VERACRUZ, VER.- El Gran Café de La Parroquia, con 216 años de historia, es una parada obligada para los turistas que visitan la ciudad de Veracruz. Este restaurante es emblemático en la cultura popular jarocha, ya que es punto de encuentro de los porteños, pero también un lugar concurrido por artistas, empresarios y políticos.
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Sin embargo, algo que pocas personas saben, incluso las nuevas generaciones de jarochos, es que el Gran Café de La Parroquia que se ubica en el malecón de Veracruz, no es la primera sucursal que se abrió en 1808 por su primer propietario José Capdavill, antes de que el establecimiento y la marca fuera adquirido por la familia Fernández.
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En el Archivo Histórico de la ciudad de Veracruz, existe evidencia de que este negocio nació hace 216 años en la esquina de la avenida Independencia y la calle Zamora, justo frente a la Catedran de Nuestra Señora de la Asunción, en el corazón del Centro Histórico.
Actualmente en este lugar se encuentra el Gran Café del Portal, que es otra de las cafeterías con una larga tradición en la ciudad y que en su carta ofrece el mismo tradicional Café Lechero, que es la bebida emblemática que se sirve en el Gran Café de La Parroquia y sus sucursales.
En un principio fue abierto como una tienda de abarrotes y pulquería, pero más tarde se convirtió en una cafetería, para atender la demanda de esta bebida que era cada vez más solicitada. Los registros lo ubican en un inicio con el nombre de El Caballo Blanco, pero debido a que se ubicaba en el Portal de La Parroquia, para 1858 ya se le llamaba el Café de La Parroquia.
El negocio abrió y cerró en varias ocasiones, pero para 1881, el empresario Manuel González reabrió el lugar y lo convirtió en un negocio rentable. Para 1890, las primeras vías del tranvía cruzaban justo enfrente del Café de La Parroquia y muy temprano tocaban sus campanas para avisar a los meseros que estaban por pasar.
Mientras el tránvía pasaba, los meseros servían en los vasos de los conductores una carga de café y leche bronca, es así que nació el tradicional Café Lechero que todavía se sirve en el lugar mientras el comensal golpea con la cuchara el vaso para simular el tin tin tin de las campanas de los tranvías.
Se traslada al Malecón de Veracruz
En 1926 es adquirido por José Fernández, un empresario originario de España que tenía su residencia en el municipio de Córdoba, quien se mudó al puerto de Veracruz para hacerse cargo de la cafetería. El lugar se convirtió entonces en un sitio relevante para la sociedad veracruzana y cualquier visitante.
Se tiene registro de que el expresidente Porfirio Díaz desayunó en este lugar antes de partir a Europa exiliado, se tomó un Café Lechero, una canilla (pan) y un generoso plato de papaya, que es lo que hoy en día se encuentra en la carta por 150 pesos como Desayuno Porfirio.
Para la década de 1940 el negocio es adquirido por los sobrinos de José Fernández, Marcelino Fernández y Fernando Fernández Lavin, refugiados españoles, los hermanos trasladan el negocio al malecón de Veracruz, en donde actualmente se ubican el Café de La Parroquia, conocido como el de Don Marce, y el Gran Café La Parroquia, y el Gran Café de La Parroquia, de los hermanos Fernández.
Esta última marca es la que más sucursales ha abierto en la ciudad, algunas en sitios que ya son también tradicionales como el que se conoce como el Café de los 200 en el bulevar Adolfo Ruiz Cortines de Boca del Río; el que es conocido como el Café de los 500 años, en el bulevar Manuel Ávila Camacho de Veracruz, recientemente la sucursal en La Riviera Veracruzana.
Por este sitio han desfilado personalidades como el cantautor Agustín Lara, el fútbolista Luis Pirata Fuente y el beisbolista Beto Ávila. También personajes de la política como Cuauhtémoc Cárdenas, Carlos Salinas de Gortari y hasta el principe Carlos de Inglaterra, además de otras personalidades de la época contemporanea.
El edificio con 300 años en el que fue abierto originalmente El Gran Café de La Parroquia continúa casi intacto, el Gran Café del Portal se ha encargado de dar mantenimiento al lugar y conservar los aspectos tradicionales de aquella época, así como la atención cálida a sus comensales.
vtr