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Malu, cosplayer que combina su pasión por el universo otaku y el diseño

Ha hecho a mano más de 300 cosplays, tanto para ella como para los clientes de su propia marca, "Malu Venados". Ya con una década de trayectoria, se ha consagrado como una cosmaker conocida dentro del mundo de las convenciones de anime

Escrito en VERACRUZ el

Alice, Morrigan, Maki, Mona, La Bruja Escarlata, Spider Gwen y Sonya son algunos de los cosplays más emblemáticos de Malu Venados, una cosmaker de la ciudad de Boca del Río que combina su profesión como diseñadora de modas con su afición apasionada por el anime y los mangas, que formaron a la subcultura otaku en Japón en los años setenta.

La joven suma a sus 26 años más de 300 cosplays que realizó desde hace una década tanto para ella como para los clientes de su propia marca, Malu Venados, el mismo nombre con el que se promociona en redes sociales como Facebook, Instagram y Twitch ya como una cosmaker consagrada que participa en expos y convenciones otakus.

“Actualmente me dedico al cosmaker, pero gracias al diseño de modas empecé a hacerme mis propios trajes y, de repente, mis amigos, otros cosplayer que conocía en las convenciones, me comenzaron a decir ‘oye ¿quién hizo tu traje’ y ‘no, pues yo los hago’. 

Entonces ya empecé a hacer trajes para otros y luego generé una tiendita que lleva el mismo nombre que me pongo yo en mis redes sociales, es Malu Venados, y empecé a vender cosplays y ropa de temática otaku, comenta Malu.

La cosmaker veracruzana perfeccionó los trajes de personajes de animes y mangas cuando inició su carrera en diseño de modas en la Ciudad de México, a la que llegó hace 10 años ya con conocimientos de corte y confección que en ese tiempo le permitieron venderle su primer cosplay, un disfraz de Venus, a una joven del Estado de México.

Tarda alrededor de dos días en la confección de los cosplays que son para ella, pero tampoco tiene problema en hacerlos en una sola noche cuando sus clientes se los piden de un día para otro. Cada traje, ya con la peluca incluida, tiene un costo promedio de mil 200 pesos, sin embargo, el costo varía según la calidad de la costura, los materiales y el presupuesto de los cosplayers.

“Hoy, por ejemplo, hice uno, me gasté aproximadamente unos 600 pesos; a este no le estoy incluyendo la peluca, me hubiera gastado unos 500 pesos más, haz de cuenta que me hubiera gastado unos mil 200 pesos”, afirma la joven.

Aunque el negocio del cosplay es redituable para Malu Venados, hay disfraces como el de Mona y otros personajes del videojuego Genshin Impact con los que la cosmaker descarta arriesgarse debido que son considerados caros por los cosplayers, ya que su alto precio es definido por el trabajo que involucra, la confección a mano y los detalles del disfraz. 

“Prefieren pedirlos en tiendas como AliExpress. Lo último que sí me han pedido a mí, que sí me he arriesgado a hacer son los trajes de Chun Li (de la saga Street Fighter), esos los estoy vendiendo también porque tengo la posibilidad de hacerlos yo desde cero. Estos trajes van con detalles en vinil; es uno de los trajes que más he vendido aparte del D.VA Magical Girl y, bueno, me han salido perfectamente”, menciona Malu.

Hinata, su primer cosplay a los 12 años

 Malu se involucró en el mundo otaku a sus 12 años cuando sus primos la invitaron a la Veracon Expo – una convención de anime y comics que se realizó en el puerto de Veracruz por última vez en 2018 – a la que la cosmaker asistió caracterizada como Hinata, un personaje de la serie animado de origen japonés Naruto que está basada en el manga del mismo nombre.

“La idea de ir a la expo fue para no pagar la entrada y fue la primera vez que yo veía algo relacionado con el anime”, relata. 

A partir de la Veracon Expo a la que fue por primera vez, Malu diferenció los contenidos de anime y manga de las caricaturas. Con el paso de los años y su llegada a la Ciudad de México, la joven asistió a otros eventos como La Mole, una convención de cómics con más de 25 años de tradición en la capital del país, y la TNT Expo Manga Cómic.

“(El mundo otaku) es mi vida entera, básicamente. De esto vivo, en este medio conocí a muchas personas, gente que se ha quedado y que se ha ido de mi vida. Son muchas emociones, realmente vale la pena todo lo que he aprendido en este medio, estoy muy agradecida de haber llegado aquí”, comparte.

Aunque la cosmaker originaria de Boca del Río convirtió lo otaku en un estilo de vida, reconoce que este mundo es una afición a la que por momentos le pone pausa debido a que tiene responsabilidad y trabajos que le impiden sumergirse completamente en los animes y cómics japoneses.

Los otakus, una subcultura que pasó del rechazo a la aceptación

“Cuando iba en la secundaria el otaku era muy mal visto, ‘ay, míralo, ve animes, pinche nerd’. Era muy mal visto en aquellos años, pero hoy en día gracias principalmente a Netflix y programas de televisión han hecho que el mundo otaku sea tan normal que ya nadie lo ve como algo extraño o diferente”, afirma Malu.

El término otaku, convertido hoy en una especie de friki, palabra que se usa para referirse a personas cuyas aficiones, vestuario y conducta son inusuales, fue acuñado por el periodista japonés Akio Nakamon en la columna Otaku research que escribió en 1983 para la revista Manga Burikko. La palabra define a una subcultura que en aquellos años era vista con negatividad, pero que actualmente se celebra cada 15 de diciembre con el Día Internacional del Otaku.

La mala fama de los otakus se originó en los medios de comunicación en 1989 debido al Tsutomu Miyazaki “El asesino otaku”, un asesino serial japonés que entre agosto de 1988 y junio de 1989 secuestró y mató a cuatro niños cuyas edades oscilaban entre los cuatro y siete años. Solitario e incapaz de hacer amigos, Miyazaki se refugió en el anime y el manga desde muy chico. También dibujaba cómics.

Malu recuerda todavía que los ciudadanos de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río los veían a ella y sus amigos otakus de forma rara cuando hacían reuniones en lugares público como la Plaza Las Américas, en donde actualmente se realizan convenciones de cómics. “Qué chido que ha cambiado porque antes si se sufría”, expresa.

mb