VERACRUZ, VER.- El nacimiento prematuro de Victoria rompió las ilusiones de Yarely Aguilar, su madre de 29 años. Pasar semanas en el hospital sin poder tocarla no fue lo que imaginó para su posparto. Un lugar vacío en casa y apenas media hora de compañía en el hospital hacían que la joven madre anhelara amamantar a su pequeña.
Durante meses se preparó para ese momento: aprendió los beneficios de la lactancia materna y compró extractores de leche para cuando regresara a trabajar. Soñaba con darle pecho a Victoria y crear ese vínculo interrumpido por la incubadora que aún mantenía a la pequeña, que había nacido a las 29 semanas.
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Hace unos días, cuando Victoria llegó a 1 kilo 800 gramos, Yarely pudo cargarla por primera vez. Le ofreció su pecho y la conexión fue inmediata, indescriptible. La cercanía activó sus hormonas y la leche salió de forma abundante.
Era pequeñita y con poco pelo, pero gracias a la leche de Yarely –y a los medicamentos proporcionados– Victoria superó una hemorragia cerebral de grado 2 y una arteria abierta.
La importancia de la lactancia materna en la primera infancia
"Era mi única forma de contribuir en algo (...) La leche materna ha sido la medicina más poderosa que ha podido tener mi bebé", dice Yarely orgullosa.
De no ser porque Victoria fue una bebé prematura y necesitó fórmula, ella habría formado parte del 48 por ciento de lactantes menores de seis meses que son alimentados exclusivamente con leche materna.
La cual “es una de las maneras más eficaces de garantizar la salud, el desarrollo y la supervivencia del bebé en las primeras etapas de la vida”, además de actuar “como su primera vacuna, brindándole protección contra enfermedades como la diarrea y la neumonía”, según explicaron los titulares de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) a principios de agosto.
De acuerdo con Unicef, los bebés menores de seis meses que reciben lactancia materna exclusiva aumentaron 10 por ciento en todo el mundo. Aunque representa un avance, la organización reconoció que está por debajo del objetivo del 60 por ciento impuesto por la Asamblea Mundial de la Salud.
Sin embargo, se reconoció que esto se debe a los desafíos que se superponen para las madres primerizas, el personal sanitario y los sistemas de salud. Por su parte, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) puntualiza que se necesitan diversos apoyos para promover la lactancia materna. Entre ellos, el respeto por la autonomía de las mujeres y su derecho a amamantar en cualquier momento y lugar.
Este apoyo incluye otras aristas, como las políticas y actitudes que valoran a las mujeres y la lactancia materna. Para Yarely, que aún no ha regresado a trabajar, el impulso, empatía y responsabilidad social por parte de las empresas es clave.
Trabajar y lactar: el reto
Victoria es el milagro y el sueño cumplido de Yarely, pero el camino a la estabilidad aún es largo. Por eso, si ella tuviera que escoger entre su empleo y amamantar a su hija, renunciaría sin dudar.
“Definitivamente hubiera renunciado (...), pero afortunadamente estoy en un lugar donde son garantes de los derechos de las mujeres y en todo momento me han respaldado”, explica.
Yarely trabaja en un consejo empresarial donde es la encargada del área de comunicación, prensa y marketing. A pesar de que su incapacidad por maternidad acabó oficialmente, sus empleadores le permitieron trabajar de forma remota debido a la condición de Victoria, un apoyo del que no todas las mujeres trabajadoras gozan.
Según Unicef, decenas de miles de mujeres en México dejan de amamantar a sus bebés cuando retornan al trabajo, una de las principales barreras que impiden la lactancia exitosa. Por ello, insiste, todos los actores directos e indirectos deben sensibilizarse sobre su importancia.
De acuerdo con la fracción IV del artículo 170 de la Ley Federal del Trabajo (LFT), durante el periodo de lactancia, hasta por el término máximo de seis meses, las madres trabajadoras tienen derecho a dos descansos extraordinarios de treinta minutos cada uno, por día, para alimentar a sus hijos. Además, se les debe proporcionar un lugar adecuado e higiénico para amamantar.
En su caso, Yarely acordó con sus empleadores dos posibles formas de cumplir este derecho. La primera es entrar una hora tarde para amamantar desde casa; la segunda, es tomar estos descansos para extraerse leche en algunas de las oficinas vacías de su empresa.
Aunque en su lugar de trabajo no haya salas de lactancia, Yarely explica que sí se le proporcionarán espacios limpios, privados y seguros para realizar la extracción de leche materna.
Conforme explica Unicef, el apoyo y la promoción de la lactancia materna en el trabajo pueden incrementar la eficiencia, la productividad y reducir el ausentismo, debido a que los bebés se enferman menos.
Para Yarely, el Veracruz ideal para las madres lactantes sería la existencia de diversas salas de lactancia. Ya sea en centros comerciales o en centros de salud, esto ayudaría a que las madres estuvieran cómodas y seguras de estigmas y críticas.
“Creo firmemente que la lactancia no debe ser una barrera para desarrollarnos profesionalmente. Al contrario: con voluntad, empatía y políticas laborales adecuadas, es posible trabajar y al mismo tiempo cuidar y alimentar a nuestros hijos. Mi historia con Victoria es prueba de ello”, sostiene orgullosa.
lm
