ALVARADO, VER. - En la localidad de Luis Martínez (El Canal), todos los habitantes son pescadores, incluidas las mujeres de la tercera edad como Libia Coello Hernández. Su piel dorada por el sol que baña el municipio de Alvarado, su joyería plateada y sus labios color rojo que utiliza cada tarde cuando sale a pescar, dan una señal clara: las mujeres están presentes en este oficio.
No necesariamente por gusto, sino porque ni Libia, ni Isabel ni alguna de las 40 mujeres pescadoras de El Canal, tuvieron una mejor forma de sustento. Lo disfruta; la tranquilidad que siente en la laguna apenas y puede describirla, pero Carmen, otra mujer pescadora de la comunidad, lo tiene claro: “quien no pesca, no come”.
Pescadoras por el bien de la familia
En El Canal, todas las actividades económicas giran alrededor de la pesca. Si no es la captura de Ostiones, camarones y peces, entonces es la realización de jaiba en pulpa, de hacer atarrayas y de remendar las redes de pesca.
Te podría interesar
Libia, que con 68 años sale a pescar de 6:00 a 9:30 de la noche cada día, explica que el oficio lo aprendió de su madre, quien pescaba en la comunidad de Salinas junto a su compañero de vida igual que las mujeres en El Canal.
Mientras Lucía, su madre, salía cada mañana a jaibear junto a su compañero, Libia, con entonces 9 años, se quedaba en casa a cocinar arroz, frijoles, tortillas y huevo para ella y sus hermanos menores. De la pesca, sus padres dividían: “una parte para la casa y otra para la venta”, le salía pescado frito y pescado en caldo, platillos que aún degusta Libia ya que no es fan de comer pollo, res o cerdo.
A los 16 aprendió a pescar y llegó a El Canal, donde conoció al padre de su hijo. Estaba en sus veintes, tuvo cuatro hijos y su compañero, al que describe como “flojo” por no salir a pescar y que después la abandonó, emprendió la actividad económica.
De acuerdo con datos del último trimestre de 2024 de la Secretaría de Economía, en el municipio de Alvarado 5,000 personas se dedicaban a las actividades pesqueras, pero en las cifras oficiales no entran las mujeres.
“Pin”, presidente de la Cooperativa de Producción Pesquera “Pescadores de Salinas del Sol”, explica que oficialmente hay dos mujeres entre los 80 hombres que la integran, pero que son 40 mujeres las que realizan la actividad junto a sus esposos.
“Es que nos tienen que ayudar”, dice con una sonrisa. Sin embargo, explica que esto sucede debido a que pescar en solitario es pesado y tardado, por lo que se necesita de otra persona para realizar el trabajo, “y si es tu mujer, entonces ya no tienes que dividir la pesca, todo se queda en la casa, ya no se comparte con nadie”, complementa Libia.
Madre autónoma: la razón de Libia
Libia, a diferencia de las demás mujeres de la comunidad, siempre ha pescado sola. Su compañero, al igual que 4 millones 180 mil hogares en México, según cifras del INEGI, decidió irse de su vida, de la de sus hijos y convertirla en madre autónoma.
“¿Para qué le voy a decir que sí, si no? A él no le gustaba la pesca, era un poco flojo. Él se quedaba ahí, a veces acostado, y yo me iba allá, porque sabía que había camarón, yo sabía que ahí estaba la moneda”, explica.
Sus días, desde entonces, se dividieron. Por las mañanas trabajaba en un restaurante de mariscos en la comunidad de Salinas, ubicada a unos minutos, y en las tardes, era pescadora.
ÚNETE A NUESTRO CANAL DE WHATSAPP Y RECIBE LA INFORMACIÓN MÁS IMPORTANTE DE VERACRUZ
Apenas daban las cuatro, Libia salía de su casa con chanclas, una gorra, una camisa manga larga, su mochila, su red y sus pantalones pesqueros para recolectar camarón, jaiba y pescado en su chalupa, el medio de transporte para quienes viven en el lago Camaronera.
Con esa dinámica, sus cuatro hijos llegaron hasta donde ella no pudo: la secundaria. “Yo no estudié porque no había dinero. No había dinero para mandarme a la escuela y no estudié. Yo aprendí de grande a leer y a escribir, a los 9 años que me enseñó una maestra con la que trabajé”, explica mientras sonríe por el cariño que aún le guarda a Fe.
Con 9 años, Libia hacía labores domésticas y la comida de la maestra Fe. En sus tiempos libres, ella le enseñaba a leer con ayuda del periódico, donde “iba juntando las letras y me iba diciendo cómo se llamaba una letra y cómo se llamaba la otra” hasta que aprendió a leer, escribir y contar. Con el peso que ganaba semanalmente, Libia se compraba algunos dulces y guardaba el resto para dárselo a su madre, quien lo utilizaba para hacer de comer.
“Mis hijos nada más estudiaron hasta la telesecundaria porque ya no quisieron más. Me decían que yo no tenía los recursos para ayudarlos a seguir los estudios, pero gracias a Dios y bendito Dios, tengo unos hijos muy buenos, pescadores, muy trabajadores, no son viciosos”, explica.
Pin, el presidente de la cooperativa de El Canal, califica a las mujeres de la localidad como más valientes que los hombres al atreverse a salir a pescar. Esa determinación que tienen ellas, dice, no la pueden igualar.
La pesca: una actividad relajante
Aunque Libia ya no tiene que mantener a sus hijos, aun pesca cada tarde encima de su chalupa: compañera y medio de transporte de todos los habitantes de El Canal. Lo hace por necesidad, ya que sus ingresos económicos dependen de lo poco o mucho que decida vender ante la cooperativa y de los 3,000 pesos bimestrales que recibe de la Pensión Bienestar.
Cuando pesca, los pájaros fungen como la radio y el aire fresco, que afirma no le da frío, es el aire acondicionado de su vehículo de dos metros de largo con un motor del mismo largo, su vara.
“Andas tranquila en el vaivén de la lancha o de la chalupa, como le decimos nosotros. Haz de cuenta que ando caminando en tierra firme”, dice con una sonrisa que arrugan sus ojos cafés.
Aunque en ocasiones se dedica a vender manjar, leche de crema, dulce de coco o hielitos en la playa de Salinas en temporada vacacional, su actividad principal es y será la pesca a pesar de su rodilla derecha desgastada que ya no le permite nadar con tranquilidad.
“Mientras yo pueda hay que trabajar, buscarle. No me gusta nada más estar sentada, porque si me estoy sentada me aburro. Mientras se pueda hacer, lo voy a hacer”, dice decidida.
mb