Lavarse las manos con frecuencia es una práctica saludable y esencial para prevenir enfermedades, pero cuando esta acción se convierte en una necesidad constante e incontrolable, puede estar relacionada con factores psicológicos.
Según la psicología, el lavado compulsivo de manos a menudo está asociado con el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), en el que las personas experimentan pensamientos intrusivos sobre la limpieza o la contaminación y recurren al lavado como una forma de aliviar la ansiedad. Sin embargo, esta conducta puede generar un círculo vicioso, donde el alivio es momentáneo y el temor regresa rápidamente. Aunque se asocia comúnmente con el TOC, no es necesario tener este diagnóstico para adoptar esta rutina.
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¿Eres de los que se lava las manos todo el tiempo? Esto dice la psicología
Para muchas personas, el lavado de manos puede parecer un acto trivial, pero quienes lo practican constantemente pueden estar manifestando ciertas razones psicológicas. Una de ellas está relacionada con la ansiedad, que puede expresarse de diversas maneras. Este hábito repetitivo podría ser una estrategia para manejar esa sensación de inquietud, buscando generar una sensación de control en un entorno que se percibe como inseguro o amenazante.
Otra posible explicación es el deseo de obtener aprobación social o la necesidad de sentirse más limpio y puro, algo que, según los psicólogos, podría estar vinculado con una baja autoestima. Asimismo, experiencias traumáticas relacionadas con la higiene o la enfermedad pueden generar un miedo excesivo a la contaminación, llevando a comportamientos compulsivos como el lavado reiterado de manos.
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El perfeccionismo también puede desempeñar un papel importante en este comportamiento. Las personas perfeccionistas podrían sentir una fuerte necesidad de alcanzar un estado de pureza ideal, lo que las lleva a lavarse las manos repetidamente.
Además, este hábito puede tener raíces en la infancia o adolescencia, siendo adquirido mediante la observación de figuras cercanas o a través de mensajes culturales que refuerzan la importancia de la limpieza y la higiene.
Aunque higiénico, este comportamiento puede tener efectos negativos, como sequedad o dermatitis, una inflamación de la piel que afecta principalmente a personas con piel sensible, dermatitis atópica o eccema en las manos. Asimismo, el exceso de asepsia puede alterar el equilibrio natural del organismo, afectando la flora intestinal, que requiere bacterias, hongos y parásitos para mantenerse saludable.