COLUMNA

Pioneras jurídicas

Tinta y tinte de una mujer

Créditos: Valeria Aime Tannos Díaz
Escrito en VERACRUZ el

Seguramente al escuchar algo sobre la profesión de la abogacía lo primero que te venga a la mente sea un abogado, tal vez con un traje elegante, una pluma bonita y un expediente en la mano. Eso era lo que yo me imaginaba cuando era pequeña y conocía a alguien que se dedicaba a esto; también lo imaginaba cuando escuchaba algún caso legal.

Años más tarde comprendí que esa idea del abogado o de la misma profesión es errónea, no en todos los sentidos, pero sí en uno muy importante; esa persona que ejerce esa bella profesión también puede ser una mujer, elegante, con un traje y una bonita pluma en la mano, hoy más que nunca lo entiendo, pues yo soy abogada.

ÚNETE A NUESTRO CANAL DE WHATSAPP. EL PODER DE LA INFORMACIÓN EN LA PALMA DE TU MANO

Parte de este entendimiento fue que, cuando yo estudié la carrera de derecho, me tocaron muchas maestras y maestros, mi salón estaba rodeado de compañeras que compartían el mismo amor por la carrera que yo, todas teníamos sueños y aspiraciones durante todo el tiempo que cursamos la carrera.

Dentro de esas aspiraciones tuvimos mucha inspiración de mujeres abogadas, mujeres que rompieron barreras para que nosotras pudiéramos estar ahí sentadas y justo es de dos mujeres muy importantes de las que quiero hablar. Las mayores inspiraciones que pude encontrar en mi recorrido como estudiante de derecho.

Sarmiza Bilcescu fue la primera mujer en el mundo en obtener su título como abogada. Era una mujer de nacionalidad rumana, quien, aparte de ser la primera abogada en el mundo, fue también la primera mujer en conseguir un Doctorado en Derecho.

Al romper esa barrera como licenciada, decidió seguir trabajando y luchando por sus sueños y en 1890 logró titularse como Doctora en Derecho. De igual manera, se posicionó como la primera mujer en obtenerlo. El título de sus tesis doctoral era “La condición jurídica de la madre”, en la cual exponía la carencia de los derechos de las mujeres, especialmente de las madres.

Tenía 23 años cuando terminó el doctorado. Desde ese momento, ya se tienen escritos e historias de su lucha dentro del movimiento feminista. Aunque eso lo aprendió de su madre desde pequeña, al convertirse en abogada decidió meterse mucho más a fondo en defender los derechos de las mujeres.

Al mismo tiempo que lo hacía, también luchaba por el derecho al acceso a la educación para niños y niñas. En toda la información que hay respecto a ella, se menciona todo el machismo y la misoginia a la que tuvo que enfrentarse durante toda su carrera universitaria y también más adelante como profesionista.

Explican que, durante su estancia por la Universidad de París, recibió algunos malos tratos de maestros que no querían enseñarle por ser mujer. Al tratarse de una carrera en la que solamente entraban hombres, era mucho más difícil desenvolverse, pero ella lo logró. Logró darnos a todas un lugar en las bancas.

Yéndome ahora a México, hablaré de la primera mujer en el país en tener su título de abogada, se trata de María Asunción Sandoval Oláis, también conocida por su apellido de casada “de Zarco”, quién en 1898 obtuvo el grado de Licenciada en Derecho por la Escuela Nacional de Jurisprudencia.

Hoy en día, ella es considerada un ícono en la historia de la educación de las mujeres, pues tuvo muchas dificultades durante su paso por la Universidad, empezando por el hecho de que le tocó estudiar su carrera en la época del Porfiriato, que, sin duda alguna, hizo todo más difícil.

A María Asunción sus maestros tampoco querían enseñarle y mucho menos tenía compañeras en las aulas, se desenvolvió sola entre un mundo de abogados. Le tomó seis años terminar la carrera, en ese entonces el tiempo era mayor al de ahora y el plan de estudios que tenían no era tan diferente al que cursamos hoy en día.

María comenzó su vida profesional como abogada litigante, pero en 1904 formó parte de la revista, que por muchos es considerada una revista feminista, llamada “La Mujer Mexicana”, la cual trataba temas científicos y literarios sobre  las mujeres y sus derechos. Muchos atribuyen a la revista como un espacio por y para mujeres dedicado a publicar artículos de muchas de ellas.

En ese mismo año fue fundadora, junto con sus colaboradoras Laura Méndez de Cuenca, Lilia Fernández de la Peña y Emilia Salgado, de la Sociedad Protectora de la Mujer, que tenía como principal objetivo defender los derechos de las mujeres mexicanas, así como darle voz a todos los problemas que enfrentaban durante el Porfiriato y la epoca Postrevolucionaria.

Hoy en día tenemos muchas más puertas abiertas. Las abogadas de la actualidad no van a tener que vivir el mismo machismo ni la misoginia que vivieron Sarmiza Bilcescu y María Asunción. De igual manera, al escribir este artículo me he sentido mucho más orgullosa de la profesión que decidí estudiar y de la vida de abogada que elegí.

Gracias a todo el acceso a la información podemos conocer quiénes fueron las pioneras profesionistas abogadas, dos mujeres precursoras feministas que desde hace muchos pelearon por nuestros derechos, que no solamente se demostraron a ellas mismas que ninguna puerta se les podía cerrar, sino que le demostraron al mundo entero que así sería y que sería igual para las generaciones futuras.

Ellas le abrieron camino a Martha Aurora Jiménez, fundadora del Partido Nacional de Mujeres, el cual buscaba que las mujeres participaran en la política; a María Cristina Salmorán, quien fue la primera Ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; a María Lavalle Urbina, primera mujer en ocupar el cargo de Magistrada en el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal.

Irma Campos Madrigal, una de las fundadoras de la Red Nacional de Abogadas Feministas en 1991 y Adelina Zendejas, también una de las primeras mujeres abogadas en ser elegida para el Congreso de la Unión en México, quienes también han luchado por la abogacía y por defender los derechos humanos y los derechos de las mujeres.

La lista es larga y podría mencionar a muchas otras mujeres que hicieron que yo hoy pueda estar escribiendo acerca del Derecho; que yo hoy tenga mi título y mi cédula profesional como abogada; que hoy tengamos a una mujer presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y que tengamos tantas Juezas y Magistradas.

No nos permitamos olvidar de dónde viene esta lucha y cuánto sacrificio le ha costado a tantas mujeres. Honremos todos los días nuestra bella profesión y pongamos en alto lo importante que somos las mujeres dedicadas a la abogacía, las mujeres que también podemos llevar una pluma bonita y un expediente en la mano.

fm