BOCA DEL RÍO, VER.- Bajo una brisa suave que apenas despeinaba las palmeras que soportaban el intenso sol del mediodía, el féretro de Henry de Jesús Polito recorrió este viernes 28 de marzo el bulevar Vicente Fox, la misma playa donde el joven creció, ayudando a sus padres a atender turistas en las temporadas vacacionales. Un día antes, su familia confirmó su fallecimiento, luego de luchar 8 meses contra las secuelas que le dejaron las heridas que sufrió en la volcadura del camión del transporte público en el que viajaba en junio del 2024.
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Pero esta vez, Henry no cargaba las mesas ni acomodaba las sillas para recibir a los visitantes. Esta vez, era él a quien despedían. El ataúd, dentro de una carroza blanca, avanzaba lentamente sobre el pavimento cubierto con arena. A su alrededor, familiares, amigos y conocidos caminaban en silencio, con el rostro cubierto de lágrimas. Algunos tocaban el féretro con la punta de los dedos, mientras suena la música que le gustaba.
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Cuando Mayra Cobos González, la madre de Henry, compartió la situación grave de salud que afrontaba el joven por las secuelas de la volcadura del Saeta, contó que Henry en las playas de Boca del Río, donde aprendió a trabajar, donde soñaba con tener su propio negocio algún día. En esta ocasión, Mayra Cobos González observaba la procesión con la mirada perdida.
Una misa llena de lágrimas y recuerdos
El cortejo llegó hasta la Iglesia de Nuestra Señora de Santa Ana de Boca del Río, donde se celebró la misa de cuerpo presente. El aroma del incienso flotaba en el aire, mezclándose con el perfume de las flores que rodeaban el ataúd. La iglesia estaba repleta. Más de 300 personas acudieron para despedir a Henry.
Sus amigos, algunos con camisetas que llevaban su nombre, se abrazaban entre sollozos. Otros, con los ojos enrojecidos, apenas lograban contener el llanto.
Durante la homilía, el sacerdote dedicó sus palabras para reconfortar a sus padres y evocó la fortaleza del joven, que luchó durante ocho meses contra las secuelas del accidente. Detrás del ataúd, su padre, con el rostro endurecido por el dolor, abrazaba a la madre de Henry.
Una vida truncada por la negligencia
Henry tenía solo 18 años cuando el 17 de junio de 2024, su vida cambió para siempre. Ese día, abordó un camión de la ruta Saeta en la avenida Miguel Alemán para llevar a un amigo a Plaza Américas. Pensó que el transporte público sería más seguro que viajar en su motocicleta, pero la decisión fue fatal.
El conductor, Fidel N., presuntamente conduciendo a exceso de velocidad, volcó la unidad. Henry quedó gravemente herido: fractura de pelvis, vejiga reventada, desprendimiento de uretra, sangrado en el corazón, un infarto cerebral en diciembre y la falla de un riñón que ya no pudo salvarse.
Durante ocho meses, su familia luchó contra la burocracia y la negligencia. La concesionaria de la ruta Saeta -propiedad de Saúl Enríquez Hernández, candidato a regidor de Alvarado por el PAN-, y la aseguradora Banorte se negaron a cubrir los gastos médicos, a pesar de estar obligados por ley.
Mientras Henry agonizaba en una cama de hospital, su familia organizaba colectas, vendía comida y recibía donaciones para pagar las cuentas. “Vendimos tamales, dulces, bebidas... hicimos lo que fuera necesario, pero la empresa jamás respondió”, lamentaba su madre semanas antes de la muerte de su hijo.
vtr