó que yo la merecía, siempre cumplido, disciplinado en el trabajo y tratando de hacer las cosas lo mejor que puedo”, admitió don Julio en una entrevista para el medio Excelsior.
Una de las principales características que tuvo en su momento Barbería Nueva York fue justamente ser una ventana al pasado, donde aún se podían apreciar los cinco sillones de inicios del siglo XX que eran utilizados para la comodidad del cliente; algunos retratos, ya sea de los propietarios o de los famosos que acudieron a un retoque estético, o incluso los muebles de madera que simulan que jamás han envejecido.
Lamentablemente, todo tiene un final y para la Barbería Nueva York llegó de forma imprevista, debido a la oferta que otros lugares ofrecían y las tendencias que poco a poco iban surgiendo con una nueva generación. Se ubicaba en la calle de República de Cuba número 73 en el Centro Histórico de la Ciudad de México.