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Leticia cuida a sus padres sin descanso; el rostro invisible de mujeres que sostienen la vida

En México, casi 28 millones de mujeres dedican su tiempo a cuidar a otros, muchas veces sin apoyo ni reconocimiento; Leticia, de 59 años, es una de ellas. Cuida sola en Veracruz a sus padres enfermos mientras sus hermanos se desentienden del trabajo que sostiene la vida cotidiana

Leticia cuida a sus padres sin descanso; el rostro invisible de mujeres que sostienen la vida
Leticia cuida a sus padres sin descanso; el rostro invisible de mujeres que sostienen la vidaCréditos: LSR Veracruz
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VERACRUZ, VER.— Leticia se levanta a las ocho de la mañana entre bostezos. Como ya es habitual, no durmió bien a pesar del cansancio. Se alista, atraviesa el pasillo y la puerta que divide su casa de la de sus padres, a quienes les da su licuado de plátano con papaya, una pastilla y después cocina para los cinco miembros de la familia: su padre, su madre, su esposo, su hija y, por último, ella. 

Pasan de las 10 y debe pensar en la comida. Sale al centro, compra carne, verduras y regresa a limpiar la cocina, la sala y la ropa, también cocina y nuevamente a limpiar. Le pregunta a sus padres cómo están, si necesitan algo y revisa los pendientes: citas médicas, recetas y pagos pendientes

“Mis días ahorita son más estresantes que antes”, confiesa. “Aunque últimamente venga alguien como dos o tres días a la semana a echarme la mano con la limpieza, yo hago todo, todo el trabajo”. 

Hace cinco años que su vida gira en torno al cuidado de sus padres. Fueron las complicaciones médicas y el dolor de rodillas que les impide caminar lo que terminó por revocar su autonomía. Desde entonces, Leticia vive al ritmo de sus dolencias, sus comidas y sus tratamientos. 

Antes de eso, su rutina era distinta. Era esposa, madre y ama de casa. Soñaba con una vejez tranquila, con clases de arte y paseos en la playa después de 28 años dedicados por completo a su familia. Pero la realidad se impuso con la fuerza de los hechos. 

La decisión que otros tomaron

La fantasía de Leticia se quebró en el momento en que sus hermanos y hermanas —sin demasiada consulta— decidieron que ella debía ser la encargada del cuidado de los padres. La razón; vivía más cerca. 

“Debería ser más tranquilo, pero no”, explica con resignación.  

Como muchas mujeres en México, Leticia asumió un rol impuesto por las circunstancias y por una estructura cultural que sigue considerando que el cuidado es “cosa de mujeres”. 

De acuerdo con la Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados (ENASIC) 2022, realizada por el Inegi, cerca de 28 millones de mujeres de 15 años o más brindaron cuidados a integrantes de su hogar o de otros. En contraste, sólo una fracción de hombres lo hace, y con menor carga y frecuencia. 

Para Leticia, lo más difícil de cuidar a sus padres —adultos mayores con múltiples enfermedades— no es el cansancio, sino la falta de responsabilidad compartida entre sus 6 hermanos y ella, de 59 años.  

Según datos de la ENASIC 2022, las mujeres representan el 75.1 por ciento de las personas en México que realizan labores de cuidado en su hogar o en otros, a diferencia de los 24.9 puntos porcentuales que representan los hombres en estas tareas.  

Mientras que Leticia atiende a sus padres, sus hermanos y hermanas se encargan de emplear a una mujer para que “ayude”, de dos a tres veces por semana a Leticia con las labores de limpieza: una de las tareas indirectas del cuidado.  

Pero, aun así, el apoyo es desproporcional. Leticia dedica al menos 12 horas diarias en sus tareas de cuidado. Entre el tiempo que le ocupa su hogar y sus padres, la mujer de 59 años apenas y puede asistir dos o tres veces a la semana a clases de zumba para controlar sus niveles de ansiedad. Leticia se refiere a ellas como “su escape”. 

De acuerdo con el INEGI, las mujeres, en promedio, dedican 37.9 horas semanales a las tareas de cuidado en el hogar y en otros, mientras que los hombres 25.6 horas semanales.  

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Para la ONU, la necesidad de eliminar los estereotipos de género y otras formas de discriminación, así como mejorar las condiciones laborales de quienes cuidan, crear empleos dignos y bien remunerados en este sector, es importante.  

“En general no me siento reconocida. A lo mejor por mi papá y mi hija sí, pero de mi mamá, de mis hermanos, yo siento que no. En general la mayoría no lo valora, esa es la realidad”, dice Leticia. 

Salud mental: un costo a pagar

En Leticia, la responsabilidad y preocupación constante del bienestar de sus padres ocasionaron un cuadro severo de estrés y ansiedad. Su primer síntoma fue la falta de sueño, una de las principales consecuencias que presentan el 39.1 por ciento de las mujeres cuidadoras.  

Ahora, “si bien le va”, puede conciliar el sueño a la media noche, a dos horas de haber terminado sus actividades de cuidado y limpieza en el hogar.

Tras recibir hace tres años el diagnóstico de ansiedad, y de permanecer en terapia psicológica durante seis meses, Leticia recibió un apoyo temporal de sus hermanos.  

“Estaban preocupados y vinieron a apoyarme, pero luego cambian las cosas, vuelven a lo mismo porque todos tienen algo que hacer. Entonces, como ellos no pueden venir, contrataron a una persona que me echa la mano”, explica.  

A pesar de que esto en realidad no hace una diferencia significativa, Leticia ha encontrado ratos libres para leer y asistir a clases de zumba como actividad recomendada por el médico para nivelar el estrés y ansiedad.  

“Siento que debió haber sido al revés, que ahora sea más tranquilo y antes no”, ironiza. “Ahora me mortifico sobre si hay que llevarlos al médico, sobre los pendientes o en lo que se tiene que tomar en cuenta para que mis papás estén más tranquilos”.  

Una vida dedicada al cuidado de los demás

Leticia cumplió 33 años cuidando a su familia. Primero a su hija y esposo, y ahora a sus padres. Sin embargo, insiste que el problema para ella no es cuidar ni hacerlo de forma no remunerada, sino hacerlo sola.  

“Si me quisieran dar dinero no lo aceptaría porque son mis papás. En mi caso yo lo hago por amor, porque quiero mucho a mis padres, porque me gusta, pero pienso que sí estaría padre que nos turnáramos un día a la semana todos. Sería diferente”, expresa.  

Si Leticia tuviera al menos uno o dos días libres del trabajo de cuidado a sus padres que realiza de lunes a domingo, dice que podría, tal vez, aprender algo nuevo, salir a caminar, verse con sus amigas o simplemente descansar.  

“Creo que estamos apenas en pañales con eso de que todos deberíamos tener las mismas obligaciones, los mismos deberes, las mismas oportunidades, todo por igual”, admite.  

Con el objetivo de comprender el trabajo no remunerado del hogar y el cuidado a infancias y adultos mayores, el INEGI creó el Simulador del valor económico de las labores domésticas y de cuidados.

lm