COLUMNA

Entre la toga, el TikTok y la libertad de decir lo que pienso

Una comedia jurídica

Entre la toga, el TikTok y la libertad de decir lo que pienso
Opinión.Entre la toga, el TikTok y la libertad de decir lo que piensoCréditos: La Silla Rota Veracruz
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No hay nada que disfrute más que crear. Este espacio me permite ser a través de las palabras. Al final, son las experiencias las que me han hecho quien soy. Lo dijo con precisión Oliver Wendell Holmes: “La vida del derecho no ha sido la lógica, sino la experiencia.” Y coincido.

Me ausenté porque cambié de escenario. De la vida universitaria pasé a un mundo que presume ser la casa de las normas: el Poder Judicial de la Federación. Mi filosofía jurídica pedía un viraje, y me lancé a la cueva del lobo.

En agosto de 2024 debía incorporarme a un Tribunal Colegiado de Circuito, pero no era la mejor época: el PJF estaba en el ojo del huracán por la Reforma Judicial. De hecho, el mismo día en que debía presentarme, los trabajadores convocaron un paro nacional que frenó todo ingreso.

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¿Qué hice en esos dos meses de incertidumbre? Visité la ciudad judicial, conviví con mis futuros compañeros y, sobre todo, hablé del tema en cada foro posible. Aquí, en La Silla Rota. Y también en TikTok, donde decidí experimentar con la divulgación masiva. Contra todo pronóstico, mis videos alcanzaron más de 30 mil visualizaciones al mes, con público en Sudamérica y Europa Latina. Una experiencia inesperada y profundamente gratificante.

En noviembre llegó el momento de incorporarme formalmente: expedientes, rutinas, jerarquías. El mundo de los oficinistas, de los burócratas, de los “obedientes”. No era lo mío… o tal vez lo está siendo. Entre aprendizajes y olvidos, sigo buscándome en esta nueva obra del teatro jurídico. Una auténtica comedia jurídica.

En junio concluyeron mis prácticas profesionales. Desde entonces asisto sin sueldo ni contrato, sostenido únicamente por el deseo de aprender. Aspiro a acercarme a los magistrados, a observar cómo resuelven y justifican sus decisiones. Las sesiones públicas saben a poco.

Por eso decidí retomar lo que hacía antes: escribir y compartir. Volví a mi blog y reactivé mi cuenta de TikTok. Esta vez hablo desde dentro, con la incertidumbre de equivocarme, pero también con la satisfacción de crecer en público.

Grabar, opinar y criticar se ha vuelto un ejercicio de libertad de expresión. Lo hago desde un espacio público, con información pública y en línea con lo que la Reforma proclama: publicidad en los actos judiciales.

Hoy me siento en una nueva etapa. Volví con ganas de ser escuchado y de ofrecer algo que escuchar, ver y criticar. Soy irreverente, artístico, disidente. Y no, no solo soy abogado.

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