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Jennifer Ruiz, otra afectada por choque de camión en Veracruz que hoy está en coma

La joven, trabajadora y estudiante, es una víctima no reconocida del accidente del camión Herradura - Galas, en Veracruz. Sufrió lesiones graves y sigue en terapia intensiva

Es víctima no reconocida del choque de camión
Jennyfer se debate entre la vida y la muerte.Es víctima no reconocida del choque de camiónCréditos: Mara López
Escrito en VERACRUZ el

VERACRUZ, VER.-  -"¡Se fue!" -"¡¿A dónde?!" -"¡Por allá!, iba caminando" -"Mandaré una moto para que lo alcancen", se dijeron entre sí elementos de la Policía Estatal (la primera corporación en atender la emergencia) y de la Guardia Nacional, con cara de asombro, cuando el chófer que manejaba el camión donde falleció Alfonso Hernández Reyes, escapó

Mientras las autoridades pretendían interceptar al conductor del camión La Herradura – Galas, que continúa prófugo, Jennifer Sofía Ruiz Rodríguez era trasladada de urgencia desde la autopista Veracruz – La Antigua, hacia el IMSS 57 a las 8:30 de la mañana, con lo que su padre describe como un hoyo en la cabeza y sin ser anotada en la lista de heridos, elaborada por policías estatales. 

Aquel viernes 17 de enero, Jennifer de 18 años, acompañada de su madre, se dirigía a su primer día de trabajo. Emocionadas, ambas tomaron el camión de ruta La Herradura – Galas sin saber que, minutos después, a las 7:36 de la mañana, la unidad se estrellaría contra un tráiler estacionado en el acotamiento de la autopista Veracruz – La Antigua, a la altura de las colonias Chachihuelcan y Renacimiento. 

A cuatro días del accidente, Jennifer Sofía se debate entre la vida y la muerte: ha enfrentado una craneotomía en busca de la desinflamación de su cerebro y permanece en un coma inducido desde el viernes. El ventilador que la ayuda a respirar, fue retirado momentáneamente para la realización de exámenes médicos. 

En la narración de los hechos que presentó Esmeralda Rodríguez Flores –madre de Jennifer que tampoco aparece en la lista de heridos– ante la fiscalía como parte de una denuncia colectiva, cuenta que, al recibir el impacto, ella se golpeó contra el asiento de enfrente y se desmayó por algunos instantes. Cuando cobró consciencia, vio a Jennifer desangrada e inconsciente: pensó que estaba muerta

Víctor Manuel Ruiz Rodríguez –su padre–, alertado por la llamada de Esmeralda, llegó minutos después. “Cuando yo llegué, (a) todos los heridos ya los tenían abajo, y pues no encontré a mi esposa y a mi hija. Al ver que no se encontraban, me subí al camión como pude. Mi hija estaba botada en el asiento, estaba en muy, muy, muy mal estado”. 

Su esposa e hija viajaban en la tercera fila del lado derecho de la unidad, extremo que atravesó el tráiler. “En la parte derecha de su cabeza se cortó y tiene un hoyo, o al momento yo le vi un hoyo. La mitad de su labio también se le desprendió cinco centímetros, y pues (presenta) golpes internos, pero lo más preocupante es la cabeza”, dice Víctor con la voz temblorosa, cuando describe el estado en que se encuentra su hija de 18 años. 

Los asientos del autobús, al impactarse contra el tráiler, quedaron invertidos. El asiento de Esmeralda quedó descolocado y, a lado de Jennifer, quedó la puerta delantera del camión: iba del lado de la ventana. En donde debería estar el costado del camión quedó el remolque y una de sus llantas; desde ahí se podía ver el asfalto, cristales rotos y fierros desencajados. 

Mamá de Jennifer revisando a su hija.

Para auxiliar a Jennifer, los bomberos tuvieron que quitar asientos y pedazos de fierro. Con un hematoma y agua en el cerebro, los médicos le explicaron a Víctor que, si la atención médica se hubiera prolongado unos minutos, Jennifer habría muerto

Miedo e incertidumbre: la nueva realidad 

El sábado 18, Jennifer habría iniciado su segundo semestre en la carrera de comercio internacional de aduanas, pero ese nuevo semestre, al que habría llegado con su cabello castaño y “su sonrisa coqueta”, sólo existe en la imaginación de sus padres. 

La realidad, es que Jennifer continúa en terapia intensiva sin que sus amigos y conocidos lo sepan. Esmeralda, quien también fue internada, se dio de alta voluntaria el sábado por la noche para visitar a su hija y pasar las madrugadas al costado del hospital. “Yo me arriesgué a sacarla, tiene derecho. Mi hija está muy grave y no me gustaría que pasara algo más y que ella ya no la pudiera (ver)”, dice Víctor mientras intenta no llorar. 

Rodeado de seis familiares y acompañado de su esposa, Víctor solo pide justicia y reconocimiento para el caso de su hija, pues señala que han sido olvidados por la sociedad y los medios de comunicación. 

“Sus amigos que ella tiene a lo mejor están intentando contactarla, pero no saben de ella (ni) en qué estado se encuentra. Para los amigos que ella tiene, pues que se enteren que está hospitalizada, que está en estado muy grave. Cualquier cosa con nosotros lo pueden ver. Si quieren saber de ella, sin problema les decimos en qué estado se encuentra. Si hay algún momento en que nos permitan que otra persona la pueda ver, creo que no tenemos ningún problema”, dice Víctor. 

En busca de justicia 

En la declaración de Esmeralda, anexada a la carpeta de investigación 164/2025, se lee: “estaba el chofer del camión todavía y ella, la mujer policía, le preguntó al señor qué estaba haciendo ahí, y él le dijo que era el chofer. Le dijo que ya le había hablado a su patrón y que ya iba a llegar, y que él ya sabía que se iba a ir al bote, que él aceptaba su responsabilidad, y los policías no hicieron nada, se quedaron parados”.  

Posteriormente, narra que Víctor la bajó del camión y que ingresó a la ambulancia de la Cruz Roja Mexicana para ser llevada, junto a Jennifer, al IMSS de la clínica 57. “Solicito que se nos apoye con las instancias pertinentes y los gastos que vaya a necesitar mi hija, porque realmente está muy mal de salud. (También solicito) un abogado de oficio en donde nos pueda orientar en estos casos (sobre) qué tenemos que hacer, y (que) se dé con los responsables, que paguen por lo que hicieron”. 

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En la fiscalía, Víctor se encontró con Darinka Ramírez Villegas, madre de Rachel Enríquez Ramírez, una niña de 11 años que también viajaba en el autobús y que recibió un golpe en la nariz, uno en la cabeza y que resultó con una fisura en la rodilla. Ella, junto a familiares de Brandon Gael –quien la tarde de este 20 de enero perdió su pierna derecha–, a familiares de Don Alfonso Hernández –fallecido en el lugar del accidente– y junto a otras dos personas afectadas, encaminan la demanda colectiva. 

Víctor, cuando habla de su hija, se confunde. No sabe si hablar de ella en pasado o en presente por su condición médica. “Ella tenía toda una vida por delante. Ahorita, por diagnóstico médico, unas neuronas ya las perdió, entonces, no te puedo decir cómo vaya a reaccionar. No te puedo decir si va a continuar estudiando, ojalá Dios quiera y sí”. 

“(...) Yo te podría decir que, por los diagnósticos que nos dieron..., Dios y no lo quiera, pero por la forma en que llegue a reaccionar mi hija, ella va a depender mucho de nosotros”, por ello, Víctor exige que el dueño del camión se haga responsable. 

Durante la noche del domingo 19 de enero, Víctor explica que llegó la aseguradora del camión a la fiscalía, donde habló con los familiares para acordar una indemnización. Sin embargo, él no la aceptó.  

“De hecho, ayer por la noche nos mandaron a traer (a la fiscalía) para que Qualitas negociara con nosotros. (Estaba) dando cheques, más no cantidades, diciendo que era una indemnización, que el que diera la otra parte tendría que hacer lo mismo. De mi parte le conteste que no porque mi hija aun no reacciona y (porque) no sabemos las consecuencias que pueda traer, y si llegáramos a un acuerdo, sería que lo que tienen que dar es indefinido, ya que ella ya dependería de personas, pero hasta hoy no he visto ayuda jurídica para que nos apoyen tomando decisiones para bien”; es decir, a pesar de haber solicitado un abogado de oficio, todavía no lo tienen.

mb