Esta semana me encuentro sumergida en el bellísimo Colombia, leyendo a María del Mar Ramón, una escritora de Bogotá que me ha dejado inspirada y muy informada sobre los temas que trata en el libro “Coger y comer sin culpa”, un libro que toca dos temas muy importantes para la mujer.
El primer tema del que habla es el de la guerra que tenemos las mujeres con la comida, pero ese tema lo hablaré más adelante en otro artículo. Ahora me voy a concentrar en otro tema igual de importante, e interesante, para todas las mujeres, del cual voy a aportar alguna experiencia propia.
El tema es la sexualidad de la mujer, más que abordarlo como algo informativo y académico, lo voy a tocar de una manera más empírica, un poco más coloquial, porque hablaré del orgasmo femenino y de lo placentero que puede llegar a ser el sexo para las mujeres.
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Me tomé la libertad de buscar en muchas, pero muchas fuentes, acerca del orgasmo femenino y, ¡Sorpresa! La variante de las personas con vulva que llegan al orgasmo es del 14% en una relación heterosexual, mientras que un 87.4% de las mujeres llegan al orgasmo por medio de la masturbación.
Seguramente piensas que estos estudios pueden estar mal, pero a mí no me sorprende en lo absoluto. Desde pequeños, tanto a hombres como a mujeres, se nos enseña el sexo de manera diferente, a las mujeres nos lo enseñan, casi que, por cumplir con el mínimo académico, ¿y a los hombres? Se les enseña también como algo placentero.
Regresemos a la primaria. En la clase de ciencias naturales, cuando yo vi el tema de la sexualidad, cambios hormonales y menstruación, la maestra se encargó de sacar a los niños del salón de clases ya que ellos no debían saber qué pasaba con nosotras y nuestros cuerpos ¿las consecuencias? Las vemos todos los días.
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Las consecuencias las vemos en esos hombres que no saben, ni siquiera, cómo funciona el periodo, algunos tampoco quieren aprender, incluso muchos de ellos lo ven con asco, pero, querido lector, te informo que la sangre menstrual es una sangre muy limpia. Además, el periodo es sinónimo de estar sanas.
Pero no sólo eso es importante, hay una famosa leyenda con el tema del clítoris y los hombres que afirman que son unos “machos”, porque fácilmente lo encuentran y les dan placer a sus parejas en la relación sexual, pero ese 14% no opina lo mismo, muchos hombres no se preocupan por eso.
Se les enseña que la relación sexual es para que ellos disfruten y para que nosotras traigamos a sus hijos al mundo (no todos, pero sí una gran cantidad de hombres), entonces ¿las mujeres no tenemos derecho al placer sexual? ¿está mal que tengamos múltiples orgasmos? ¿está mal buscarlos?
Pues, te diré que cuando los buscamos, o intentamos buscarlos en una relación heterosexual, se nos juzga, y se nos juzga sin ningún tipo de filtro, se nos llama promiscuas, entre otras cosas. Incluso, cuando buscamos la masturbación se nos acusa también de “cochinas” o enfermas.
Pero, en los hombres, la mayoría de las veces, se les impulsa a buscar tener muchas mujeres, a fin de ser más hombres, se les llena la cabeza de que lo mejor que pueden hacer es estar con cuantas puedan, o se les sugiere que nosotras como novias debemos siempre hacerlos “acabar” de la mejor manera.
No es equitativo, y eso también es algo que el feminismo busca: la liberación sexual de la mujer en todos los sentidos, porque, déjame decirte que las mujeres somos multiorgásmicas y también sabemos disfrutar ese acto, sólo recomiendo hacerlo siempre responsablemente, para hombres y mujeres; las enfermedades están en todos lados.
Hace muchos años me aconsejaron no privarme de ese acto tan placentero (sobre todo para las mujeres), que no debía reprimirme, y de la misma manera exigirles a mis parejas que pensaran también en mí, ahora que me he informado más acerca de la sexualidad, he comprendido que nosotras debemos pensar en nuestro placer y tener una pareja que quiera lo mismo.
Una pareja que busque el placer mutuo terminará llegando al orgasmo, y eso lo vuelve más placentero para ambos. Debemos quitarnos el tipo de tabúes que alejan a la mujer de la sexualidad, y al mismo tiempo, dejar de juzgar a las mujeres que viven su sexualidad en libertad.
No valemos menos por tener muchas parejas sexuales y tampoco valemos más por tener solo una. De hecho, no se nos debería asignar un valor por nuestra vida sexual. Al fin de cuentas, tenemos las mismas necesidades fisiológicas que los hombres.
Y el sexo no es únicamente para que traigamos bebés al mundo, la vida ya no funciona para vernos como un instrumento reproductivo, tenemos las mismas ganas sexuales que los hombres, tenemos un aparato reproductor que da mucho, pero mucho placer, y tenemos el derecho a decidir cómo y cuándo tener orgasmos.
mb