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Insistir, persistir, resistir: la lucha de Ángeles Luna por un lugar en la ingeniería civil en Veracruz

Ángeles Luna fue una de las siete mujeres que lograron egresar de Ingeniería Civil en 1994. Hoy es ingeniera, empresaria y docente

Insistir, persistir, resistir: la lucha de Ángeles Luna por un lugar en la ingeniería civil en Veracruz
Insistir, persistir, resistir: la lucha de Ángeles Luna por un lugar en la ingeniería civil en VeracruzCréditos: Especial LSR Veracruz
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VERACRUZ, VER.- Como una de las 10 mujeres que ingresaron a la carrera de Ingeniería Civil en 1994, y una de las 7 que se graduaron, Ángeles Luna Costales entendió que debía resistir “más que un hombre” si realmente quería ser ingeniera.  

“Si yo me voy a lo masculino y femenino, no hay géneros, porque las niñas y mujeres somos tan capaces como los hombres”, defiende la maestra en Construcción de 48 años, en el marco del Día Mundial de la Mujer en la Ingeniería.  

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Ángeles Luna, graduada con el tercer promedio más alto de su generación, es tesorera del Colegio de Ingenieros Civiles de Veracruz, académica de la Universidad Veracruzana y gerente de Aluna, su empresa de ingeniería y consultoría desde 2019.  

De acuerdo con estadísticas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de 2022 y 2023, la participación de las mujeres en el sector de la construcción equivale al 15.6 % y 15.9 %, respectivamente. Según el instituto, esta es una de las áreas con menor participación femenina.  

Compañero, no mujer

En México, tres de cada 10 profesionistas en carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) son mujeres, según datos del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) de 2022.  

En Veracruz y otros 12 estados, la matrícula de mujeres en carreras STEM necesita duplicarse para igualar la cantidad de hombres que estudian estas profesiones.

En el Día Mundial de las Mujeres en la Ingeniería, celebrado cada 23 de junio desde 2014, Ángeles Luna mantiene una consigna: insistir, persistir, resistir y no desistir. Estas palabras la impulsaron a perseguir sus sueños y a demostrar, desde que ingresó a la universidad, por qué ella también merece un lugar en el campo de la construcción.  

Según explica, en la década de los noventa no existía el respeto hacia la mujer, sino “el respeto hacia el compañero que era mujer”. De forma vívida, recuerda que cada vez que una chica entraba al campus de Ingeniería de la Universidad Veracruzana, los hombres “hacían un ruido horrible, como si fueran animales que bramaban”.  

Esto sucedía de forma simultánea en cada edificio del campus Veracruz. “Nunca las veían, porque luego ni salían del salón, pero era la forma de amedrentar a alguien. Nosotras pasamos a ser compañeras completamente. Ya no éramos mujeres, éramos alguien más, un compañero más. Podíamos pasar 20 veces por ahí y no nos decían nada”, detalla.  

Fue después de esperar una semana para que la añadieran al equipo de básquetbol cuando se dio cuenta de que nunca sería igual a los hombres. “Eres un compañero, pero es como si hubieras sido el más débil, el que no metes a tu equipo porque vas a perder”, explica. 

La convivencia era hostil. Cada vez que los hombres “bramaban” por una o diez mujeres que ingresaran al campus, el comportamiento era ignorado por los académicos. “Ahora lo pienso y digo: si fuera ahora, ya estarían las demandas de derechos humanos”, reflexiona Ángeles Luna.

Hoy, asegura, los salones comienzan a verse mixtos y la convivencia es distinta. Las mujeres ya no representan el 5 % como cuando ella estudió, sino que ahora constituyen el 30 % de la matrícula en Ingeniería Civil de la Universidad Veracruzana, región Veracruz.

Un campo dominado por hombres en el que las mujeres destacan

Ángeles Luna supo que lo suyo era el diseño y la construcción desde la infancia, cuando dibujaba con perspectiva y soñaba con ver cada ilustración materializada. Observaba el mundo y plasmaba en papel lo que imaginaba.  

“No existen géneros para soñar”, destaca. En 2022, al hablar con el jefe de la carrera de Ingeniería Civil, el ingeniero le contó que percibe a las estudiantes con disposición y un gran sentido de responsabilidad. En los últimos semestres, le aseguró el ingeniero Soto, las mujeres han destacado como representantes de generación, consejeras alumnas y por estar al frente de capítulos estudiantiles.

“¿Qué significa? Que vamos liderando. Nosotras tenemos que destacar porque estamos en una carrera que todavía es de hombres, ¿y con qué destacamos? Con lo que tenemos en la cabeza. Las estudiantes ingresan, por lo regular, con magníficos promedios”, dice emocionada Ángeles Luna.

Sin embargo, en la práctica profesional, el avance es más lento. Describe que, con frecuencia, observa la decepción en la cara de un cliente cuando descubre que es la ingeniera Luna y no “el ingeniero”.

Entonces, dice, le toca demostrar sus conocimientos y por qué es tan valorada su experiencia en el campo. “Sí es cansado demostrar todo el tiempo, pero yo lo veo como los doctores, quienes siempre tienen que estarse preparando”, explica.

“Al varón, de entrada, ya le abren las puertas. A lo mejor, después, si se dan cuenta de que no es capaz, le dicen ‘ah, muchas gracias’, pero de entrada le dicen que sí. Las mujeres tenemos que llegar y, como quien dice, hacemos la antesala, y si ya me la abriste, te voy a demostrar para que siempre la tengas abierta. Esa es la desventaja que tenemos, posiblemente, en todas las ingenierías”, argumenta Ángeles Luna.

Además, la ingeniera describe que, como mujeres en la construcción, sus probabilidades de trabajar en otros estados o ciudades son pocas debido al rol de género que les impuso la sociedad.

Como mujeres, separarse de su familia, su pareja o su casa es visto como un trámite complicado para los contratadores e, incluso, para ellas mismas, quienes sienten la necesidad de ser buenas en todo: en la casa y en el trabajo.  

A pesar de esto, describe que cada vez que sube a un onceavo piso a supervisar una de sus construcciones, el corazón se le acelera y piensa: “Mira, sí pudiste”.  

El orgullo que siente de sí misma tras el cansancio, el sol y la arena de las construcciones que supervisa y ve plasmadas en la ciudad, después de estar en papel, apenas puede describirlo.

lm