OPINIÓN

Sororidad: Nos tenemos una a la otra

Tinta y tinte de una mujer

Créditos: Valeria Aime Tannos Díaz
Escrito en VERACRUZ el

Estoy terminando de ver la serie de Netflix “las cosas por limpiar” y todo el día he pensado en todo lo que implica la mágica parte de lo que es la sororidad en las mujeres, ya que la serie habla de la violencia, de lo que significa para una madre querer salir de esa situación y de las mujeres a su alrededor. 

La serie habla de diferentes situaciones de mujeres, con cuatro mujeres en contextos completamente diferentes. Nada tiene que ver la vida de una con la otra. Están la protagonista, su mamá, su empleadora y una amiga a la que conoce en un albergue especial para víctimas

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La protagonista decide dejar la vida de violencia a la que le sometía su marido y emprende un camino, quizá el más complicado que podría emprender en ese punto de su vida, donde, sin ninguna ayuda aparente, busca trabajo, una vivienda digna para ella y para su hija y la manera de arreglárselas sola. 

Las circunstancias no son para nada fáciles y tiene que hacer muchas cosas para cuidarse y cuidar a su hija; duerme en su carro, en la calle, después tiene que dormir en una estación de ferry, no tiene ni para comer y, además, debe darse cuenta de que ha sido víctima de violencia doméstica, su camino no es fácil. 

Durante  ese camino se nos muestra a su mamá, quien, por cierto, también es víctima de violencia. Su madre es una mujer muy libre, con algunos problemas de personalidad, que aunque suele ser egoísta, al final está con su hija y la apoya en la medida en que puede hacerlo.

Su madre fue golpeada por su primer esposo y, en el transcurso de la serie, su pareja actual le roba todo su dinero y propiedades, pero al final de las adversidades, ella sabe que solo cuenta con su hija; cuenta con ella misma y con la mujer que ha traído al mundo. Las circunstancias también le han dejado varias cicatrices. 

Después conocemos a Danielle, cuya aparición, si bien fue breve, fue muy poderosa. Se trata de una mujer valiente que no se derrumba ante las adversidades, una mujer que termina en un albergue para mujeres víctimas de violencia y que, aun así, siempre se muestra segura y capaz de salir adelante con su hijo. La manera en la que presentan a su personaje me pareció increíble. 

Danielle regresa con su esposo, o, lo que es lo mismo, su abusador, pero en la serie te explican todo el proceso tan complicado que implica salir de ese lugar de violencia, incluso explican que puede tomarte hasta siete intentos para finalmente irte. Todavía con eso, ella te enseña que jamás hay que derrumbarse. 

Después tenemos a Regina, quien, honestamente, ha sido mi personaje favorito por mucho, al principio te la pintan déspota, una persona fría y que aparentemente no se preocupa mucho por otras personas, una mujer muy trabajadora y segura de lo que quiere y de lo que tiene, pero el giro que da a mí me ha hecho tener mucha fe en la sororidad. 

La manera en que Regina da su apoyo a una mujer que acaba de conocer y por la que, prácticamente, no tiene ningún sentimiento de cariño, es impresionante, porque te demuestra que no necesitas querer a alguien para mostrarle tu lado más humano y empático. Ella comprende perfectamente su dolor. 

Que, por cierto, Regina, dentro de su casi “vida perfecta” es una mujer que también ha sufrido mucho, también está sola criando a su bebé y aunque tiene facilidad económica para hacerlo, te revelan la realidad que muchas personas no quieren ver. La maternidad duele y es difícil. 

Todo esto me hace pensar en mí y en mis amigas, en las veces que me he caído y que ellas han estado para mí; con un mensaje, una llamada, una lágrima o un silencio necesario, en las veces que he tenido problemas y no han dudado en darme su apoyo incondicional. 

Incluso pienso en las mujeres que no son mis amigas, pero que deciden ser sororas y escuchar, apoyar en lo que se pueda y mostrar su lado más humano y sensible, pienso en esas “Reginas” que podrían no conocerme, pero no me dejarían caer sola. 

Las mujeres, al contrario de lo que nos han querido hacer creer, no queremos lastimar a otras mujeres, ¿por qué lo haríamos?, ¿por un hombre?, ¿por qué eso se nos ha enseñado? Y ¿de quién es culpa? No es nuestra culpa, no somos nosotras las que queremos hacer eso. 

Es todo lo que nos rige como seres humanos, es todo lo que el patriarcado nos ha impuesto desde que somos niñas, a competir por todo. Pero luego pienso en mi madre, mis abuelas, mis amigas, mi ex jefa, mis conocidas o a cualquier mujer que me ha ayudado en la calle o haciendo las compras. 

Creo que todas debemos ser esa mujer que apoya a otra, esa mujer que no te suelta y que, al contrario, te da la mano para levantarte. Me da mucho gusto decir que me rodeo de muchas mujeres así y que espero poder regresarles todo el amor y humanidad que me han dado. Al final nos tenemos y siempre nos tendremos una a la otra. 

ch