En esta bella política veracruzana, se nos presenta ahora un nuevo capítulo protagonizado por el senador Miguel Ángel Yunes Márquez, quien anunció su renuncia a Morena, el partido guinda irónicamente nunca lo aceptó, pero Yunes se adelantó para que no pareciera desprecio. Claro, como todo mártir moderno, no lo hizo por conveniencia ni por derrota, sino "para no perjudicar al movimiento".
Pero vamos a ser claros, la narrativa oficial, esa que quieren vendernos, es que Yunes, con gran altura de miras y un profundo amor por la Cuarta Transformación, prefirió hacerse a un lado para no entorpecer el avance del proyecto. Qué generoso, ¿no? Lástima que no hay que ver muy lejos para notar que la realidad es otra y mucho más obvia: Morena en Veracruz lo despreció.
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Sí, el partido guinda simplemente no lo quiso. Y no por falta de ganas del clan Yunes de meterse hasta la cocina, sino porque en Veracruz, los morenistas de cepa todavía recuerdan quién fue el pequeño emperador azul de gobiernos pasados. No es fácil perdonar cuando el verdugo quiere vestirse de compañero de lucha.
Y es aquí donde el asunto se complica, porque esto no es solo un revés para Yunes Márquez. El eco de este rechazo alcanza también a sus íntimas amigas, confidentes políticas y compañeras de mil batallas: Indira Rosales y Marijose Gamboa, quienes hoy son candidatas a las alcaldías de Veracruz y Boca del Río, respectivamente.
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Indira, que saltó de senadora a promotora del “cambio” municipal, y Marijose, que parece tener más vidas políticas que cualquier servidor público, ahora deben remar contra una corriente que ya no es solo electoral, sino simbólica. ¿Cómo explican su cercanía con un personaje que fue repudiado por el partido que ellas mismas buscan representar en sus municipios y también por el que justamente será el partido que les dará batalla en las urnas?
La respuesta es tan predecible como insuficiente: silencio o evasivas. Porque en Veracruz todo se vale, menos decir la verdad de frente. Y mientras ellas sonríen en campaña, intentando despegarse del apellido Yunes como si fuera un mal tatuaje, en el fondo saben que el rechazo a Miguel Ángel no solo es un golpe para su exaliado: es una sombra que ahora las sigue.
Haciendo zoom… Quizá lo más curioso de todo esto es que, pese al portazo en Morena, los Yunes siguen intentando demostrar que tienen “estructura”, “capital político” y hasta “corazón guinda”. Si algo ha demostrado la historia reciente es que Veracruz ya no es tierra fértil para la simulación. Y aunque algunos todavía intenten disfrazarse de lopezobradoristas o claudistas de ocasión, el disfraz les queda chico. Miguel Ángel no se fue por altruismo ni por estrategia superior. Se fue por como se dice coloquialmente, “lo fueron”. Y en ese proceso, dejó a sus aliadas en el aire, sin el amparo político que tanto presumían, porque en la política veracruzana, nada es lo que parece, pero todo se paga.
